Asociación amigos da cultrua

Descargar Archivo:Archivo:ConferenciaColonGalego.pdfCOA COLABORACIÓN DA:Caixa de Aforros Provincial de PONTEVEDRA 12, 13 – XUÑO 1986 as 8 da tarde CONFERENCIAS de ALFONSO PHILIPPOT ABELEDO AUDITORIO DA CAIXA DE AFORROS 


 

A IDENTIDADE DE CRISTÓBAL COLON (Conferencia de D. Alfonso Philippot Abeledo)

PRIMEIRA PARTE

O ENIMA E A SUA LEENDA

IMPUNACION DA TESE XENOVISTA

O FALSO TESTAMENTO DO 1498

AS OUTRAS TEORÍAS

COLÓN,PONTEVEDRÉS

TOPÓNIMOS E HOMÓNIMOS

A LINGUA DE COLÓN

A ASCENDENCIA GALEGA DO DESCUBRIDOR

SEGUNDA PARTE

A Asociación AMIGOS DA CULTURA de Pontevedra cons-cente da posibel trascendencia histórica da tese defendida no seu día polo esgrevio vecino desta vila Sr. de la RIEGA, e que na ac-tualidade ven de ser continuada, ampliada e ainda superada polo Sr. Alfonso Philippot, orgaiza dúas conferencias-coloquio co xa nomeado Sr. Philippot, para ver de dar maior pulo á cultura na no-sa vila e en concreto a este traballo de tese sobre a orixe galega e aínda mais, pontevedresa, de Cristóbal Colón, tese que no seu día incluso fora apoiada por ALFONSO D. R. CASTELAO, figurando coma mernbro dunha asociación denominada PATRONATO PRO-COLÓN PONTEVEDRÉS.

Considerando a importancia histórica do personaxe de Cristóbal Colón, e os méritos do conferenciante temos a ben seguro o interés da vosa asistencia.

A IDENTIDADE DE CRISTÓBAL COLÓN

COLÓN EN PORTUGAL

XENES E DO DESCUBRIMENTÓ DA AMÉRICA

VJAXE A GÁSTELA

ITINERARIO DE CRISTÓBAL COLÓN, (1486 – 1492)

ESITO DA PRIMEIRA ESPEDICION E VIRAVOLTA A LISBOA

DIVERXENCIAS COA COROA

OS DESCENDENTES DO ALMIRANTE

CONCLUSIÓNS Pequeña reseña biográfica do autor da tese e conferenciante Alfonso Philippot, capitán da Marina Mercante, é autor de numerosos artigos de prensa nos que, dende o ano 1978, ven defendendo unha nova e revolucionaria teoría encol da orixe galega de Colón. No Marzal do ano 1982, participou nunha «Reunión de Mareantes» orgaizada en Vigo pola Asociación de Oficiales da Marina Mercante da provincia de Pontevedra, co tema monográfico de «Colón». En diversas ocasións foi entrevistado por Radio Nacional de España, Cadea SER e Radio Ex-celsior de Bos Aires. E o día 11 de Outubro pasado, co gallo do Día da Hispanidade, interviú no programa televisivo «La Clave», do que foi un dos grandes protagonistas. A súa teoría de próisima pubricación é o resultado dun meticuloso traballo de investigación histórica, no que, segundo as súas propias palabras, «vaise desvelar dunha vez por todas, a verdadeira ¡dentidade de Cristóbal Colón».

Arthur Brisbane

Artículo en la revista cubana «Cultura Gallega»

Era un católico. su madre según las mejores pruebas históricas, era una judía, cuyos parientes ayudaron a financiar su viaje. Ella ocultó su religión, como hicieron otros, a causa de que confesarla hubiera significado que la quemaran viva. ¿Por qué, pues discutir acerca de la religión? Un amigo religioso hizo objecciones a la declaración de que la madre de Colón fuera judía. Pero, si el Señor escogió a una judía para que fuera madre de su propio jijo, ¿Por qué otra judía no podía ser madre de Colón? Arthur Brisbane 1922

Antonio Rey Soto

Antonio Rey Soto. Sacerdote, poeta, profesor e traductor, estudiou Filosofía e Teoloxía no Seminario de Ourense e ampliou estudios nas universidades de Santiago e Madrid. Compañeiro de Basilio Álvarez, viviu en Cuba e Guatemala e neste país ocupou a cátedra de Literatura Hispánica na Universidade Nacional. Retornado a España, viviu en Madrid e Ourense e pasou os seus últimos anos no mosteiro pontevedrés de Poio. A súa obra lírica en castelán é amplísima. En galego, os seus poemas foron recollidos no volume póstumo Poemas en galego (1974). Traduciu a poesía satírica de Horacio baixo o título Escola de larpeiros (1949). Pero o seu labor está espallado por unha morea de revistas e xornais galegos como Alba (Vigo), O Tío Marcos d’a Portela, La Voz Pública (Ourense, 1915-1918), La Voz de la Verdad (Lugo, 1910-1937), Vida Gallega (Vigo, 1909-1955), El Regionalista (Chantada, 1920- 1924), La Raza (Pontevedra, 1917-1920), Mondariz (Madrid, 1915-1921), Mi tierra (Ourense, 1911), Marín (1913-1915), Acción (Pontevedra, 1928-1930), Alfar (A Coruña, 1923-1927), Aurora (Vilalba, 1918-1919), Gráfica (A Coruña, 1922), Heraldo de Galicia (Ourense, 1930-1936), La Integridad (Tui, 1888-1925), El Eco de Orense (1880-1909), El Eco de Santiago (1896-1938) e Finisterre (A Coruña, 1943-1946); ou da emigración a América como La Alborada (A Habana, 1912), Suevia (A Habana, 1912), Cultura Gallega, Galicia (Montevideo, 1929-1931), A Terra (Córdoba, Arxentina, 1920-1924), Irmandade (Caracas, 1960-1976), Boletín de la unión hispánica pro Valle Miñor (Bos Aires), 1905-1935), Boletín Oficial do Centro Galego de Avellaneda (1903- 1930) e Acción Gallega (Bos Aires, 1919-1925).


Prólogo en el libro del médico Rodriguez(Antonio Rodríguez Martínez)

A quien conozca, siquiera sea de vista, la procer figura del Doctor Rodríguez, no puede sorprenderle que este asunto de la patria de Colón, desde el primer momento, le haya apasionado hasta la médula, y le encendiese la lengua, y le templase la pluma, y le llenase de una nueva y austera majestad, el amplio gesto y la mirada firme y poderosa.

Porque el Doctor Rodríguez que es un cerebro, es, al propio tiempo, un corazón, cosa que no puede decirse hoy de la casi absoluta totalidad de nuestros intelectuales , cuyas producciones se resienten notoriamente de la ausencia de fervor cordial , de calentura de amor, de eso que ha dado en llamarse, con cierto tonillo irónico e impertinente: «aliento romántico».

Basta verle pasear para comprender que, aunque no por los años todavía, es un hombre de otra época por su figura, por su indumentaria, por el modo de andar, de gesticular, de dejarse crecer el pelo y la barba : aquél enmarañado sobre la bóveda craneana , al modo de Daudet , y ésta , fluvial , caudalosa , desbordada y salvaje , tal como las que en otro tiempo bañaron los rudos pechos de los viejos guerreros germánicos. Su frente es alta y espaciosa, a propósito para que en ella se anide el azor -pensamiento, pero también su pecho es amplio y combado, y sus pectorales recios y desarrollados, escudos del corazón grande, siempre en llamas, que los pulmones, como fuelles, empujan mil veces hasta la boca, para que las palabras salgan como chispas y estrellas encendidas. Así imaginamos a Demóstenes y a Cicerón, y así fueron Bossuet, y Mirabeau y Emilio Castelar.

Dolor grande es para mí, gran amigo y admirador profundo de esta naturaleza de elección que Dios donó con mano pródiga al Doctor Rodríguez, no poder aplaudir — porque antes que nada soy sacerdote de Jesucristo — en todo momento las ideas que salen de sus labios, aunque siempre me admire y me deslumbre el fausto de su ropaje y la opulencia y belleza de su forma. Sí; dolor grande es éste para ambos, de tener muchas veces las manos enlazadas , en un fuerte y cordialísimo apretón, en el que quisiéramos fundirnos completamente, pero nuestras caras están vueltas, y nuestros ojos miran a opuestos horizontes… Y entonces nuestros ojos se llenan siempre de lágrimas silenciosas y amargas .

Pero no es ésta ocasión de lamentaciones ni de sombras de reproches, siquiera vayan empapados en fraterna ternura, sino que es hora de júbilo, de exaltación, de entusiasmo y de aplauso caluroso. Y esta hora la ha preparado y hecho sonar el Doctor Rodríguez , con la magnífica conferencia a que estas deslabazadas cuartillas sirven de modestísimo proemio.

La patria del Almirante, su verdadera cuna, fué siempre un misterio. Su hijo Don Fernando, el primer biógrafo del descubridor, no tuvo preocupación más grande que averiguar quiénes eran sus deudos, y jamás pudo desvanecerla. La afirmación que su padre hizo en su testamento atribuyéndose un origen genovés, le llevó a dirigir sus investigaciones por es.te lado, pero su desencanto no tuvo límites al convencerse de que laboraba en el vacío. Y la incógnita, que no logró despejar el hijo, continuó siendo un enigma y una obsesión para los historiadores . Ni Fernández, ni Oviedo, ni Las Casas, ni Cromara, ni Herrera, ni el Inca (Garcilaso se atrevieron con él, entre los españoles, como ni Gallo, ni Giustiniani, ni Foglieta, ni Caffaro, ni Casoni, en Italia, quienes encontraron más cómodo dar por buena la afirmación testamentaria del Almirante, y apropiarse la gloria que de ello les venía. Claro está que los historiadores subsiguientes no hicieron otra cosa más que copiar la especie, para que así se formase la enorme bola de nieve, el inatacable lugar común histórico, que parecen defender como torres inexpugnables tantos nombres ilustres, durante tres siglos, desde Barros a Spotorno, desde Guido Antonio Mala baila hasta Fernández Duro y R. de Uhagón , pasando por Muñoz, Lafuente, Harrise, el P. Denesmondi, Alfonso López y cien y cien más compiladores, investigadores y eruditos de todo linaje.

Así estaban las cosas, cuando nuestro ilustre paisano

Don Celso García de la Riega lanzó a la publicidad su Colón, Español. Y fué como si lanzase un peñón en un estanque de ranas croadoras, en una serena noche de Mayo. Todo el mundo se calló, de pronto, sobrecogido por los formidables documentos aportados por el escritor gallego, documentos que demostraban palmariamente que Colón no sólo había nacido en España, sino que era gallego, pontevedrés, del enxebre barrio de Porto Santo… Después vino… Pero no he de relataros una historia harto conocida. La muerte inmediata del gran García de la Riega acreció las energías de sus impugnadores, y su obra, el sueño de su vida, quizá quedase oscurecido para siempre, si hombres generosos, si espíritus y corazones gemelos, no lo impidiesen con conferencias y discursos y folletos y libros, tales como el tan divulgado del benemérito Dr. Horta y Pardo y ahora éste del Dr. Rodríguez Martínez , en que todo el amor que éste siente por Galicia , como que se enfoca y con centra a través del nombre de Colón , en un solo punto de deslumbradora claridad y de fuerte , irresistible, ardor, que ha de levantar llamas de entusiasmo en cuantos nacieron en esta tierra.

¿Mi opinión ante el problema? Sin dudas, sin vacilaciones, de ferviente colombismo galaico. Y tanto es así, que en el telar queda un drama, cuyo eje gira en torno de ésta para mi evidentísima verdad . Si alguna vez hubiese dudado de ella, bastaría para reavivar mi fe inextinguiblemente esta conferencia tan completa, tan diáfana, tan acabada, tan perfecta de Rodríguez Martínez. Después de leerla, no es posible dejar de convenir en la gloriosa verdad halagadora. Yo que me precio de conocer, acaso todo lo que hasta ahora se ha escrito acerca de esta cuestión tan debatida, declaro (]ue de hoy más ya no hay lugar a la discusión razonada y serena . Sólo faltan por salir a luz esos anunciados documentos avasalladores , últimamente encontrados en los archivos tudenses y pontevedreses por el señor Otero, para que el pleito quede fallado en todas las instancias.

Y esto, en verdad, no ha de sorprender a ningún erudito realmente desapasionado , sabiendo que ya en el tomo XIX de la colección histórica de Onken , salido a luz hace pocos meses, se inserta íntegro el folleto de Beltrán y Rózpide acerca de este punto, y en el que tan definitivamente combate a Colón genovés, y se le da completa beligerencia en una nota aclaratoria a nuestro insigne García de la Riega, al lado de Ambieri, Corbani, Peretti y Franceschi.

Tú, lector, que vas a saborear las páginas lapidarias de Rodríguez Martínez , que han de saberte a poco , formarás también tu criterio y sentirás cómo, si ha}^ dudas en tu espíritu acerca del galleguismo de Colón, estas dudas se disipan, y la luz se hace, y tu fe en la verdad evidentísima, arraiga en tu alma para no morir sino cuando tú mueras.

Como do pocos libros — de poquísimos — puede decirse esto, al despedirme de ti , te ruego que me dos las gracias, pues te he acompañado hasta la puerta de tal morada .

Antonio REY SOTO.

Orense, 8 de Mayo de 1920

Antelo Carmelo Castiñeira

Descubre el primer documento en los archivos del Ayuntamiento de Pontevedra, y lo saca a la luz, secretario de la Sociedad Arqueológica de Pontevedra, quien buscando objetos que tuvieran interés para el Museo de la Sociedad que fundara con su compañero Castro Sampedro y Folgar en 1894, se vió recompensado por la alegría del gran descubrimiento. Después, como es conocido, fueron apareciendo otros documentos en que el apellido Colón aparece antes del año 1405.

LA FUENTE DE LA NUEVA TEORÍA

Hace unos cuantos años -no vamos a preciar el número-vivía en Pontevedra un estudioso abagado ludense que se llamaba Carmelo Casliñcira, {*) Aficionado a leer escritos antiguos, escudriñador de archivos, aparecía muchas veces por el del Ayuntamiento. Y allí, donde Lanías cosas añejas existían, daba satisfacción a sus inclinaciones y hacíase significar por ellas entre los oficinistas (…) Cuando el escudriñador abogado apareció en aquella ocasión por el archivo, dijéronle los de la casa:

-Don Carmelo; si quiere leer documentos ahí los liene a manos llenas.

-¿Donde?

-Detrás de aquellas puerta. (La de peor condición a todas las puertas de la casa),

-¿Qué habéis dicho? ¡Malpocados!

Y Don Carmelo se lanzó intrépidamente hacia la estrecha, carcomida y nauseabunda estancia y redimió de las injurias de un clavo opresor millares de columnas de abigarradas lincas, mustias y garrapatosas, palidecidas por la edad y asendcradas por los tropiezos.

Allá en la serenidad de su despacho, Don Carmelo llamó a su vieja amiga la paciencia y con ella de la mano lanzóse a descifrar los documentos. Hubo un instante de estupor para sus ojos. Ante ellos aparedMtt dos apellidos singularizados por la historia. Eran el apellido Colón y el apellidos Foníerosa. Apareábanse en una cuenta -extendida en gallego- de pago de ciertos dineros por conducción de pescados a Compórtela. Repuesto de sa emoción, Don Carmelo enderezó sus pasos hacia el hogar de Don Casto Sampcdro.

Ya sabéis quien es Don Casto Sampedro; un erudito arqueólogo pontevedrés que esconde las radiaciones magníficas de su saber detrás de las íupidas mallas de una deplorable modestia.

Mostróle eí documento Castiñeira, y ambos sumiéronse en un mar de consideraciones históricas que tuvo flujo y reflujo, que a veces se ariscó como el auténtico océano, que creció, al fin, pujante y sonoro, y, como síntesis de lucubraciones y cabildeos, produjo esa ola de luz que corrió el mundo pregonando e! hecho de que Colón nació en los alrededores de Pontevedra.

Era entonces -y todavía lo es hoy el hogar de Don Casto Sampedro refugio de hombres de ciencia y tertulia de huidos de las vaciedades sociales. Allí departían con Sampedro los cultos de Pontevedra. Uno de estos era Don Celso García de la Riega.

Asistía Don Celso á las pláticas sobre la cuna de Colón y ponía al servicio de ellas todo el admirable poder de absorción de su expléndida inteligencia. Acopló datos, hizo deducciones, ató cabos, compulsó hechos el Sr, García de la Riega, y un día apareció en Madrid con aquella su primorosa conferencia de la Sociedad Geográfica.

Lo demás ya se sabe. Don Celso continuó solo y brillantemente la labor que la curiosidad afortunada de Don Carmelo Castiñeira comenzó detrás de la puerta de un mísero rincón de un archivo polvoriento, y que hizo idea, en la tertulia de D. Casto Sampedro, la erudición de éste, asesorada, tal-«vez, ó solo robustecida, por el asenso del saber de sus amigos.

Hoy cree ya el mundo que Colón nació en Galicia. Por si las pruebas aducidas no fuesen suficientes, acaba de publicar Lucas de Torre una exégesís histórica de la cual resulta que la famosa institución de mayorazgo –aquella en que Colón dice que nació en Genova y de ella salió– es apócrifa. Hora es ya de que los nombres de Don Casto Sampedro y de Don Carmelo Castiñeira aparezcan a la cabeza de los que sumaron sus esfuerzos en el decurso de la obra de reivindicación de la patria de Colón para España. Los García de la Riega, del Olmet, Hoita y Arribas no pueden amparar ese injusto olvido.

Dfcese entre hombres de letras que Don Casto Sampedro continuó en la soledad de su casa y en el desprecio del olvido de las gentes el trabajo que empezó delante de sus contertulios, aquel día en que Carmelo Casíiñeira le mostró los documentos desahuciados del archivo de Pontevedra. Sábese que posee otros documentos que corroboran lo que se deduce de los que él dio a García de la Riega y éste popularizó con sus escritos, Y afirma quien de ellos conoce algo substancial, que de entre las amarilleces gloriosas de uno surge la figura de un Colón arráez en un velero que recoma las cosías de Galicia. Los Colón gallegos no eran, pues, solo arrieros. ¿También eran navegantes!

Salga de su silencio el espíritu culto y preclaro de Don Casto Sampedro y tenga para la obra que él inició la última palabra», («Vida Gallega», n.» 44. Año 1913).

(*} El Sr. Castiñeira, Secretario de La Sociedad Arqueológica, falleció en 1899.

Amado Nervo

«Mi voto por la teoría de Colón, gallego» Admiremos la paciencia franciscana. Nunca se amordace a los que se empolvan en archivos para indagar verdades históricas. Loados sean. Vivió hasta hace poco en la antiquísima Pontevedra, ciudad bloqueada orgullosamente de bellezas, un anciano de frente apostólica y barba fluvial. Su vejez terminó escudriñando papeles, legajos y escrituras, de aquellos famosos siglos del reinado de la Gran Isabel, imagen culminante para la posteridad eterna. Supe de los hallazgos impagables obtenidos por aquel historiador de paciencia y ciencia, Celso García de la Riega, esclavo de su alto patriotismo; y vi por mis ojos el rastro conductivo para esclarecer cuál pueblo del mundo fue primitiva cuna de Cristóbal Colón; punto tan ignorado como discutido. No cabe duda alguna; el árbol genealógico de Colón comienza en la provincia gallega de Pontevedra. Aún no se apreció debidamente cuanto vale el archivo oficial donde las santas manos del muy excelso anciano, García de la Riega, tropezaron con la documentación que nos prueban habitantes de Santa María de Pontevedra a Susana Fonterosa, madre de Cristóbal, y allí nacidos también Bartolomé y Blanca Colón y Fonterosa, hermanos del arrogante marino que hizo célebre, el 12 de octubre, día de España v América, fiesta de la Humanidad entera. A esos documentos reliquias, úñense otros, no menos interesantes, como son los antecedentes sobre la salida de Pontevedra del Padre de Colón, llevando una carta de] arzobispo dei Santiago de Galicia que ls recomendaba al obispo de Génova le protegiese en su oficio de navegante; la construcción en los astilleros pontevedreses de la nao «La Gallega'», que a Colón so le antojó, con causa, elegir como buque de su colosal empresa, bautizándola con oí so brenombre de «Nao Santa Miaría». Vamos; yo pregunto: {qué nación o ciudad de la tierra ha encontrado o enseña, hasta hoy, huellas parecidas a las que guarda Pontevedra española, que llevan al descubrimiento del origen patrio de Cristóbal Colón? ¿Y el cúmulo de pruebas indieinrias acumuladas por la linterna investigadora de la Riega y de los que le siguen, Constantino de Horta y Pardo, doctor José M. Riguera Montero, Prudencio Otero Sánchez, Jaime Solá, Martín Echegaray y José Pérez de Castro? Atando cabos, se encuentran los yerros. En la leyenda colombina los cronistas que hicieron la exége sis de las fuentes, padecieron esos yerros. Volvamos atrás. Estudiemos los acontecimientos, la historia de aquella antigua .época, en los pueblos orillas del lérez. Miremos sin pasión la ruta; que noa dejó trazada el viejo patriota que habitó la casa dfc la calle Real, número 3, de Pontevedra; y una asamblea internacional de científicos en la materia, proclamará bienaventurado- a Oelso García de la Riega, y Galicia ocupará en la historia del Nuevo Mundo la presidencia de la gloria. AMADO NERVO