Embajador ante el Gran Tamerlán

Payo Gómez de Sotomayor. Señor de Lantaño. Embajador de Occidente ante el Gran Tamerlán.

 La historia de la rama Húngara de los Sotomayor.

A finales del siglo XIV y principios del XV, el mundo Occidental cristiano observaba como el Islam de los turcos otomanos, avanzaba en territorios de Europa oriental aniquilando el último reducto del Imperio Bizantino y conquistando los reinos cristianos de Servia y Bulgaria.

Un líder surge en lo que hoy llamamos Oriente Medio, “El gran Tamerlán” quien se decía ser descendiente directo de Gengis Can.  con Francia e Inglaterra enfrascadas en la guerra de los 100 años, occidente veía en el Gran Tamerlán la única solución para detener el avance hacia Europa occidental del Islam de mano de los Otomanos.

 

Territorios recorridos por Payo Gómez de Sotomayor en su busca  de el Gran Tamerlán

Enrique III de Trastámara rey de Castilla y Galicia, compartía el temor de toda Europa agravado su temor ante un posible entendimiento de los Turcos Otomanos con los árabes de España, decide enviar una delegación a la corte del Gran Tamerlán y en 1401 Payo Gómez de Sotomayor es comisionado como embajador de Occidente ante Oriente. Cumplía este señor de la alta nobleza los requisitos necesarios para tan importante misión:

 

“Ser caballeros de buen apostamiento que le acompañe, de fama valerosa y doctores muy letrados”

 

El señor de Lantaño además podía presumir de derechos de sangre, al ser descendiente de la Reina Lupa, por tanto, descendiente de Caio Cesar y Calígula, además descendía también de Carlo Magno y Pedro I.

 

Vasco de Aponte:

“Fue por embajador ante el gran Tamurabeque, el qual sabiendo que él era de España, a él y a los otros embajadores honró mucho, mostrándoles cosas muy maravillosas y teniendo delante de sí una piedra que sudaba cuando mentían…

 

El Tamerlán usaba esta piedra para descubrir a los mentirosos, el Señor de Lantaño contestó a las preguntas del Tamerlán y la piedra no sudó, por lo que el Tamerlán creyó ciegamente en lo que el noble le decía, cogiéndole además gran estima y respeto.

El señor de Lantaño pudo pues permanecer en la Corte hasta asistir en 1402 a la Batalla de Ancara o de Angola en territorio Turco contra los Otomanos, batalla que ganó el Gran Tamerlán para alivio de Occidente, suceso que propició la partida para dar buena cuenta a Enrique III de todo lo acontecido. La embajada regresó acompañada de un emisario de Tamerlán, Mohamad Alcaxi, acompañado de cinco tártaros y tres princesas cristianas como presente para Enrique III.

Una de estas princesas se llamaba María de Hungría (también se la conoció como María de Grecia/Gómez)y según cuenta la leyenda era hija del rey Segismundo de Hungría. El señor de Lantaño se encaprichó de la bella princesa y llegados a España, en la población de Jodar en Jaén mantiene una acalorada aventura con ella.

 

Cantar de la época:

En la fontana de Xóldar,

Vi la niña de oxos bellos

E finque ferido de ellos

Sin tener de vida una hora.

 

Enrique III al enterarse de lo sucedido, decide degollar a su embajador en castigo por su romance amoroso con un presente destinado para él. Dicen que gracias a la intermediación de “buenos valedores” que Payo Gómez de Sotomayor tenía en la corte, este pudo salvar su cabeza, y el rey tan solo lo obligó a esposarse con la princesa mancillada.

A la muerte de Enrique III Gómez de Sotomayor aprovechó para desposarse de María de Hungría, y casarse en segundas nupcias con doña Mayor de Mendoza, hermana del arzobispo de Santiago de Compostela don Lope de Mendoza, este matrimonio resultaba muy conveniente para los intereses de la casa de Lantaño, no obstante, en su testamento el señor de Lantaño le llama «Su sirvienta», lo que nos hace pensar que nunca se distanció de María de Hungría de quien tubo dos hijos, doña Inés Gómez y don Diego Álvarez;  no fue enterrada en el Convento de Santo Domingo de Pontevedra al lado de Gómez de Sotomayor, este lugar lo ocupó su segunda mujer, Mayor de Mendoza. Se cree que María de Hungría fue enterrada en Ribadavia.

O María de Hungría fue un desliz ocasional con el que, el de Sotomayor tubo que cargar hasta el fin de sus días, o fue, una historia de amor donde a la Mendoza no le quedó más remedio que la resignación, cada cual decida y escoja.