Por Alberto Estévez Piña
Evidentemente, tenemos una obligación ineludible, recordar y perpetuar a tudenses ilustres y ejemplares, siendo ahora el caso, del Apóstol del regionalismo gallego, Justo Eliseo Areal, tudense erudito, historiador, escritor, periodista, poeta y genial pintor. Sí; J. Areal, se muere joven en la ciudad del Olivo, no habiendo cumplido los cuarenta años; un hombre bueno, dotado con los dones que dan a la vida el derecho de una larga existencia que, en este caso, fue rota por la fatalidad y la desgracia.
Justo E. Areal, había nacido en Tuy, el 14 de Junio de 1862, pasando aquí su infancia, con la triste circunstancia de ser, ya antes de nacer, huérfano de padre; suceso que le hizo vivir con su madre, su niñez y juventud en la ciudad episcopal; sintiendo la excelsitud del dolor y sin el apoyo de nadie para tomar asiento en las aulas universitarias. En la soledad de su casa, fue acostumbrándose para luchar en este mundo de zozobras, donde se forjan las virtudes de la gloria y se evapora la esperanza.
En el año 1880, a los dieciocho años, Justo Areal, deja la ciudad tudense, sentando plaza en madrid, en el regimiento de infantería de Granada número 34, siendo escribiente de la dirección general del Ministerio de Guerra. Su espíritu democrático le llevo a la milicia, entendiendo que el uniforme de los defensores de la patria, no abdicaba de su voluntad, de su conciencia de ciudadano en defensa del honor, el derecho, la libertad y la justicia y, de modo alguno, para servir de guardia pretoriano al despotismo ó entronizar políticos ambiciosos… pensamientos que le hacen comprometerse en la sublevación de Badajoz, siendo expulsado del ejército en Marzo de 1884, comprobándose así, que las ideas de un espíritu noble, no encuadraban con los estrechos moldes de los deberes de una disciplina ciega y brutal, que le imponía pisotear los deberes de sus anhelos y esperanzas… de ahí que, cuando se le auguraba en su incipiente carrera un porvenir risueño de honores, se trunca por una inmediata separación del ejército, con la expulsión definitiva. Lo cierto, que este contratiempo, templó su carácter para la lucha y, mudando de medio, recurre con inclinación decidida por el periodismo, cambiando la espada por la pluma, para trabajar sin descanso, por el programa de una idea salvadora de su patria gallega; es el comienzo de sus colaboraciones en difrentes diarios y revistas, con artículos en los que canta las glorias de Galicia y de manera particular, de su querida ciudad tudense, donde se casa y queda viviendo cinco años, mientras defiende su casa, con el trabajo comercial con distintas representaciones extranjeras de aparatos y accesorios de ortopedia. Es un trabajo que le obliga a viajar, posibilitándole el conocer y admirar con entusiasmo de artista, arqueólogo e historiador, las ruinas del acueducto de Mérida; la hermosísima catedral de León; la noble de Burgos y otras muchas poblaciones y monumentos de España, a las que más tarde dedicará interesantes trabajos.
La noticia de su prematura muerte, está reflejada en el gran número de notas necrológicas de prensa de la época, donde se reitera su gran corazón y nutrida inteligencia, que se había unido, dicen, para hacerle brillar entre los más destacados escritores y periodistas regionales.
Recordaré que Justo Areal, sentía predilección por los estudios históricos de nuestra Galicia, publicando trabajos heráldicos y de arqueología y, sobre todo, temas de diferentes efemérides de nuestra tierra, acogidas por la mayoría de la prensa con muchos elogios, con una crítica que hacía justicia al merito de sus trabajos.
En el libro «Corona fúnebre a Justo Eliseo Areal» publicado en Argentina en 1937, en su es crito: «Areal pintado por si mismo», entre otras cosas dice: «Sólo tengo dos actos en mi vida que, eso sí, me llenó de orgullo al considerarlo y de placer al recordarlo. En Badajoz (en el Gudiana) salvé la vida al cabo, Fernando Cueto y a un soldado llamado Ferreu, ambos de mi regimiento, que sin mi auxilio hubieran perecido en las pantanosas aguas del río. Por este accidente me llevaron al hospital, donde estuve tres meses muy enfermo, todo por el grandísimo esfuerzo que había hecho. No conseguí la cruz de beneficencia porque fue cuando el general sorprendió la lista de sargentos y cabos que estábamos comprometidos, y me dio la licencia para el depósito de Tuy, con una nota de sospechoso…»
Justo E. Areal, fallece en Vigo el 8 de Julio de 1902, lo que hace que con destellos luminosos de la intelectualidad gallega se le perpetúe su acendrado amor a Galicia, así se reitera en distintas publicaciones, periódicos y diarios, como «El Noroeste y «Revista Gallega de La Coruña»; «La Integridad» de Tuy; «El Independiente» , «La Concordia», «Faro de Vigo», de Vigo; «La Correspondencia Gallega» de Pontevedra; «El Eco de Galicia» de Buenos Aires; «La Idea Moderna» de Lugo; «El Pueblo» de Santiago del Estero (Argentina); «El Correo Español» de Buenos Aires y «La Defensa» de Loreto (Argentina).
Es necesario y de toda justicia recuperar para nuestra ciudad el importante nombre de Justo Eliseo Areal, hijo de Tuy y creador de la defensa de la región gallega autónoma.