Carta de Cristóbal Colón a Diego Colón.

Memorial de Cristóbal Colón a Diego Colón.
1504 (Aprox.)


Memorial para ti, mi muy caro fijo Don Diego, de lo que al presente me ocorre que se ha de hazer. Lo principal es de encomendar efectuosamente con mucha deboçión el ánima de la Reina, Nuestra Señora, a Dios.

Su vida siempre fue católica y santa y prunta a todas las cosas de su santo servicio, y por esto se debe creher que está en su santa gloria y fuera del deseu d’este áspero y fatigoso mundo. Después es de, en todo y por todo, de se desbelar y esforçar en el servicio del Rey, Nuestro Señor, y trabar de le quitar de enojos.

Su Alteza es la cabeça de la cristiandad; ved el proberbio que diz: cuando la cabeça duele, todos los miembros duele; ansí que todos los buenos cristianos deben suplicar por su larga vida y salud, y los que somos obligados a le servir más que otros debemos ayudar a eso con grande estudio y diligençia. Esta razón me movió agora con mi fuerte mal a te escrivir esto que aquí escrivo, porque Su Alteza lo probea como fuere su servicio.

Y por mayor complimiento enbío allá a tu hermano, que bien que él sea niño en días, non es ansí en el entendimiento; y enbío a tu tío y Carbajal, porque si este mi escrivir non abasta, que todos con ti juntamente probeáis con palabra por manera que Su Alteza reçiba servicio.

A mi veer nada tiene tanta necesidad de se prober y remediar como las Indias. Allá debe agora de tener Su Alteza más de cuarenta o sesenta mil pesos d’oro. Coñosçí que el Gobernador, cuando yo estaba allá, non tenía mucha gana de los enbiar. Tanbién en la otra gente se crehe que habrá otros çiento y, çincuenta mil pesos, y las minas en gran vigor y fuerça.

La gente que allá es, los más son de común y de poco saber y que poco estiman los casos. El Gobernador es de todos muy mal quisto; es de temer que esta gente non tomen algún rebés. Si esto seguiese, lo que Dios non quera, sería después malo de adobar, y también si de acá o de otras partes con la gran fama del oro se pusiese a usar sobre ellas de injustiçia.

Mi pareçer es que Su Alteza debe[n] de prober esto apriesa y de persona a quien duela, con çiento y çincuenta o duzientas personas con buen atabío, fasta que lo asiente bien sin sospecha, lo cual puede seer en menos de tres meses; y que se probea de hazer allá dos o tres fuerças.

El oro que allá está es en grande abentura, porque es ligero con poca gente de señoreale. Digo que aca se diz um refrán: que al caballo la vista de su dueño le ingorda. Acá y adonde quera, fasta que el espíritu se aparte d’este coerpo, serviré a Su Alteza con gozo.

Arriba dise que Su Alteza es la cabeça de los cristianos, y es de neçesidad que se ocupe y entienda en conservalos y las tierras. A esta causa dizen la gente que non puede ansí prober de buen gobierno a todas estas Indias, y que se pierden y, non dan el fruto ni le crían como la razón quere. A mi veer sería su servicio que de algo d’esto se descuidase con algi a quien doliese el mal tratamiento d’ellas.

Yo escriví a Sus Altezas, luego que aquí llegé, una carta bien larga, llena de neçesidades que requeren el remedio cierto presto y de braço sano. Ninguna repuesta ni provisión sobre ello he visto. Unos navíos detiene en Sanlúcar el tiempo.

Yo he dicho a estos Señores de la Contratación que los deben mandar a detener fasta que el Rey, Nuestro Señor, probea en ello, o de persona con gente o de escrito. Muy neçesario es d’esto; y sey lo que digo, y es neçesidad que se mande en todos los puertos y se mire con diligençia que no vaya allá nadi sin licencia.

Ya dise que hay mucho oro cogido en casas de paja sin fortaleza, y en la tierra hartos desconçertados, y la inimistad d’este que gobierna y el poco castigo que se haz y se ha fecho en quien cometió manipodios y salió con su traiçión favoreçido. Si su Alteza acoerda de prover algo debe de ser luego, porque estos nabíos non reciban agrabio.

Yo he oido que están para elegir tres obispos para enbiar a la Española. Si plaz a Su Alteza de me oir, antes que esto concluyan, que diré con que Dios Nuestro Señor sea bien servido y Su Alteza y contento.

Yo me he detenido en el prober de la Española.

Fuente:

Cristóbal Colón. Textos y documentos completos. Relaciones de viajes, cartas y memoriales, edición prólogo y notas de Consuelo Varela, Alianza Editorial, Madrid, 1982, pp. 316-318

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