Las hondas convulsiones internas que agitan a muchos países hispanoamericanos, no ha sido óbice para que este año, como los anteriores, se conmemorase con toda esplendidez la gloriosa efemérides del acontecimiento más grande de la Historia de la Humanidad después del nacimiento del Hijo de Dios.
‘Pero en Cuba esta efemérides de afirmación de la confraternidad hispanoamericana ha revestido mayores proporciones que otras veces, sellándose con brillantes actos culturales, religiosos, sociales y militares, en cuya organización tomaron parte entusiasta la Sociedad Colombista Pan-Americana, la Orden de los Caballeros de Colón, el Lyceum y el Ejército con asistencia del Cuerpo Diplomático.
CULTURA GALLEGA no puede tampoco pasar en silencio el gran suceso del Descubrimiento de América, considerándolo bajo diversos aspectos a cual más interesantes. Puede a/firmarse enfáticamente que España produjo una múltiple evolución, de caracteres tan trascendentales como variados.
En la esfera mercantil, el descubrimiento mareó el paso del centro de la actividad de los puertos del Mediterráneo a los del Atlántico. Hizo más intenso y extenso el intercambio.
Imprimió enorme impulso a la navegación. El feudalismo, ya herido por las consecuencias económicas de las cruzadas, experimentó, como resultada del acrecentamiento de los medios de cambio, la depreciación de las rentas territoriales. Surgieron, con mayores bríos, las clases industrial y comercial.
En el orden científico, señaló la derrota de quienes negaban la redondez de la tierra. Con- tribuyó con el andar del tiempo al arraigo de la combatida teoría de Copérnico, demostrando el doble movimiento de los planetas sobre sí mismos y alrededor del sol. Más tarde Ga- lileo confirmó las teorías de Copérnico y proclamó que el sol, y no la tierra, era el eje del mundo planetario y que giraba la tierra en torno de aquél como los demás planetas que reflejan la luz, confirmación que a poco le cuesta la vida.
Desde el punto de vista patriótico, de un patriotismo sano, grande, elevado, puede España enorgullecerse en esta efemérides de haber impulsado todo un continente a la vida de la civilización. Sin ol<vidar a los valerosos marinos del norte que en 687 encontraron la Islandia y colonizaron en 985 la Groelandia, ni los descubrimientos geográficos hechos por el príncipe portugués Enrique el Navegante y otros intrépidos viajeros medioevales, lo cierto es que a España corresponde el honor, íntegro, de un descubrimiento efectuado en tres pequeñas naves que hoy consideraríamos absurdas para tamaña empresa: la Santa María (nave capitana de Colón en su primer viaje, llamada también “La Gallega”), la Pinta y la Niña.
De esas tres naves, sólo la capitana estaba completamente cubierta por un puente. Su tonelaje ha sido estimado por unos en 280 toneladas; por otros en 200. La Pinta y la Niña, de tipo bajo y ligero, llamadas “carabelas”, se supone que contaban 140 y 100 toneladas, respectivamente. Y en esos tres remedos de buques, surcó la expedición hispánica la inmensidad del Océano; y tras mil accidentes se encontraron los temerarios navegantes, en la mañana del 12 de Octubre de 1492, cerca de la pequeña isla de coral de las Bahamas, llamada por los naturales Ganahaní y a la cual bautizó Colón con el nombre de San Salvador, en recuerdo de la alegre villa de Pontevedra donde, según pruebas documentadas de La Riega, Otero, Gorostola, Rodríguez, Zas, Marcóte y otros muchos autores colonianos, había nacido el Almirante.
He- ahí una de las imborrables efemérides históricas, uno de los mayores galardones de nuestra España, uno de esos recuerdos perennes que vivirán por toda la eternidad. En esta efemérides, el orbe entero invoca la homérica proeza. Y todas las naciones americanas que se expresan en el idioma español, conmemoran su advenimiento a la vida universal. Soberanos, independientes, libres — con alguna dolorosa excepción—esos pueblos dirigen su mirada a la madre de todos ellos, hoy desangrada y devastada por feroz lucha fratricida, palpitando al unísono los corazones hispánicos de aquende y allende los mares; y tanto los que hemos nacido en el viejo mundo, como los que han nacido en el continente nuevo, nos abrazamos espiritualmente y, con los ojos puestos en la progenitor a común, exclamamos: ¡Salud, hermanos!
COLON
Por la fe de la Reina Castellana fué Colón otro Dios ante la Historia: dió un Mundo nuevo a la Nación Hispana y remontó su nombre hasta la gloria.
Cuando pisó la selva americana llevó, con el laurel de su victoria, idioma, religión, sangre espartana, de Iberia la brillante ejecutoria.
Pasaron siglos y surgió el agravio; pero no hay rencor, que una caricia llevó besos de amor, de labio a labio.
Y hoy el Mundo, nimbado de justicia, pregona que el marino augusto y sabio, tuvo su cuna en la viril Galicia.
‘Próspero Tichardo Arredondo (cubano)