De sorprendente puede calificarse el hecho de que Cristoforo Colombo, nacido en la Liguria italiana en 1451, escribiera en castellano al Banco de San Giorgio de Génova, al igual que mantuviera una extensa correspondencia en esta misma lengua con Nicolás Oderigo, embajador genovés en Castilla, y con su gran amigo y protector, también italiano, fray Gaspar Gorricio. A sus hermanos Bartolomé y Diego, supuestamente genoveses, les escribía en castellano y hasta en caracteres desconocidos. ¿Cómo puede explicarse que Cristoforo Colombo o el Colón ligur [expresión utilizada por Pietro Martire d’Anghiera], que hasta los 22 o 25 años residió casi permanentemente en Génova y Savona ya utilizara el castellano en Portugal, tres años antes de llegar a Castilla?
Y también queda probado lo dicho por una extensa nota marginal, en lengua castellana, escrita por Colón en un libro de su propiedad, Historia rerum ubique gestarum de Eneas Silvio Picolomini, en la que el genial navegante explica sus cálculos sobre la era del mundo. ¿Será que el Cristoforo Colombo genovés, nacido en 1451, no era Cristóbal Colón? Nadie puede negar que el Almirante tenía conocimientos de la lengua italiana porque en Historia di Plinio, escrita en dicha lengua y conservado en la Biblioteca Colombina de Sevilla, hay la siguiente nota marginal escrita por Colón: << Del ambra es çierto nascere in India soto tierra, he yo no ha fato caure in molti monti in la isola de Feyti uel de Ofir uel de Cipango, a la cuale habio posto nome Spagnola, y ne o trouato pieça grande como el capo, ma no tota chiara, saluo de chiaro y parda, y otra negra; y ve n’e asay>>. Significado en castellano: <<Es cierto que el ámbar nace en la India bajo tierra y yo hice excavar en muchos montes de la isla de Feyti (Haití) o el Ofir o el Cipango, a la cual había puesto el nombre de Española y allí encontré una pieza grande como la cabeza, pero no toda clara, siendo entre clara y oscura y otra negra, y hay bastante>.
Palabras no italianas son del, es cierto, tierra, yo, pieça, como, el, y, pardo, otra, negra, pero la redacción no puede atribuirse a una persona que tuviera el italiano como lengua materna. Salvador de Madariaga [Vida del Muy Magnífico Señor Don Cristóbal Colón, Buenos Aires, 1958, p. 73] califica el texto <<como una jerga indescriptiblemente cómica en la que las palabras italianas o pseudoitalianas ni siquiera son mayoría en un contexto italiano-castellano-portugués>>, para añadir que <<es tan disparatado, que, de no ser apócrifo, sólo puede explicarse por un momento de aberración mental>>.
Por otra parte, entre las numerosas notas y apostillas de Colón en sus libros de lectura, todas en castellano y latín, hay otra corta en italiano, en el Libro de Profecías [Biblioteca Colombina de Sevilla]: <<Doppo el pecato delli primi parenti cadendo l´homo de male en pegio perdete la simigliança de Dio et, como dice el psalmista, prese similitudine de bestia>>. En castellano quiere decir: <<Después del pecado de los primeros padres cayendo el hombre de mal en peor perdió la semejanza de Dios y, como dice el salmista, tomó la semejanza de bestia>>. En este caso, el, en, como, de tampoco son palabras italianas. Así que el supuesto «genovés» Colón solamente nos ha dejado dos notas escritas en «italiano», nada en portugués ni tampoco, que se sepa, en dialecto genovés y, a excepción de los caracteres cifrados, el resto de la numerosa correspondencia, bien sean documentos autógrafos o de copistas, están escritos en castellano. Y si no hay suficiente con el problema de que el Colonus ligur no tuviera el italiano como lengua propia, veamos lo que dice fray Bartolomé de las Casas:
– – <<Todas estas son sus palabras formales, algunas dellas no de perfecto romance castellano, como no fuese su lengua materna del Almirante>>.
– – <En este paso hace mención el Almirante de muchos puntos de tierra e islas e nombres que les había puesto, pero no parece cuando, y en esto y en otras cosas que hay en sus itinerarios, parece ser natural de otra lengua, porque no penetra del todo la significación de los vocablos de la lengua castellana, ni del modo de hablar della>>.
– – <<Estas son sus palabras, y no muy polidas en nuestro romance, pero, cierto, no por eso dignas de desechar>>.
– – <<Todas estas son palabras del Almirante, con su humilde y falto de la propiedad de vocablos estilo, como quien en Castilla no había nacido>>
– – <<Estas son sus palabras, puesto que defectuosas cuanto a nuestro lenguaje castellano, el cual no sabía bien, pero más insensiblemente dignas>>
Hay otro testimonio importante relacionado con la lengua que hablaba Colón al llegar a La Rábida (Huelva), y es el de García Hernández, físico (médico) de Palos, que en ocasión de los pleitos colombinos declaró: <<E que estando ally ende este testigo un frayle que se llamaba fray juan peres q’es ya defunto quiso hablar con el dho don crystobal colon e viendo le desposysion de otra tierra e reyno ageno a su lengua le preguntó…>>.
(Cristóbal Colón, catalanoparlante, Editorial Mediterrània-Eivissa, Nito Verdera, Ibiza, 1994 pp. 27, 28, 312, 313 y 314)
CARACTERES CIFRADOS
A finales de agosto del año 1500 llegó a Santo Domingo un nuevo gobernador, Diego Bobadilla, que detuvo a los hermanos Colón y los envió a Castilla cargados de cadenas. El hecho fue recogido en las Décades de Pietro Martire D’Anghiera y cuenta que <<Aquel nuevo gobernador se dice que envió a los Reyes cartas escritas por la diestra del Prefecto (Almirante) en caracteres cifrados, en las que exhortaba y aconsejaba a su hermano el Adelantado (Bartolomé), ausente a la sazón, que acudiera a toda prisa con una tropa armada para protegerse de una injuria, si el nuevo gobernador se disponía a cometer con ellos algún atropello>>.
Para el historiador Juan Gil, escribir en caracteres cifrados <<era una costumbre generalizada en aquel tiempo>>. Podía serlo, no voy a discutirlo, pero, en cualquier caso, debía estar reservada a las personas cultas, pienso yo. Salvador de Madariaga, en cambio, lo analiza desde otra óptica y se pregunta qué caracteres son éstos y señala que ni Cristóbal Colón ni su hermano Bartolomé sabían lengua alguna que no fuese latina. <<Es muy probable -añade- que se hubiesen constituido una cifra de uso personal. Más natural parece suponer que conociesen por tradición familiar alguna forma cursiva del alfabeto hebreo>>.
Hay dos apostillas singulares en Historia rerum ubique gestarum, de Eneas Silvio Picolomini , la B54 y la B59, escritas parcialmente en clave, que hasta hoy, al parecer, nadie ha sido capaz de descifrar. La B54 dice <<Nota de Seres multa nobis spectantibus pro T76 y 78/= 849Y8/>>, que puede traducirse por <Fíjate en los Seres, muchas cosas, que nos esperan para…>>.
En cuanto a la B59 dice <<Miram dicunt aeris dementiam ministrare.adeo quod sit ultima .4m. clima 7=3y8=9P547>6=7P…>>. Su significado es: <<Dicen que les otorga una maravillosa locura del aire. Tanto que sería el más remoto 4º clima…>>. [x1] [x1]
Por lo que respecta a la B54, Juan Pérez de Tudela [Cristóbal Colón. Una nueva Historia del Descubrimiento, Rembrandt Editions, Alicante, 1989] señala que la primera palabra cifrada significa lignis (troncos, canoas) y la segunda Esdras. En cuanto a la apostilla B59, apunta Juan Pérez de Tudela que la primera palabra cifrada significa Uidigueipolis= a Dominica (la isla), Guaytucabo en lengua de los aborígenes. La segunda significaría Iemaserpolis= a Yamaye, nombre indígena de Jamaica.
Como es sabido, el doctor Juan Pérez de Tudela y Bueso, miembro de la Real Academia de la Historia de España, es autor de una teoría sobre el descubrimiento de América según la cual Cristóbal Colón -antes de 1492 y en pleno Océano Atlántico- encontró una canoa con indígenas vivos, que le habrían informado de la existencia de
islas en el Mar Caribe. Ciertamente, aquí y ahora no se trata de valorar la citada teoría ni el resultado de los trabajos llevados a cabo para intentar descifrar las palabras en clave, pero sí se debe agradecer al ilustre historiador español el empeño mostrado para aclarar el significado de las dos apostillas colombinas.
Respecto a la apostilla B54, Gerard Garrigue [Christophe Colomb le catalan, Confluences, Barcelona, 1992, p. 157] también da su versión sobre su significado El autor, a quien conocí personalmente en Barcelona en 1993, ha sido marino profesional y ha navegado por el Océano Indico y por el Mar de China, y recuerda que los Seres, para los europeos eruditos del siglo XV, eran los hombres de raza amarilla que vivían en Extremo Oriente. Gerard Garrigue supone que la palabra cifrada indica una posición y que 7 es la longitud al oeste de su meridiano 0, que pasa por la isla de Hierro, a 19 grados de Greenwich y en latitud 78 norte según los cálculos de Cristóbal Colón, que correspondería al sur de Islandia y está equivocada en 11 grados por exceso. Entonces, Garrigue llega a la conclusión siguiente:
Longitud 19+7= 26 grados oeste
Latitud 78-11= 67 grados norte
Esta sería, según Gerard Garrigue, la situación de un punto de la cadena de montañas de la costa oriental de Groenlandia, con altitud de 3.700 metros, que Colón habría observado durante algunas horas del invierno boreal. <<De hecho -concluye Garrigue- él había visto América>>. Es decir, la apostilla de Colón vendría a confirmar que hubo un predescubrimiento, como se dice en las Capitulaciones de Santa Fe, hecho que viene reforzado después de haber estudiado lo que he venido en denominar «Conexión noruega».
(En la obra citada Cristóbal Colón, catalanoparlante, Nito Verdera, pp.313 y 314)
COLÓN Y EL ALFABETO HEBREO
La teoría de Salvador de Madariaga, respecto a que los hermanos Colón podrían haber utilizado alguna forma cursiva y cifrada de la lengua hebrea, encaja perfectamente con las doce rúbricas utilizadas por el Almirante en otras tantas cartas autógrafas dirigidas a su hijo Diego, en las que en el ángulo superior izquierdo aparecen ligados los caracteres hebreos bet y hai, abreviaturas de Baruch Haschem (Alabado sea el Señor). La investigación que he llevado a cabo [Cristóbal Colón, originario de Ibiza y criptojudío, editado y publicado por el Consell Insular d’Eivissa i Formentera, 1999, ISBN: 88018 – 42 – 8, pp. 137-179] sobre este signo, escrito de derecha a izquierda al modo semítico y en la que he contado con la valiosa colaboración del Archivo General de Indias, expertos del Gabinete Central de Identificación de la Dirección General de Policía Judicial española y del Instituto de Manuscritos Hebreos Microfilmados de Jerusalén, permite afirmar, de manera científica, que Colón conocía la lengua hebrea. Por añadidura, el filólogo alemán Fritz Streicher [Die Kolumbus Originale, Spanische Forschungen I, Görresgesellschaft, Munster i.W., 1928] afirma de manera categórica que la rúbrica está escrita por la mano de Colón, lo cual invalida las voces que se han alzado durante años, el sentido que el famoso lazo o rúbrica sería obra de algún archivero de la Casa de Veragua.
(Cristóbal Colón, catalanoparlante, Nito Verdera, Ibiza, 1994, 28, 29, 30)
LÉXICO COLOQUIAL COLOMBINO
En Cristóbal Colón, catalanoparlante (pp. 97- 150) he analizado 63 palabras o expresiones usadas por el Almirante, no escogidas al azar, sino por sus singularidades,
por no estar de acuerdo con la interpretación que se había dado de ellas por parte de historiadores y filólogos -especialmente Consuelo Varela, Juan Gil y Ramón Menéndez Pidal-, y otras por entender que solamente se explican desde la lengua catalana. El resultado es que 61 de ellas (96,8%) se encuentran en catalán; 31 son únicamente catalanas (42,9%); 22 son usuales en castellano y catalán (34,9%); cuatro son comunes al catalán, castellano y portugués (6,4%). Hay una palabra común al catalán y portugués y otra en árabe; a otra la considero un híbrido del catalán, portugués e italiano; otra es también común al catalán, portugués e italiano; y hasta hay una no clasificada en ningún idioma. Hay otro grupo de seis palabras al que denomino especial, que supone el 9,5% del total analizado, que son las siguientes:
Mozada (mordisco, bocado) : común al catalán y al gallego-portugués.
Burcam (volcán): genuina del árabe.
Faxones/faxoes (judías): híbrido portugués, catalán e italiano.
Luxengero (adulador): es un préstamo del antiguo occitano al catalán, castellano, portugués e italiano.
Per forza (por fuerza): es común al catalán, portugués e italiano.
Porsimolum (¿perejil?, ¿hinojo?): es difícil de adscribir a una lengua determinada.
De los 31 vocablos genuinos de la lengua catalana destaco bil.la (significa rasgón, arrapiezo y venda, y se usa sólo en Ibiza), abalumado (agobiado), barjaca (bolsa), almucadas (capuchas), fexes (haces), launes (láminas), manadas (manojos), manillas (aros, pulseras), redusir a memoria [hacer recordar], pusad (en el sentido de ser muy exigente), quisto (recaudador), setcentas islas de nombre (setecientas islas de número), terrado (azotea), cans (perros), encomportable (insoportable), ian face (hay delante), el mundo es poco (el mundo es pequeño), ençengir (rodear), arreo (sin excepción, sucesivamente), arriscada (atrevida), çeçiones (acceso de fiebre), aver o tener lengua (obtener información por vía secreta), pardales (gorriones), pellas (bandejas), resurtir (retroceder, retirarse).
(Cristóbal Colón, catalanoparlante, Nito Verdera, Ibiza, 1994, pp, 295, 296)
LÉXICO NÁUTICO Y TOPONÍMICO UTILIZADO POR COLÓN
De los 79 términos analizados, 69 son muy usuales en catalán (87,3%); 37 son únicamente usados en catalán (46,8%); 26 son castellanos (32,9%), pero muy usuales en catalán y hasta algún que otro en gallego-portugués y francés. Solamente un vocablo es usual en italiano y genovés; 16 también se encuentran en gallego-portugués (20,2%) y uno en gascón. Otra palabra es genuina del gallego-partugués, dos son italianas, tres del francés y el resto son normales en castellano y catalán.
Por otra parte, 11 términos estudiados son franceses (13,9%), pero usuales en castellano y catalán y, de todos ellos, solamente uno es genuino del francés; otro es provenzal, veneciano y genovés, y otro usual en italiano El resultado del análisis de 10 palabras señala que una es usual en dialectos suizos, del norte de Italia y de Baleares; y las restantes palabras son usuales en catalán, castellano, portugués y occitano. En consecuencia, de 79 vocablos náuticos analizados 10 no son de la lengua catalana, pero los encontramos en castellano, gallego-portugués y francés.
Las 37 palabras o expresiones genuinas del catalán son las siguientes: ampolleta (reloj de arena), angla (ensenada), agrezuela (en forma de crisol), basa (fondo marino arenoso), bojar (navegar o medir el circuito de una isla), boltejar (por voltear, navegar ciñendo dando bordos alternativos y sucesivos), boneta (vela supletoria), bruma (molusco acéfalo que se introduce en las maderas bañadas por las aguas de mar y las destruye), camarí (variedad del tiburón y topónimo existente en la isla de Formentera), estar o ponerse a la corda (disponer las velas de una embarcación de modo que ande poco o nada), cheranero (socaire), derrota (rumbo, camino), jamás se desabarcan (jamás se alejan), despalmar (limpiar, dar sebo y calafatear los fondos de una embarcación), enfundió (echó a pique), farallón (peñasco abrupto que sobresale en el mar), tener farol o hacer farol (hacer señales), fisga (arpón de varios dientes), gabia (vela), margalida (Margarita, isla de Venezuela e islote situado en la costa NW de Ibiza), martinet (en castellano es Martinete, el ‘martín pescador’, y topónimo situado ala entrada del puerto de Ibiza), poner navío a monte (varar la embarcación en seco para
carenarla o pintar sus fondos , papahigo (vela mayor, sin bonetas), portada (pacotilla), reguardo (distancia prudencial que por precaución toma la nave para al pasar cerca de la costa o de un punto peligroso), estar al reparo (navegar sin poner en peligro la embarcación), retreta (refugio), revesos (del catalán ‘revesa’ -dura y díficil-, peces que en la barriga tienen una aspereza, con la cual, donde quiera que se pegan, primero que los despegan los hacen pedazos) ), saona (de sazonar, y nombre de una cala de Formentera) soldar (echar el escandallo al agua para averiguar la profundidad y la calidad del fondo) sorgir (fondear), sotil (pequeño), surto (fondeado), temporejar (mantenerse con poca vela, como haciendo tiempo), será tant avant (habrá llegado), terral (viento de tierra) y treo (vela mayor sin bonetas).
Otras 32 palabras son muy usuales catalán y prestadas a las otras lenguas hispánicas; es decir, que de las 79 palabras analizadas, resulta que 69 de ellas (87,3%) se documentan en lengua catalana: balcos (rachas de viento de poca intensidad), sirga (maroma para tirar de una embarcación desde tierra), batel (embarcación que llevaban los navíos), blandear (aflojar, amainar), encabalgar (montar, doblar), gabia, , pozo (fondeadero), tonina (atún), trabucar (volcar, zozobrar), xarcia (aparejos y cabos de una nave), bolina (ir de bolina es navegar ciñendo el viento, de manera que dirección de la quilla forme con la del viento el ángulo menor posible), resaca (movimiento en retroceso de las olas después que han llegado a la orilla), vento abal (viento que sopla entre el Este y el Sur), nacaras (madreperlas), jusente (bajamar), cala (ensenada pequeña), estar a la colla (esperar condiciones favorables para navegar), conventos/comentos (unión de dos tablas), cor<r>i (en el sentido de llegar por arribada forzosa), naveta (nave pequeña), resegundava (se repetía), tramontana (Norte), turbiada (turbión, turbonada), amainar (arriar las velas de una embarcación), ataraçana (arsenal de navíos) ensolvia (diluía), entena (verga inclinada de las velas latinas), escombrado (desembarazado, limpio), passada (paso), puntero (viento que viene por la proa) y sotavento (costado opuesto a aquel de donde viene el viento). Pero resulta que hasta 20 palabras de los textos de Colón se documentan por primera vez en castellano. Correspondientes a 1492 tenemos barlovento (la parte de donde viene el viento, no documentada anteriormente en ninguna lengua), bojar, estar a la corda, hacer farol, fisga, poner navíos a monte, naveta, papahigo, estar al reparo, sorgir, temporejar, terral y treo. Portada (pacotilla) es una verdadera perla, que aparece en castellano en 1495 y se documenta en Llibre del Consolat de Mar, del siglo XIV. Puntero (viento que viene por la proa) apareció en castellano en el cuarto viaje de 1503. Despalmar en 1502, estar a la relinga en 1493 y procede del francés; resaca entra al castellano en 1492 y es francesa y catalanismo; restinga también aparece en 1492 y es gallego y portugués; Curiosamente, 17 de las palabras y expresiones citadas son de la lengua catalana (21,5%).
En cuanto a barlovento (la parte de donde viene el viento) resulta que no es palabra catalana ni castellana ni italiana ni portuguesa. En lengua catalana es sobrevent y barlovent se considera como un barbarismo, un castellanismo. Sin embargo, resulta que el ‘extraño’ vocablo viene del catalán per lo vent, que también significa ‘la parte de donde viene el viento’, que con la arabización de la «p» inicial se convierte en «b», hecho que solamente se explica desde el catalán hablado en Ibiza.
Por otra parte, cheranero (socaire) no significa ni Carenero ni Quersoneso como pretenden algunos historiadores, sino que se explica desde el antiguo verbo catalán (siglo XIII) serenar, xerenar (calmar). Entonces, al xeraner (el que da socaire) lo castellaniza el Almirante en cheranero y se acaba el «misterio» de la palabra usada por
Colón el día 6 de diciembre de 1492 en Haití. La cosa está muy clara, pero hay que
saber que en catalán no existe la «ch», función reservada a la «x». Además, el catalán hablado en Ibiza presenta una tendencia a la palatización inicial: xindria (sandía), xamarra (pelliza), xinglot (hipo), en lugar de sindria, samarra, singlot. Así que, sin lugar a dudas, la filología explica una vez más explica el polémico cheranero de Colón y cual era su lengua materna.
(Cristóbal Colón, catalanoparlante, Nito Verdera, Ibiza, 1994, pp. 298, 299, 300)
CRISTÓBAL COLÓN NO PODÍA SER GENOVÉS
Las conclusiones revelan que Colón tenía muy pocos conocimientos del dialecto genovés y del toscano -unido al hecho probado por Las Casas y Ramón Menéndez Pidal de que ni el castellano ni el portugués eran su lengua materna- lo cual nos permite presumir que debía ser catalanoparlante; es decir, natural de alguno de los territorios de la antigua Corona de Aragón. También tenía el Almirante grandes conocimientos del castellano, pero no los suficientes, según he comprobado en la investigación lingüística, porque cuando desconoce el vocablo adecuado, sin dudarlo, usa el catalán. Es un hecho tan claro, que en varias ocasiones ha de explicar su significado por suponer que los destinatarios de sus escritos no lo entenderán. Podemos, pues, calificar a Cristóbal Colón, hasta cierto punto, de ‘creador de la lengua castellana’.
Cristóbal Colón convivió navegó durante 14 años con portugueses y franceses, y así es normal que usara nuevos términos y expresiones. Y una pregunta se impone: dónde está la pretendida influencia del dialecto genovés y del toscano, base del actual italiano, en sus escritos? La respuesta científica es que no se encuentra, y que la pretendida influencia, ya que es prácticamente inexistente. En suma, gracias a una investigación que me ha llevado muchos años, creo poder aportar una prueba importante, quizá decisiva, para demostrar que el genovés Cristoforo Colombo no podía ser el Cristóbal Colón de los archivos españoles.
(Cristóbal Colón, catalanoparlante, Nito Verdera, Ibiza, 1994, p. 304)
LA LINGUA FRANCA COMO COARTADA
Es evidente que cuando Colón no sabía las palabras adecuadas en castellano las escribía en catalán y, en contadas ocasiones, en portugués y francés. Mi admirada Consuelo Varela (Cristóbal Colón. Retrato de un hombre, Madrid, 1992, p. 68), dice que <<el Almirante era un hombre de mar acostumbrado a chapurrear mil lenguas y que con sus compañeros se entendía a las mil maravillas en la jerga que se llamaba entonces levantisca, es decir del Levante, del Mediterráneo en general […] mientras que la jerga marinera castellana apenas aparece en su léxico. Colón -añade- educado entre italianos y portugueses, pero viviendo en Castilla habla una lengua desconcertante con préstamos de todas ellas>>.
Respecto a la forma de hablar de Colón quisiera puntualizar que hoy en día nadie puede saber la pronunciación que tenía, hecho que permite señalar casi a ciencia cierta la nacionalidad de una persona, pero sí conocemos su manera de escribir. Debe tenerse en cuenta, además, que Las Casas dice <<que no penetraba del todo la significación de la lengua castellana>>, hecho que excluye a los territorios de Castilla como cuna del Almirante, pero sin que nos dé pistas de dónde podía ser natural.
No pongo en duda que Colón conocía la jerga levantisca, la lingua franca, hecho que se viene utilizando como coartada para seguir apuntalando al genovés Cristoforo Colombo como descubridor el Nuevo Mundo, pero veremos que ésta no pudo influir en sus
escritos. En realidad, la lingua franca (Nueva Enciclopedia Larousse, Barcelona, 1981,
vol. 6, p. 5844) es una serie de voces latinas que designan un sabir, que comprende elementos diferentes de lenguas románicas, del árabe y del turco en uso hasta el siglo XIX en los puertos mediterráneos. La lingua franca sirvió, desde la época de las Cruzadas, de lengua comercial entre individuos de lengua turca o árabe, por una parte, y francos (cristianos) por otra. En Argel, que también fue lengua de la chusma, empleada entre dueños y esclavos, y entre esclavos de lenguas diferentes. Alguna vez ha desempeñado el papel de lengua diplomática, sobre todo en Túnez.
Para mejor comprensión, puede añadirse que un sabir es una lengua de relación mezclada a sabiendas, voluntariamente rudimentaria en su vocabulario y en su estructura gramatical, usada con fines particulares entre individuos de lenguas diferentes. Es importante explicar que los sabires son lenguas especiales limitadas a ciertos dominios: comercial, relaciones con esclavos y comunicaciones de orden profesional; y son verdaderas lenguas mixtas, más o menos artificiales.
Ejemplos de sabir son el rusonorsk, la lengua de pescadores rusos y noruegos; el chinook, la lengua híbrida de un pueblo amerindio que habitaba la costa del Pacífico en los actuales estados de Oregón y Washington; y los pidgin inglés de China, en vías de desaparición, y el pidgin melanesio, conocido con el nombre de beach-la-mar, muy usado en la actualidad.
Por otra parte, la profesora Estelle Irizarry, de la Universidad de Georgetown en EE.UU., en un trabajo titulado Cristóbal Colón, escritor, publicado en octubre del año 1992, llega a las conclusiones siguientes:
1. 1. Colón inicia el género ensayístico en el Nuevo Mundo en modalidades variadas de ensayo epistolar, testimonial, persuasivo y personal.
2. 2. Colón logró que su prosa respondiera a variados fines de tipo persuasivo, informativo y descriptivo.
3. 3. Los historiadores y biógrafos pueden interpretar a su gusto la figura de Colón como descubridor, pero quedan estos textos como testimonio de un escritor hábil y elocuente.
Un informe demoledor, sin duda, para los que siguen defendiendo que la lengua de Colón era la lingua franca, la jerga levantisca.
¿Puede acabar con el enigma de Colón el hecho de que se la haya fijado, clasificado como catalanoparlante? No lo creo. Y soy pesimista porque a los investigadores colombinos de Cataluña y a los de Mallorca, que tienen una lengua común: el catalán, les va muy bien mi investigación lingüística y las conclusiones. Seguiremos con el diálogo de sordos. Cada uno hará la guerra por su cuenta, y cabe recordar que en España los hay que quieren un Colón gallego, extremeño, asturiano, valenciano y toledano. Y lo más grave es que todos los investigadores que defienden a capa y espada tan diferentes teorías saben muy bien que Colón no tenía el castellano ni el gallego como lenguas maternas. Pero lo más preocupante es que los investigadores de Cataluña, socios como yo del Centre d’Estudis Colombins, sección del Ómium Cultural de Barcelona, quieren que el navegante descubridor sea miembro de la rama más o menos noble de los Colom de Barcelona y no acaban de aceptar la gran posibilidad de que el Almirante y sus hermanos fueran miembros de la poderosa familia judía conversa Colom de Ibiza.
Por añadidura, el hecho de que Cristóbal Colón utilizara muchos topónimos de las costas de Ibiza y Formentera para bautizar accidentes geográficos del Caribe dicen que no es significativo ni probatorio de la relación de Colón con Ibiza, cuando ocurre todo lo contrario porque la toponimia es una ciencia auxiliar de la historia. Sinceramente, si
los investigadores colombinos del Principado de Cataluña o los de Mallorca pudieran aportar el dato de que en sus costas hay o hubo los nombres de lugar trasladados al Caribe en el transcurso de los cuatro viajes realizados por el descubridor, el «Caso Colón», el Colongate ya estaría cerrado.
(Cristóbal Colón, catalanoparlante)