Enrique Barreiro se anticipó al tecnicolor con una novedosa técnica que estrenó en 1927 en el Teatro Principal
A principios de los años veinte todos los grandes estudios compiten por un aparato que logre la ilusión del cine en color. El pontevedrés Enrique Barreiro desarrolla en esa época el Cinecromo, una técnica pionera de coloreado que estrena en 1927 con la película «Pontevedra, cuna de Colón». La noticia dio la vuelta al mundo (el asombrado público jamás había visto imágenes «con tal colorido natural», como recogen las crónicas de la época) y vuelve ahora a la actualidad: el filme restaurado será una de las joyas de la Casa de Colón que abre sus puertas en el municipio de Poio y con la que se reivindica la teoría del Colón gallego.
SUSANA REGUEIRA – PONTEVEDRA La vida es una calle de una sola dirección: somos lo que hemos sido pero, sobre todo, somos lo que soñamos ser. Lo sabía el viejo Ramón Barreiro Barcala en aquel 1910 en el que abre un flamante estudio de fotografía en plena plaza de A Ferrería, en el mismo local que había ocupado el mítico fotógrafo Francisco Zagala, un hermoso caserón desde el que olvidar el éxito en México de sólo unos años antes, su sueño americano truncado por la revolución tras un periplo por Estados Unidos, México, Cuba…
Pero eso era lo que había sido. Ahora era un fotógrafo recién retornado y casi sin competencia en la ciudad, con una larga experiencia y padre de cuatro hijos (Juan Enrique, Carmen, Ramón y Laureano) que había tenido de su matrimonio con la vallisoletana Feliciana Vázquez.
En los siguientes años, Ramón Barreiro firma con Joaquín Pintos (su único rival en el incipiente mercado de principios del siglo XX) varios de los mejores testimonios gráficos de la historia de la ciudad, mientras transmite a sus hijos el amor por la fotografía y el instinto pionero que lo había hecho salir de A Estrada décadas atrás.
Los mejores reflejos de este carácter serán Ramón y, especialmente, Enrique, que desde muy joven no para de desarrollar ingenios: alrededor de 1918 le interesa la difusión, cómo aplicar la fotografía a los medios de comunicación masivos y se emplea en el desarrollo del fotograbado.
Después eclosionará su interés por el cine y, muy especialmente, por las imágenes en color: al arrancar la década de los veinte desarrolla dos patentes; es todo un especialista en percepción que decide inventar un camino particular hacia el futuro cine en color.
Apoyado por el empresariado local, el cineasta se interesa por la teoría del Colón gallego y decide dedicarle el que será su primera película con la nueva técnica, el Cinecromo.
Partiendo de las teorías de expertos como Celso de García de la Riega o Enrique Zas, va desgranando los argumentos que apuntalan la teoría, a la cabeza la más que singular ¿coincidencia? de que el almirante Cristóbal Colón bautice los nuevos lugares americanos a los que va llegando en su viaje con nombres de la ría de Pontevedra.
Ilustran el documental las primeras vistas de Pontevedra que el público podría contemplar en color; también imágenes «con increíble colorido natural» del monasterio de Poio, de la iglesia de San Bartolomé, la que se considera casa natal del almirante Cristóbal Colón, de la ría de Vigo, los antiguos puentes de A Barca…
La mansión del magnate Casimiro Gómez (de los pocos, excepción hecha de los cines, que contaba con proyector en la provincia) fue escenario del pase previo de la película.
Enrique Barreiro se esperaba el aplauso del público. Dos años antes había realizado las primeras pruebas de su invento y hasta la prensa de Madrid se había hecho eco.
Historiadores como Carlos Aurelio López y Xosé Enrique Acuña han recopilado en sus investigaciones decenas de testimonios como el del cronista de El Pueblo Gallego: «Fuimos al teatro un poco predispuestos en contra del invento… Pero al ver la pantalla nos sentimos tan optimistas como entusiasmados. El color azul del cielo, el verde aplomado del mar, los diferentes verdes de nuestra campiña, el colorido natural de los rostros… Que no pudimos menos que considerar que el invento es un hecho y un triunfo rotundo».
Y como esperaba el cineasta, el estreno de «Pontevedra, cuna de Colón» tuvo aún más éxito. Fue el 2 de mayo de 1927 y en la platea del Teatro Principal no cabía un sólo espectador más para asombrarse. Las crónicas de la época hablan de Enrique Barreiro como una futura «gloria más para Galicia».
Tal fue la repercusión del Cinecromo, que el invento dio el salto a América, en buena medida gracias a la colonia mexicana. El hijo del pionero del cine, el arquitecto pontevedrés Enrique Barreiro, explica que «el salto de la película a América se produce efectivamente por el interés que suscita entre los gallegos la teoría del Colón pontevedrés pero, muy especialmente, porque era una película en color, un hecho insólito en la época».
Enrique Barreiro, apoyado siempre por su hermano Ramón, acababa de anticiparse en años al tecnicolor y la copia original del filme será ahora una de las joyas de la Casa de Colón que abre sus puertas en Portosanto.
Curiosamente, su hijo ha sido el encargado del proyecto de recuperación de ese edificio, como si los Barreiro hubiesen sabido (o soñado) desde hace un siglo lo que esa casa debía ser.
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