Galicia, entre otras cosas, puede presumir además de conocer antes que nadie la noticia del descubrimiento, de poseer la primera representación lapídea de la famosa gesta del nauta gallego.
En Caldas de Reis existe una iglesia del siglo XII, Santa María de Caldas, de estilo románico que fue destruida por Almanzor, alrededor del año mil, según consta en las crónicas árabes, y renovada en numerosas ocasiones, situada en pleno Camino de Santiago posee curiosas inscripciones templarias en sus muros que nos hablan de los enigmas del camino.
El profesor Filgueira Valverde en una de sus visitas a Caldas para dar alguna que otra conferencia, se encontró cerca de la iglesia en unos vallados exteriores, una pieza de indudable valor histórico que parecía abandonada y descuidada, se trataba de un baldaquino de finales del siglo XV con forma ojival, donde aparecían representadas las naves de Colón y el escudo de los Reyes Católicos en una pieza pétrea. Eso en el caso que se tratara de un baldaquino, según la valoración de Filgueira Valverde y no el adorno de algún túmulo funerario.
Esta pieza se trasladó al interior del templo en su muro norte, y hoy se puede admirar lo que ya representa la primera figuración de la gesta del descubrimiento.
Un baldaquino representa una construcción en forma de cúpula o dosel que generalmente estaba soportada por cuatro columnas, y que se destinaba a albergar el altar cuando este aparecía aislado.
Por Fernando Alonso Conchouso
(1) Colonianos: Dícese de aquellos individuos que acostumbran a llamar cada cosa por su nombre, ejem. Descubridor de América: Cristóbal Colón; se diferencian de otros que se autodenominan Colombinos, en que estos adoran a un viñatero mitológico llamado ”Cristóforo Colombo”, del que cuentan fantásticas leyendas y aventuras cuando apenas contaba 14 años.
(2) Hágome cargo que todo este pliego es una prolija digresión. ¡Qué Importa I Con esa prevención le escribí. El que no le quisiere leer que le deje, que yo haré lo mismo con lo que ese tal pudiere escribir en contra o del asunto o de la digresión, y rogaré a Dios que le alumbre». Fray Martín Sarmiento (s.XVIII)