El memorial de la mejorada

Memorial de la Mejorada.
Julio de 1497.

Encontrado en la década de los 70

Cosa es de durable amor y larga amistad, cuando en el contrabto o asiento que entre partes se hase van muy declaradas las rasones e cabsas que les movió a tomar tal asiento, porque los tales contrabtos son cabsa que si sobre lo mesmo en algund tiempo naçen debates, ligeramente se atajan e se da a cada uno su justiçia.

El año de 1492, los muy altos e poderosos prínçipes el Rey e la Reina de Castilla e de Aragón, etc., enbiaron al su Almirante a tentar y descobrir las Indias, islas y tierras firmes del fin de Oriente, navegando de España al Poniente por el mar Oçéano, el cual camino jamás nadie navegó. El cual dicho Almirante, en breve tiempo, pasó a las dichas islas y tierras firmes de India y navegó por ellas grandes días y mucho número de leguas; y después, bolviendo a España a los dichos Rey y Reina con su vitoria, vino forçado de muy grave tormenta al puerto de la cibdad de Lisboa, adonde estava el serenísimo Rey Don Juan de Portugal.

El cual, después de sabido de tan señalado viage y la admiraçión d’él y de tantas islas y tierras y pueblos y riquesas de oro y espeçias y otras infinitas cosas de valor de que se avía notiçia, se movió con mucha priesa a enbiar una armada suya a esas islas y tierras firmes. La cual navigaçión y trato y manera de las gentes de aquellas tierras, con grand diligençia procuró de saber, por formas y artes, de los pilotos y marineros y gentes que venían con el dicho Almirante, a los cuales hiso merçedes y dádivas de dineros, y allende d’esto mandó sacar dos marineros portugueses que venían con el dicho Almirante, para que fuesen pilotos de la dicha armada y la levasen por ese mesmo camino a las dichas islas y tierras firmes, y le informasen más enteramente de todo.

Partió el dicho Almirante del dicho puerto de Lisboa y vino a Sevilla y dende a la cibdad de Barçelona, adonde a la sazón estavan los sobredichos Rey e Reina de Castilla e Aragón, y fecha relaçión a Sus Altesas de su viage y de todo lo que en él le avía acontesçido y ellos ya por otra parte avían sabido cómo el dicho Rey de Portugal tenía destinado y presto la dicha su armada para ir a las dichas islas e tierras firmes, sobre lo cual luego le escrivieron y enbiaron mensagero propio, rogándole que no mandase faser el dicho viage a la dicha su armada ni a otras naos para las dichas Indias y tierras firmes, a descobrir ni tratar en ellas, porque eran suyas propias e tenían d’ellas donaçión del Santo Padre así de las descubiertas como de todas las otras islas y tierras firmes que estuviesen por descobrir a la parte del Poniente, desde una raya o línea que Su Santidad avía mandado señalar al Poniente, desde las islas de Cabo Verde y aquellas de los Açores cient leguas, la cual pasa del polo Artico al polo Antártico; por manera que les avía donado e conçedido todas las islas y tierras firmes, descubiertas y por descubrir, que sean allende de la dicha raya al Poniente, fasta adonde tuviese posesión a la sasón y tiempo del año de 1493 prínçipe cristiano, con todas las cibdades e billas e logares que en ellas son.

El Rey de Portugal, sabido esto, enbió mensageros a los sobredichos Rey e Reina disiendo qu’él tenía las islas de los Açores y aquellas del Cabo Verde y otras en el dicho mar Océano, v que sus naos navegavan y descobrían en él, que avía seido agraviado qu’el Santo Padre le oviese ansí ençerrado, que no pudiese él enbiar allende de las dichas cient leguas al Poniente a navegar y descobrir.

Los serenísimos Rey e Reina de Castilla e de Aragón, etc., respondieron qu’el serenísimo Rey de Portogal ni sus naos no avían jamás navegado allende de las dichas islas de los Açores y Cabo Verde cient leguas, ni tenía allí islas ni tierras ni posesión alguna, e que a ellos el Summo Pontífice les avía donado e conçedido todas las islas e tierras firmes, descobiertas e por descobrir al Poniente desde la dicha raya o línea navegando hasia India o fasia cualquiera otra parte que sea, fasta adonde tuviese posesión de tierra otro prínçipe cristiano al dicho tiempo; y que así como todo gelo avía donado, que así ya todo lo tenían por suyo y que entendían de lo descobrir por divulgar en todas las islas y tierras firmes de aquellas partes el nombre de Nuestro Salvador, y procurar de animar y traer la gente de todas ellas al santo bautismo, segund se avía començado, y que entendían de gastar en esto todo lo que fuese menester y no estimar ni dudar peligro alguno que ya en ello pudiese ocurrir, pues el mayor era pasado; pero que si tan enterradas quedavan las dichas islas, que sus navíos no tenían dónde ir a descobrir, como desían, que por contemplaçión del amor y debdo tan çercano que Sus Altezas tenían con el dicho señor Rey de Portugal, que les plasía de les dar y que fuese suyo las islas y tierras que fuesen de la parte de Lebante, desde una raya que mandaron marcar al Poniente, adelante de la otra raya sobredicha, dosientas y setenta leguas, la cual pasa de Setentrión en Abstro de polo a polo; y que a los sobredichos Rey e Reina les quedarían todas las islas y tierras firmes descubiertas e por descobrir que son de la parte del Poniente, fasta donde avía o oviese prínçipe cristiano que posea de antes de dicho año, segund en la dicha conçesión se contiene; e los dichos mensageros del señor Rey de Portugal acebtaron y conçedieron con su mandado e con su poder todo lo susodicho, es a saber; que los sobredichos Rey e Reina mandasen señalar otra raya, allende aquella que tenía[n] señalada el Summo Pontífice, CCLXX leguas, que sería y es sobre las dichas islas de los Açores y Cabo Verde CCCLXX leguas; y que todas las islas y tierras que fuesen adentro la dicha raya, de la parte del Levante fasta la otra raya primera, que todas fuesen del señor Rey de Portugal; y todo lo otro, que fuese al Poniente d’ella, fuese de Sus Altezas fasta adonde tiene o tenía posesión prínçipe cristiano, como en la dicha donaçión se contiene; y d’esto todo se hiso asiento.

El Summo Pontífiçe donó e conçedió a los sobredichos Rey e Reina, año de 93, todas las islas y tierras firmes que son al Poniente, desde una raya que él fiso marcar sobre las islas de los Açores y aquellas de Cabo Verde cient leguas, yendo al Poniente fasia India, o a cualquier parte que fuesen fasta adonde tuviese posesión prínçipe cristiano antes del dicho año de 93.

A este tiempo las naos de Portugal no avían pasado navegando por Guinea de Africa en la Agesimba, de un límite qu’ellos nombraron cabo de Boa Esperança, fasta el cual lugar se entiende que llega la donaçión y conçesión del Summo Pontífice fecha a los dichos Rey e Reina, y fasta allí a ese tiempo tenían tomada posesión por lo que ya era descubierto; y por esto el dicho Rey de Portugal non avía de pasar más adelante fasia el Levante, y ansí lo fiso, porque nunca después mandó navegar sus navíos hasia aquella parte, como quien avía consentido y otorgado y avido por buena la dicha donaçión e conçesión, cuando açebtó e resçibió el límite de las dichas CCLXX leguas, que los dichos Rey e Reina le dieron de lo que ya era suyo e avían posesión e señorío por las dichas rasones.

Agora el serenísimo Rey de Portugal don Manuel, no aviendo respecto al dicho asiento fecho con el Rey don Juan, que Dios aya, que tanto tiempo avía guardado y mandado que no navegasen sus naos adelante del dicho límite cabo de Boa Esperança, porque fasta allí comprehendía la dicha donaçión del Summo Pontífice, como dicho es, ha mandado navegar a sus naos grandíssimo número de leguas al Oriente, atravesando Arabia, Persia e India, fasta llegar casi adonde avían llegado las naos de los sobredichos Rey e Reina, navegando de Oriente hasia el Poniente, y al polo Artico; y fueron allende de la dicha raya que avían marcado, allende de la del Summo Pontífice. Lo cual todo fue contra el dicho asiento, y en perjuisio y daño de los dichos Rey e Reina.

Pero porque en la escriptura que mandaron faser de las dichas dosientas y setenta leguas de mar y tierra que le dieron, dise que todas las islas y tierras que son de la parte de Levante de la dicha raya que él fallare y descubriere, que sean suyas y de sus herederos, podría ser que alguno dixese que él pudo navegar a Levante del Cabo de Boa Esperança e ir en Arabia, Persia e India, pues esto todo es a Levante de la dicha raya, y que por ello todo es suyo.

Respondo que no se deve entender así por IIII cabsas, y que aquella navegaçión del Arabia, Persia e India e de las islas de aquellos mares, que son allende del cabo de Boa Esperança yendo por Guinea, y tanbién la otra navigaçión de Portugal al Poniente, allende de la raya y pasar al Norte qu’el señor Rey de Portugal ha mandado faser, que ambas han seido y son contra el dicho asiento, y que segund aquel la una navigaçión ni la otra no son líçitas ni conformes a él, antes son ambas proibidas del Santo Padre so pena de excomunión late sentençie.

La primera rasón que presupongo para prueva d’esto es que la diferençia porque la dicha escriptura e asiento se fiso, como en ella está muy claro, no era otra salvo qu’el Rey de Portugal, al tiempo qu’el dicho Almirante de los dichos Rey e Reina vino de descobrir las dichas Indias y llegó al dicho puerto de Lisboa forçado de tormenta, como dicho es, armó çiertas naos y tomó al dicho Almirante çiertos marineros para enbiar a las dichas Indias, por el mesmo camino que avía llevado y traído el dicho Almirante; sobre lo cual los dichos señores Rey e Reina, como poseedores de todo, se opusieron a ello y a estorvar la dicha navigaçión, por rasón de la dicha donaçión e conçesión apostólica e de la posesión que ya el dicho Almirante en sus nombres de todo avía tomado.

Por lo cual el dicho Rey de Portugal estorvó la dicha navigaçión de la dicha armada, y enbió sus mensageros con su poder bastante, con los cuales se tomó el dicho asiento y les fueron dadas las dichas CCLXX leguas solamente; y fue por ellos, en nombre del dicho Rey de Portugal y con su consentimiento, otorgado y asentado por la parte que al dicho señor Rey pertenesçían las dichas CCLXX leguas al Levante, quedando todas las islas y tierras firmes descubiertas e por des[c]ubrir al Poniente de la dicha raya para los dichos señores Rey e Reina de Castilla e de Aragón, etc., e para sus herederos, yendo hasia India o fasia cualquiera otra parte que sea, que se entiende fasta el dicho cabo de Boa Esperança, porque fasta allí no tiene ninguna posesión prínçipe cristiano de tierra ni de isla; y por ello comprehende fasta allí la dicha donaçión del Santo Padre.

La segunda es que la dicha diferençia, segund en la dicha escriptura dise, non era salvo sobre el descobrir de las islas y tierras que ha en el mar Oçéano, y esta es la verdad. El mar Oçéano es entre Africa, España y las tierras de Indias; él tiene de la parte del Poniente las Indias y de la parte de Levante, Africa y España, y este es la mar Oçéano, porque, pasando el sol de España hasia el Poniente, va et occidit nobis en aquella mar grande, y por esto cobró el nombre de Occéano.

Así que la diferençia non era salvo en las islas y tierras non descubiertas a ese tiempo en el dicho mar Occéano, o tanbién desir, entre India, Africa y España. Por el cual, por amor y amistad, los sobredichos Rey e Reina dieron al sobredicho Rey de Portugal las dichas CCLXX leguas de la mar y tierras de lo que, como dicho es, el Summo Pontíf[ic]e les avía donado y conçedido, y ellos poseían y señoreavan, de manera que non quedó de la dicha mar Oçéana fasta llegar a la tierra firme e islas, qu’están al Poniente d’ella, salvo la meitad; y que sea verdad que la dicha diferencia non era ni fue salvo en el dicho mar Oçéano segund aquí está dividido, claro paresçe en la dicha escriptura de asiento, casi en el fin d’ella, en un capítulo en que aclaran los sobredichos Rey e Reina que, si sus naos oviesen ya fallado algunas islas o tierras en el dicho mar Oçéano, de la parte del Levante de la dicha raya que avían mandado marcar, adentro las dichas CCLXX leguas que le avían dado, que las davan e querían que fuesen del dicho señor Rey de Portugal; y asimismo se prueva esto por las diligençias que pusieron en el marcar de la dicha raya, segund en el dicho asiento paresçe, en el dicho mar Oçéano; y así mismo se prueva, porque no es de creer que Sus Altezas dieran estas dichas 270 leguas para que el dicho Rey de Portugal o sus naos entrasen ni navegasen por otra puerta ni entrada indireta, porque claro se puede desir que fue engaño, por averse fecho contra la intinçión del dicho asiento y en quebrantamiento d’él; en el cual está prometido y asentado por el dicho Rey de Portugal que se guardaría, segund en él se contiene, sin cautela ni arte ni engaño ni simulaçión, lo cual no ha complido así el dicho señor Rey don Manuel, porque ha mandado navegar en India, por la parte de Guinea, y en Scitia, por la parte del Poniente y al Setentrión allende el dicho límite o raya.

La III.ª es qu’el Rey e la Reina de Castilla e de Aragón, etc., le dieron las dichas CCLXX leguas de mar y tierras en el dicho mar Oçéano porqu’él tuviese en qué navegar y descobrir, y porque non tuviese él que haser en Asia, Arabia, Persia e India, ni en las islas que son al Abstro d’esas tierras, de que ya tenía donaçión e posesión, y si creyeran que él o sus subçesores non avían de guardar el dicho asiento, y que, después de resçibidas las dichas CCLXX leguas de mar y tierras, le avían de entrar en el resto por formas cautelosas y atajos y contraminas, Sus Altezas enbiaran luego sus naos por Asia en India, Persia, Arabia y en la mar Bermeja, y en Africa fasta el cabo de Boa Esperança, de que ya de todo tenían y tienen donaçión y posesión y señorío, porque el dicho cabo de Boa Esperança es el mojón y división de las dichas tierras, y non avía el dicho señor Rey de Portugal de mandar pasar adelante, antes lo deviera guardar con tanta diligençia, que fueran Sus Altesas muy seguros que en ningund tiempo se avía de quebrantar, como siempre mientras bivió el dicho Rey Don Juan lo guardó.

Y creyendo Sus Altezas que por sus subçesores así se continuaría, no se dieron priesa en el descobrir, salvo en asentar bien los pueblos por donde navegavan sus naos, y avían començado el camino para el dicho mar Bermejo y pasar de india, adonde está casi al cabo hasia el Poniente, o veramente, por más claro entender, açerca del río Indio, y pasar en Persia e Arabia fasta la mar Bermeja, adonde se acaba Asia; ni es de creer que cuando dixeron en aquella escriptura y asiento que les davan todas las islas y tierras que él descubriese de la parte del Levante, que fuesen salvo desde la raya que mandaron señalar Sus Altezas fasta la otra que tenía señalada el Santo Padre 270 leguas, por muchas rasones que no son neçesarias de escrivir; como quiera que diré en una, la cual es que los sobredichos Rey e Reina aún no tenían por suyo ni en donaçión salvo desde la raya que señaló el Santo Padre fasta el cabo de Boa Esperança en Africa, y de lo otro non tenían ninguna posesión, y por esto no determinarían ni acordarían de dar e proveer al señor Rey de Portugal ni a otra persona de cosa que no era suya ni tenían d’ella posesión.

La cuarta es que si la diferençia fuera salvo en el mar Oçeáno, allí adonde señaló la raya el Santo Padre, y que aquellas palabras que van dichas en el asiento, que todas las islas e tierras firmes qu’el señor Rey de Portugal descubriese a la parte de Levante de la raya, que Sus Altezas mandaron marcar, que serían o eran otras, salvo aquellas que se fallasen entre la una raya y otra, y que se entendía qu’él podía descobrir fasta la fin de Levante o Oriente, y ansí mesmo Sus Altezas por Poniente fasta el último, es de creer y muy palpable, porqu’el mundo es redondo, que aquel que más apriesa andoviese cobraría más d’ello; y tanto el Rey de Portugal pudiera navegar, siguiendo el Levante, que llegaría a la dicha raya, que fisieron marcar Sus Altezas por navegaçión al Poniente; y asimismo Sus Altezas tanto pudieran mandar navegar al Poniente, que fisieran otro tanto; y segund esto, se concluye que la diferençia no era salvo en el mar Oçéano, donde se fiso el dicho límite o raya, el cual fue nesçesario de façerse por dividir la pertenençia de cada uno e evitar lo sobredicho, e por dar claro conosçimiento a todo el mundo que a los dichos señores Rey e Reina quedava todo lo restante contenido en el dicho donado e conçesión fasta el cabo de Boa Esperança, y al dicho Rey de Portugal el dicho límite, de entre raya y raya, que Sus Altezas le dieron, que dura fasta el dicho cabo contra Oriente.

Y si se dixesse qu’el mar Oçéano comprehende y congela todo el mundo a la redonda, respondo qu’el Occéano verdadero, y de que es y era la fabla y diferençia, que es aquel que está entre India, Africa y España, como arriba está dividido, y para en prueva d’esto en todas las escripturas de cosmographía e historias generalmente llaman a este los sabios antiguos sin le añedir ningund sobrenombre Oçéano; y todos los otros mares que tienen nombre de oçéano se les arrima el sobrenombre, con que se diferencian d’este que principal y solo Oçéano es; así como al de Arabia, arábico; al de Persia, pérsico; y Ganges, gangético, y así de los otros.

Por todo lo cual queda claramente dicho y provado que la diferençia que fue entre los serenísimos Rey e Reina de Castilla e de Aragón y el señor Rey de Portugal non fue salvo en la mar Oçéana, que arriba está dividida, y que por las CCLXX leguas de mar y tierras, que Sus Altezas le dieron, afirmó y ovo por buena la donaçión y conçesión del Summo Pontífice desde la raya hasia el Poniente fasta el cabo de Boa Esperança en Africa; y asimismo se declara cómo el serenísimo Rey don Manuel non guardó el asiento, así como fasía el Rey don Juan, su anteçesor, porque ha navegado allende el cabo de Boa Esperança en Arabia, Persia e India, por el camino de Guinea, y a navegado al Setentrión y pasado la raya de la parte del Poniente; por lo cual no son obligados Sus Altesas de guardar ya aquel asiento si no quisieren».

Fuentes:

Cristóbal Colón. Textos y documentos completos. Relaciones de viajes, cartas y memoriales, edición prólogo y notas de Consuelo Varela, Alianza Editorial, Madrid, 1982, pp. 170-177

http://www.cervantesvirtual.com/historia/colon/doc22.shtml

Biblioteca de la Real Academia de la Historia, Madrid, Colección «Vargas Ponce», Tomo LIV, fols. 285-294.

El Faro de Vigo entrega la mano perdida de Colón

La mano de la escultura de Cristóbal Colón, robada en 1981 por unos adolescentes que quebraron la estatua accidentalmente y escondida durante 30 años por uno de ellos, ha sido devuelta a la ciudad de Pontevedra por el diario decano. FARO, tras recibirla el pasado lunes de la persona arrepentida que la tuvo en su casa estas últimas tres décadas, la entregó ayer al alcalde Miguel Fernández Lores. El diario decano hizo entrega, a través de su delegado en la capital, Mario Pazos, de la talla de mármol al regidor local, que estuvo acompañado de la concejal de Seguridade, Carme da Silva, y de un representante de la Policía Local, que se encargó de recepcionar la obra de arte para su custodia.
El alcalde apuntó, al recibir la talla, que los técnicos harán los estudios necesarios para tratar de devolver la mano a la escultura «cuanto antes». Lores destacó también que todo apunta a que se trata de la talla original.
El regidor municipal agradeció a FARO la entrega de esta pieza perteneciente al patrimonio cultural pontevedrés, por cuanto que la estatua de Cristóbal Colón es uno de los monumentos emblemáticos de la ciudad, presente en la memoria individual y colectiva de los pontevedreses a lo largo de las últimas seis décadas. La mano seccionada a la escultura fue entregada un día antes en la delegación de FARO DE VIGO en Pontevedra, por la persona que la mantuvo oculta en su casa durante los últimos treinta años, después de romperla durante una travesura infantil. Tenía entonces 13 años.
La estatua de Colón, trasladada desde el palacio de Montero Ríos, en Lourizán, hasta los Jardines de Vicenti en el año 1949, por petición del alcalde Hevia a la Diputación Provincial (propietaria de la finca de Montero Ríos y todos sus contenidos), tiene un gran valor histórico y sentimental para generaciones de pontevedreses. Durante décadas fueron tradicionales las fotografías de familia a los pies del monumento, erigido en los Jardines de Vicenti, pero que desde la instalación de este monumento pasaron a denominarse popularmente «Jardines de Colón».
La corporación municipal de 1949, presidida por el alcalde Hevia, fue la que solicitó el traslado del monumento desde el invernadero de la Granja de Montero Ríos a los nuevos jardines del entorno de la Alameda.
Desde su instalación en el centro urbano de Pontevedra, la estatua fue objeto de numerosos actos vandálicos. La mano izquierda de la escultura fue la más perjudicada, siendo seccionada y repuesta en numerosas ocasiones. Otras veces se rompió accidentalmente, al apoyar en ella banderas conmemorativas, o incluso por los efectos de un temporal.
Aunque se levanta sobre terrenos municipales, la estatua pertenece a la Diputación de Pontevedra desde que esta institución adquiriese, el 8 de octubre de 1943, el palacio y la finca de Montero Ríos, por un importe de 1,9 millones de las antiguas pesetas.
Ya en los años ochenta, el alcalde José Rivas Fontán dio un paso adelante para tratar de incorporar el monumento al patrimonio municipal y así solicitó por escrito a la Diputación Provincial la cesión de la estatua al Concello de Pontevedra. En 1991 Rivas Fontán dejaría de ser alcalde y su solicitud se perdió en algún cajón de los palacios de la Diputación.
Al no haber tenido respuesta esta demanda municipal, la estatua sigue perteneciendo a la institución provincial, pero lo cierto es que se levanta sobre jardines municipales y en los últimos años ha sido el Concello el encargado de su mantenimiento. Recientemente se le aplicó una limpieza, que al poco se vio deturpada con una pintada. Ahora es de nuevo el ayuntamiento quien asumirá la tarea de reponer la mano a la estatua. La Diputación Provincial apuntó, a través de un portavoz, que la celebración del próximo 12 de octubre, Día de la Hispanidad, representaría una buena ocasión para inaugurar la escultura restaurada. El monumento se instaló, de hecho, para conmemorar el cuarto centenario de la llegada de los españoles a América.

Colosal estatua de Colón en Puerto Rico

Se supone que sería la estructura más alta en el Caribe y una de las estatuas más grandes del mundo: un monumento a Cristóbal Colón en una región donde el navegante genovés no ha sido un personaje muy admirado durante años.

Sin embargo, hasta ahora, la estatua de apariencia de bronce de 92 metros (300 pies) parece un monumento al caos o una broma colosal.

Concebida originalmente para sobresalir en el paisaje de alguna gran ciudad estadounidense, la estatua ha tenido que ir de un lugar a otro. Ahora se encuentra desarmada mientras un empresario y el alcalde de la localidad de Arecibo, Puerto Rico, tratan de erigirla finalmente, frente al Atlántico, en la costa septentrional de la isla.

Sin embargo, éste no sería el capítulo final de una especie de telenovela que dura ya 20 años. El destino final de la estatua es incierto.

Quienes simpatizan con el proyecto tramitan una larga lista de permisos, incluido uno de la Agencia Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA, por sus siglas en inglés), pues alegan que la estructura es tan alta que podría interferir con el tránsito aéreo.

Ahora, funcionarios puertorriqueños compiten por llevar la obra a distintas partes de la isla, como atracción turística.

Hay que considerar también el hecho de que la estatua de 544 toneladas métricas (600 toneladas inglesas) inspira, al igual que otras obras de ese tamaño, más críticas que admiración, particularmente por el hecho de que muchos grupos consideran a Colón más como el precursor de un genocidio que como el descubridor de un nuevo mundo.

«Para ser sincera, esto es monstruoso», dijo Cristina Rivera, activista contra la privatización de playas en Arecibo, quien ha expresado su oposición vehemente a la instalación de la estatua en esa localidad. «¿Por qué tenemos que traer una pieza tan exagerada acá?», afirmó.

Esa es la misma reacción que ha frustrado el proyecto anteriormente y que podría hacerlo naufragar otra vez.

El artista ruso Zurab Tsereteli, de 77 años, construyó la estatua en 1991 para conmemorar el quinto centenario de la llegada de Colón a América, en 1492.

El artista es reconocido mundialmente por sus obras gigantescas, onerosas y en muchas ocasiones rechazadas, pero sus piezas han encontrado antes cupo en Estados Unidos, incluso frente a la sede de Naciones Unidas en Nueva York. Tsereteli confía en que su homenaje al navegante tenga finalmente un lugar en el mundo.

Entrevistado mediante correo electrónico por The Associated Press, Tsereteli recordó que incluso la Estatua de la Libertad y la Torre Eiffel fueron objeto de críticas y retos.

«Ahora son símbolos», dijo. «Sin esos símbolos, esos lugares serían inimaginables», aseguró.

Durante una visita a Rusia en 1990, el entonces presidente estadounidense George Bush pasó por el estudio de Tsereteli en Moscú y eligió un modelo de estatua de Colón, entre tres que se le presentaron. En septiembre de 1994, Tsereteli viajó a Estados Unidos con el entonces mandatario Boris Yeltsin y presentó el modelo elegido a Bill Clinton, quien había sucedido a Bush.

El sur de la Florida fue el primer destino propuesto para la obra, que muestra a Colón con cabello que le llega hasta el hombro, así como con una nariz recta, puntiaguda y larga y con ojos ligeramente protuberantes, que recuerdan un cuadro cubista.

Un comisionado del condado dijo en broma que la estatua podría servir como arrecife artificial y otro sugirió que sólo debía emplazarse la cabeza y no ocuparse del resto de la pieza. Algunos se preocuparon también por la posibilidad de erigir algo que rindiera homenaje a una persona a quien algunos relacionan con la trata de esclavos y con una colonización atroz.

La estatua fue luego a Nueva York, Ohio y Maryland, sin éxito.

«Varias organizaciones privadas señalaron que la colocarían», dijo Emily Madoff, vocera de Tsereteli. «Luego se percataron de que se habían involucrado en algo demasiado grande… No es algo que simplemente pueda colocarse encima de un terreno».

En 1998, el gobernador de Puerto Rico Pedro Roselló aceptó la obra como regalo y erogó 2,4 millones de dólares en fondos públicos para traerla a la isla. Luego, el alcalde de Cataño, un suburbio de San Juan que atrae a miles de turistas a su destilería de ron Bacardí, solicitó la estatua.

Sin embargo, el plan se topó con problemas cuando las autoridades aeronáuticas consideraron que el lugar propuesto interferiría con las trayectorias de los vuelos. Además, los residentes cuyas viviendas tendrían que demolerse para hacerle espacio a la estatua protestaron contra los planes.

Colón quedó otra vez guardado. «Es algo muy desagradable», dijo Madoff. «La estatua simplemente se quedó ahí».

En 2008, una compañía operadora de puertos, Holland Group Ports Investments, accedió a recibir la estatua y almacenarla en la ciudad costera occidental de Mayagüez, donde permanece. Recientemente, un equipo ruso viajó a la ciudad y se cercioró de que buena parte de las 2.700 piezas siguen encajando, mientras los planes de Arecibo parecían progresar.

El alcalde de Arecibo, Lemuel Soto, dijo que la estatua se sumaría a los sitios de interés en la ciudad, que atrae visitantes a sus cuevas y a uno de los telescopios más grandes del mundo. Madoff dijo que los inversionistas cuentan con los 20 millones de dólares que costaría erigir la estatua, de modo que la financiación no sería un problema.

Sin embargo, ahora que ha comenzado el trámite para obtener el permiso surge una nueva amenaza. El legislador puertorriqueño David Bonilla ha comenzado a cabildear para que la estatua se destine a atraer turistas hacia el occidente de Puerto Rico, quizás en la isla de Desecheo, que está deshabitada salvo por algún inmigrante dominicano que ocasionalmente llega ahí en su huida de la Patrulla Fronteriza estadounidense, la cual vigila el estado libre asociado.

Entonces, intervino el alcalde de San Juan, Jorge Santini, una figura influyente en la isla, quien dijo que quería tener la estatua de Colón en la capital. Proyectó que podría colocarse cerca de una laguna muy visitada o incluso en lo que fue un relleno sanitario.

Una vocera del artista insistió en que es muy tarde para comenzar la búsqueda de un nuevo lugar y que la estatua se levantará en Arecibo, pero tras los antecedentes de esta pieza artística, eso está en veremos

Colón, Pontevedra, Caminha

Por Rodrigo Cota González

 

El definitivo libro que nos desvela todos los datos sobre el origen gallego del descubridor de América. Obra del estudioso Rodrigo Cota, revela sorprendentes datos, textos y documentos, muchos de ellos inéditos, que ponen al descubierto la identidad de Cristóbal Colón, teoría formulada en 1898 por el historiador Celso García de la Riega.

Escrita en un tono ameno y divulgativo, nos lleva a un viaje sorprendente en el que descubriremos todos los detalles sobre el Almirante que descubrió un mundo nuevo.

 

 

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El noble gallego que descubrió América – La clave de Cristóbal Colón

Por Carlos de Vilanova

 

OERAL EDICIONES, 2012. Otros. Estado de conservación: Nuevo. Estado de la sobrecubierta: Nuevo. 01. LA CLAVE DE CRISTÓBAL COLÓN. El noble gallego que descubrió América. Carlos de Vilanova. ¿Sabía usted que muchos personajes relevantes creían que Colón era GALLEGO, entre ellos el Valle Inclán, Castelao, Unamuno, Eduardo Pondal, Beltrán y Rózpide, Emilia Pardo Bazán, Vicente Blasco Ibáñez, Wenceslao Fernández Flores, Ramón Cabanillas, Blanco Amor, Xosé Neira Vila, Montero Ríos, Xose Luis Mendez Ferrín, Xerardo Fernández Albor.etc. Desde 1898 se sabe que colón era de Pontevedra, tal como demostró Celso García de la Riega a finales del siglo XIX. Pero fue acusado de falsear documentos injustamente. Ha llegado la hora de dar a conocer la verdad y demostrar con pruebas históricas LA VERDAD. COLÓN NACIÓ EN POIO, PONTEVEDRA. FUE CORSARIO ANTES DE CONVERTIRSE EN SEÑOR DE SOUTOMAIOR Y CONDE DE CAMINHA. LUCHÓ CONTRA LOS IRMANDIÑOS Y DESPUÉS CONTRA LOS REYES CATÓLICOS A FAVOR DE PORTUGAL. ESTOS LE DECLARARON EN REBELDÍA Y HUYÓ A MADEIRA DONDE CONCIBIÓ SU PROYECTO. VOLVIÓ A CASTILLA A RECLAMAR SUS POSESIONES PERO LOS REYES LE OBLIGARON A RENUNCIAR A TODO, Y A MUDAR DE IDENTIDAD. A CAMBIO AUTORIZARON SU EXPEDICIÓN A LAS INDIAS COMO ALMIRANTE Y VIRREY. TENÍA 60 AÑOS. ASÍ NACIA EL MITO DE CRISTÓBAL COLON, NOMBRE DE LA INFANCIA DE PEDRO MADRUGA. Ha llegado el momento histórico de la confirmación pública de esta tajante verdad: Cristóbal Colón era el noble gallego PEDRO MADRUGA, tal como descubrió don Alfonso Philippot no hace muchos años. Es hora ya de que el mundo sepa este hecho, totalmente demostrado, pero aún oculto ante los ojos de la sociedad y del pueblo gallego, algo que este libro demuestra con datos y pruebas históricas, no con divagaciones. Usted oirá decir que de Cristóbal Colón se sabe poco, pero no es cierto. Hay muchos datos históricos acerca de él, tal como corresponde al calibre de su gesta. Pero lo que falla es la comprensión de esos datos. Sin embargo, una vez que posees la clave, todo el turbio asunto de Colón se aclara repentinamente. Ahora está ya muy claro. Usted tendrá acceso a estas claves si continúa leyendo, pues todo está formalmente explicado en este libro de Carlos de Vilanova que presenta, nada más abrirlo, más de cien pruebas, muchas de ellas absolutamente concluyentes, que demuestran que Colón era Pedro Madruga. Por ejemplo: el léxico de Colón (mas de 500 términos gallegos), la toponimia americana (mas de cien nombres de las Rías Baixas impuestos en el mismo orden geográfico que tienen en Galicia), las relaciones familiares de Colón con los Soutomaior (Madruga y Colón eran primos políticos, aunque en realidad eran una misma persona que se casó primero con Teresa de Tavora y luego con la prima de ésta, Felipa Muñiz), el desciframiento de la firma de Colón (conteniendo el árbol de la familia Soutomaior), los documentos aparecidos en Pontevedra (únicos en el mundo que que mencionan a los Colón), o las falsas imputaciones a la tesis gallega. Y muchísimas otras pruebas más que se exponen en el texto que explican porque Colón sale de Palos (Colón busca siempre la ayuda de los familiares de los Soutomaior), las relaciones de los Soutomaior con fray Diego de Deza, su valedor, o el hecho de que en la corte se hicieran chascarrillos sobre el parecido físico del hijo de Madruga con Colón, diciendo que parecía hijo bastardo.etc. Es tan sólo cuestión de tiempo que se acepten de modo oficial las pruebas que presentamos de que Colón era el noble gallego Pedro Álvarez de Soutomaior o Pedro Madruga, algo que sin duda sucederá con el tiempo. Y debemos difundirlo entre nuestros jóvenes, para que comprendan hasta qué punto este pueblo tuvo que olvidarse de las gestas de sus gentes. 730 gr. LIBRO. Nº de ref. de la librería 424343