Las versiones sobre la adquisición de libros por parte de Cristóbal Colón son varias. Una primera que indica que el empeño de encontrar la nueva ruta hacia Asia acrecienta su interés y esto le hace instruirse adquiriendo ejemplares de las más reconocidas enciclopedias y tratados geográficos y libros de viajes, y otra segunda que afirma que dichas obras, como la mayor parte de su biblioteca, las adquirió posteriormente, durante su permanencia en España, para reafirmarse en sus teorías descubridoras haciendo acopio de material bibliográfico que le sirviese para refutar a aquellos que argumentaban que no había encontrado las Indias pretendidamente descubiertas por él. Es entonces cuando se dedica a la compra de libros.
Sea como fuere la adquisición de estos libros, Cristóbal Colón dejó al morir una biblioteca respetable para la media de su época. Leyó con gran interés la Geografía de Ptolomeo que sostenía que las costas del oeste europeo y las orientales de Asia estaban bañadas por un mismo mar. También leyó la Historia rerum ubique gestarum (1477) (Historia de todas las cosas y de los hechos que se han hecho en el mundo) de Aeneas Sylvius Piccolomineus (Papa Pío II). Sabía de memoria la Imago Mundi del cardenal francés Pierre d’Ailly en donde se afirmaba que el océano no era tan ancho y podía ser atravesado en pocos días. Algunas de estas obras fueron las que formaron parte del legado bibliográfico que Cristóbal Colón dona a su hijo Hernando y pueden considerarse como la semilla de la futura Biblioteca Colombina que reflejarán las inquietudes de su época, vinculadas a la Historia de la Ciencia.
Imago mundi
Una recopilación realizada por el cardenal Pedro de Ailly, con el título de Imago mundi . Pedro de Ailly nació en Compiègne en 1350, fue obispo de Cambray y nombrado cardenal en 1412. Durante algunos años fue confesor del rey Carlos VI. Este ejemplar incunable es de una edición de 1480 o 1483, impreso en Lovaina, compuesto de 21 tratados, 16 obras de De Ailly y 5 de Pierre Gerson; todos se refieren a la astronomía, la cosmografía, el conocimiento del mundo y diversas partes de las tierras habitadas. La obra era bien conocida y se difundió durante mucho tiempo aun antes de su impresión, particularmente en Portugal, donde Gomes Eanes de Azurara la cita en su Crónica del descubrimiento y conquista de Guinea, escrita en 1453. Contiene 898 notas manuscritas del Almirante y también de su hijo Hernando Colón.
Historia Rerum
Este ejemplar incunable de la Historia rerum ubique gestarum, del papa Pío II Piccolomini, en la edición de Venecia (1477) es considerado como una cotizada enciclopedia geográfica de la época. Pío II fue un gran humanista, político y papa al fin de sus días. Compuso una descripción de Asia que representa la puesta al día de sus conocimientos geográficos sobre el inmenso continente vecino, y a la vez, un reportaje elegante y claro en torno a los sucesos de última hora relativos a las confrontaciones entre las ciudades cristianas y turcas.
Libro de viajes (Marco Polo)
El libro de las cosas maravillosas de Marco Polo desplegó ante los ojos asombrados de los europeos de la Edad Media las maravillas del Lejano Oriente. Libro de gran influencia en su época y en los siglos posteriores.
Después del segundo viaje de Colón a las Indias, los fondos bibliográficos del Almirante aumentaron considerablemente. Fue entonces cuando encomendó a un mercader de Bristol, John Day que le comprase la edición latina del libro de viajes de Marco Polo. Impresa en la ciudad holandesa de Gouda por Gerardus Leeu, ca. 1483-1484.
La composición y estructura de las apostillas no presenta grandes dificultades, revelando cierta precipitación, como si hubiera pensado en cubrir cuanto antes los márgenes del libro con un aluvión de notas para dar cumplida impresión de haberlo leído. Para ello, parece ser que Colón se rodea de otras dos personas que le ayudarán a glosar este ejemplar. Así una mano (amanuense anónimo) glosará todo lo relativo a nombres de ciudades, regiones, reyes, gobernantes y demás personajes y accidentes geográficos (personaje que aparecerá en otros documentos del almirante); otra mano, quizás perteneciente a su hijo Hernando Colón, que registra las peripecias más pintorescas que surgen en la narración, y por último aparece la mano del Almirante reservándose para su pluma la valoración económica de las diversas tierras y recursos tanto en hombres como en animales y plantas.
Libro de las Profecías
Es una obra enigmática que nunca llegó a publicarse. Manuscrito encuadernado en pergamino, consta de 84 folios numerados de los que en la actualidad faltan catorce por haber sido arrancados o cortados. Se trata de una colección de textos bíblicos, padres de la iglesia y clásicos con los que Colón intenta probar que el descubrimiento del Nuevo Mundo había sido profetizado en las Escrituras, marcando por tanto una nueva era en la historia de la humanidad. Colón interpreta las Sagradas Escrituras en un sentido literal creyendo ver en ellas un anuncio de su hallazgo. Hay que entender que la Biblia fue el libro más estudiado en la Edad Media y por tanto no fue el único, ya que autores como Arias Montano, Acosta, etc. fueron muy prolíficos en la interpretación de la Biblia.
Historia natural de Plinio
Obra traducida al italiano por un florentino para el rey de Nápoles; impresa en Venecia, en 1489. Más que un zoólogo interesado en explicar el mundo animal, el escritor latino fue un pensador que al preguntarse por el alma de los hombres buscó las respuestas en la riqueza de la naturaleza. Y cuando ésta parecía insuficiente, se atrevió a inventar animales fantásticos y conductas extraordinarias. En esta obra se recogen los conocimientos científicos más importantes del mundo antiguo en las materias de geografía, cosmología, medicina, mineralogía, fisiología animal y vegetal, historia del arte, etc.
Todos estos libros están abundante y cuidadosamente anotados, ya en los márgenes, ya en la parte inferior de las páginas, o en grandes ampliaciones en mitades de pliego en blanco. Las notas, de muy desigual importancia, a veces se limitan a repetir una palabra que se consideró importante; en otras ocasiones se trata de verdaderas glosas, de comentarios más o menos sabios o producto de la fantasía. Estas anotaciones debidas a la pluma de Colón son sin duda los escritos más espontáneos, más auténticos e indiscutibles.