Las causas de la muerte de Cristóbal Colón

Cristóbal Colón tuvo el síndrome de Reiter, una clase de artritis, y no gota como se creyó en su día, dijo el médico y profesor de la Universidad de Granada Antonio Rodríguez Cuartero, quien cree que el almirante murió por un posible fallo cardíaco y siendo un desconocido para sus coetáneos.

Cinco siglos después de su muerte, la figura de Colón esconde varios misterios, por lo que Rodríguez Cuartero ha estudiado y analizado todas las pruebas sobre sus enfermedades para esclarecer al menos este aspecto de la vida del descubridor de América.

Este experto, que ha publicado diversos artículos sobre las enfermedades de varios personajes de la historia española, dijo que, pese a que los primeros años de vida del almirante son un enigma porque su familia se encargó de borrar todas las huellas, su vida patológica se conoce gracias a su diario y a los escritos de su hijo Hernando y del padre Bartolomé de Las Casas.

«A través de estos escritos podemos recomponer la historia clínica de Colón casi completa, pero hay que saber interpretarlos para no equivocarse» , añadió.

Rodríguez Cuartero sostiene que el navegante no pudo tener gota -patología que se menciona con frecuencia en dichos textos-, por los antecedentes familiares y síntomas que presentó.

Este médico basa su tesis en las primeras referencias que se tienen de las enfermedades de Colón, que datan de 1476, cuando el almirante tenía 25 años y comenzó a sufrir un dolor articular y hemorragias oculares, que los médicos de entonces atribuyeron a ataques gotosos, originados por depósitos de ácido úrico en las articulaciones.

Pero, Rodríguez Cuartero dice que Colón no era «gran comilón, ni gordo, ni sus descendientes tuvieron esta patología» , características de los enfermos de gota, por lo que los síntomas que presentaba se debían a que padecía el síndrome de Reiter.

Éste es un tipo de artritis que afecta principalmente a los varones jóvenes de entre 20 y 40 años y que se produce como reacción a una infección desarrollada en alguna parte del cuerpo.

La mayoría de las infecciones que producen la enfermedad se originan en el aparato genitourinario y se contagian por transmisión sexual, aunque Rodríguez Cuartero aseguró que en el caso de Colón se trató de una infección gastrointestinal.

Según el médico, al contrario que su tripulación, Colón «no fue un mujeriego y guardaba la jerarquía» cuando escogía a una mujer, motivo por el cual Rodríguez Cuartero cree que «no pudo contagiarse de ninguna enfermedad sexual»

«Los hijos describen que Colón estuvo tullido durante muchos meses y, además, tenía hemorragias oculares. No dicen nada de la uretritis que es el tercer síntoma, pero era muy frecuente entre los españoles por aquella época, por lo que es casi seguro que padeciera dicha enfermedad» , indicó el médico granadino.

Otras enfermedades como la sífilis, malaria, tifus, artritis reumatoide o escorbuto, típicas durante los siglos XV y XVI, no afectaron a Cristóbal Colón, según este experto.

Al igual que su origen, los últimos años de Colón siguen siendo un misterio. Sólo se sabe que llegó a España encadenado por orden de Fernando el Católico y que hasta su muerte estuvo «muy enfermo y pasó estrecheces económicas» al negarse a aceptar el cambio de los privilegios de las Capitulaciones del Descubrimiento por el dominio de Carrión de los Condes, propuesto por el rey.

«El gran Almirante murió enfermo, sin dinero ni para comer, decepcionado y en el más completo anonimato» , afirmó Rodríguez Cuartero.

Añade que Colón no pudo padecer «enfermedades de viejo ni respiratorias, pues no fumó nunca» , por lo cual la causa de su muerte «pudo ser un posible fallo cardíaco, provocado por un decaimiento orgánico».

La mayoría de historiadores coincide en que los restos de Colón, que murió el 20 de mayo de 1506 (a los 54 años de edad) en Valladolid, fueron enterrados siguiendo su deseo en la Isla de La Española, actual República Dominicana.

Y añaden que tras más de dos siglos reposando en Santo Domingo, en 1795 y tras la cesión de la isla a Francia por el tratado de paz de Basilea, España rescató los restos del almirante y se los llevó primero a La Habana y luego a la ciudad española de Sevilla.

Fuente: Compumedicina.com

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