El velero ‘VOR 70 Maserati’ parte hoy desde el Puerto de Cádiz para realizar una travesía hasta San Salvador (Bahamas) · El reto es establecer la primera marca mundial para este tipo de barco
| ACTUALIZADO 02.02.2012 – 10:18
La embarcación ‘VOR 70 Maserati’, preparada ayer en el Puerto de Cádiz para iniciar hoy la ruta Cádiz-San Salvador.
Cristóbal Colón partió del Puerto de Palos un 3 de agosto de 1492 con la nao Santa María ylas carabelas Pinta y Niñacon el objetivo de encontrar una nueva ruta comercial con las Indias en dirección a Occidente. Sin embargo, Colón y su tripulación se topó con el nuevo mundo.
Hoy, algo más de cinco siglos después, parte del Puerto de Cádiz el velero monocasco VOR 70 Maserati para realizar la travesía Cádiz-San Salvador (Bahamas). La finalidad de este viaje es establecer el récord de este trayecto de 3.884 millas náuticas realizado por este tipo de embarcación, ya que el mejor registro absoluto lo ostenta el maxi trimarán Groupama, capitaneado por Franck Cammas en mayo de 2007. El tiempo estará monitoreado por el World Sailing Speed Record Council, organismo que certifica los registros de este tipo.
El VOR 70 Maserati cuenta con una longitud de 21,5 metros, una anchura de 5,7 metros y una altura del mástil de 31,5 metros. Para este desafío, el velero ha sido reformado, después de participar en la Volvo Ocean Race.
La tripulación está dirigida por el italiano Giovanni Soldini y está formada por siete tripulantes: el español David Vera, el alemán Boris Hermann, el americano Brad Van Liew y los italianos Gabriele Olivo, Guido Broggi, Gerardo Siciliano y Corrado Rossignoli.
Ayer, todo el equipo ultimaba todos los detalles para salir hoy rumbo a San Salvador. El capitán explicó que la meta es intentar poner un tiempo de referencia para monocasco en «una ruta muy histórica». Este desafío, según Soldini, no es comparable con el del Groupama, ya que «no se puede competir con el récord de ocho días. Los franceses lo hicieron con un trimarán muy grande y nosotros vamos a hacerlo con un monocasco».
La estimación del capitán del VOR 70 Maserati está en realizar la travesía en unos 12 días, lo que se consideraría una buena marca. Para llegar hasta San Salvador, tendrán que lidiar sobre el mar con muchos problemas. «Al atravesar el Atlántico, la dificultad está en que hay que cruzar la alta presión de las Azores. Lo ideal sería poder ir recto, pero no es posible, ya que si fuéramos rectos nos pararíamos en la alta presión. Hay que intentar contornearla haciendo las menos millas posibles», argumentó Soldini. A esto hay que añadir que «vamos a tener un viento fuerte del noroeste. Después, el problema es que va a haber dos fuertes fríos que van a desplazar la alta presión, lo que nos va a dificultar desde el punto de vista estratégico», explicó.
Uno de los puntos fuertes para poder llevar a cabo este tipo de desafíos es la motivación. Soldini comentó que «queremos buscar nuestro límite. Hacer una travesía así, con un barco así y un equipo así es como buscar la adrenalina de planear sobre las olas a 30 nudos de velocidad. Estamos preparados para lo peor, pero también para lo mejor». Para llegar a buen puerto, llevan preparándose desde junio en su base en Italia. Allí, desde noviembre están realizando simulacros. Al respecto el capitán dijo que «un barco es como un pequeño mundo y tiene muchas cosas diferentes. Es importante que estemos en armonía. Es suficiente que un detalle esté mal para que nos vayamos a casa».
Tras esta travesía, el VOR 70 Maserati quiere establecer nuevos récords en las rutas Miami-Nueva York y Nueva York-Cape Lizard (Inglaterra).
El atril que usó el capellán de Cristóbal Colón en las misas que ofició en Cuba, que el Vaticano considera el objeto más antiguo del arte cristiano indígena en América, será exhibido en la isla en el marco de la visita del Papa Benedicto XVI, en marzo.
“El Museo Etnológico Misionero del Vaticano ha traído a La Habana el más antiguo ejemplo de arte cristiano indígena del Nuevo Mundo para ser exhibido durante un año” en el Museo de la Ciudad, en el antiguo Palacio de Capitanes Generales, anunció este viernes el diario oficial Granma.
Dijo que el secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, autorizó ”con carácter excepcional” el préstamo del atril de misa al museo cubano, a solicitud del historiador de La Habana, Eusebio Leal, quien dirige el programa de preservación del centro de la capital, declarada patrimonio por la Unesco en 1992.
La reliquia comenzará a ser exhibida el 5 de febrero, precediendo a la visita a Cuba del 26 al 28 de marzo de Benedicto XVI, segundo viaje papal a la isla, después de la de su antecesor Juan Pablo II en 1998, que marcó el fin del hielo en las relaciones entre la Iglesia Católica y el gobierno cubano.
Granma precisó que el atril, que “ilustra el proceso” de transculturación ”que germinó gracias” al encuentro de dos culturas, fue usado por fray Bartolomé de Las Heras, capellán de Colón en su segundo viaje a América (1493-1996), en el que visitó varias islas del Caribe, incluida Cuba.
En este atril o “facistol”, el sacerdote colocaba el misal (libro de misa) durante los oficios religiosos en el Nuevo Mundo.
Tallado a mano en madera en forma de concha, el atril tiene incrustadas en su superficie finas tiras de hueso de pescado y de caparazón de tortuga carey, dispuestas con vistas a crear un efecto de claroscuro, añadió el periódico.
Destacó que la concha, asociada en la iconografía cristiana “a la resurrección y a la vida eterna”, tenía para los indígenas “un elevado valor simbólico”, vinculado “a los cultos al agua y a la fertilidad”.
Cuba, que hasta 1991 tenía como política oficial el ateísmo, declaró monumento nacional en agosto pasado a la “Cruz de la Parra”, la única que se conserva de las 29 que Colón plantó en sus viajes a América, como parte de los festejos por los 500 años de Baracoa, ciudad primada cubana, en el extremo oriental de la isla.
La cruz fue plantada por Colón el 1 de diciembre de 1492 en la costa de Baracoa y fue llevada a la iglesia del lugar después de la fundación de la ciudad en 1511, donde es conservada hasta ahora.
La visita de Benedicto XVI, una peregrinación de la imagen de la Virgen por toda la isla y una misa en los actos por los 500 años de Baracoa, son frutos de un inédito diálogo iniciado en 2010 por el cardenal cubano Jaime Ortega y el presidente Raúl Castro, que condujo a la excarcelación de unos 130 presos políticos.
Un grupo de avanzada del Vaticano, encargado de los viajes papales, visitó Cuba la semana pasada y constató que los preparativos para la gira del Papa, que también incluye México, están “muy avanzados”, dijo a la AFP el secretario ejecutivo de la Conferencia Episcopal de Cuba, José Félix Pérez.
La Iglesia dijo que el Papa será recibido el 26 de marzo por el presidente Raúl en Santiago de Cuba (sureste), donde oficiará al día siguiente la primera de las dos misas que realizará en la isla, dedicada a los 400 años de la aparición de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona nacional.
La otra misa la oficiará el día 28 en la Plaza de la Revolución de La Habana.
Enrique Massó, fillo de Gaspar, doa ao museo a súa biblioteca colombina, formada por máis de 600 volumes.
O Museo Massó de Bueu segue incrementando os seus fondos. Unha das últimas incorporacións é a gran biblioteca colombina que durante décadas foi reunindo Enrique Massó, fillo de Gaspar. A colección está composta por máis de 600 volumes nos que dunha maneira ou outra o principal protagonista é Cristóbal Colón, o almirante que aquel 12 de outubro de 1492 chegou ao Novo Mundo. A familia decidiu doar toda a biblioteca ao museo budetense para facilitar que calquera investigador ou persoa interesada poida ter acceso aos seus fondos.
DAVID GARCÍA – BUEU O enxeñeiro e apaixonado da historia Antonio Fernández publicou en FARO DE VIGO durante a década de 1950 unha serie de artigos nos que defendía a teoría de que Cristóbal Colón, o descubridor do Novo Mundo e almirante do Mar Oceana, era galego e procedente das Rías Baixas. Unha teoría que se baseaba en inscricións achadas en igrexas da contorna de Pontevedra nas que aparecía o apelido Colón, como no propio templo de Santa María de Pontevedra. Esa hipótese en realidade non era nova e retomaba a senda doutros estudiosos que a finais do século XIX, como García de Régaa, xa defenderon a posibilidade de que Colón fose galego. Esa serie de artigos chamou a atención e espertou a curiosidade dun por entón novo Enrique Massó, un dos fillos de Gaspar Massó. Ata tal punto interesouse polo tema que ao longo dos anos logrou reunir unha vasta biblioteca colombina, con máis de 600 libros nos que se aborda a figura do almirante desde diversas perspectivas. Esa colección de libros permanecía ata hai pouco nunha casa da familiar en Vigo, pero recentemente acaba de ser doada integramente ao Museo Massó de Bueu. «É o seu destino natural, o lugar no que debe estar e que facilitará que investigadores e calquera persoa interesada na temática colombina poida consultar estes títulos», explica Noé Massó, fillo de Enrique e neto de Gaspar.
Enrique Massó mantivo contacto con Antonio Fernández a partir daqueles artigos e comezou a formar a súa biblioteca nesa década de 1950. Aínda que as adquisicións continuaron ata os anos de 1980, o groso das compras concéntrase entre as dúas primeiras décadas. O interese, a curiosidade e a boa posición da familia Massó permítenlle a Enrique viaxar ao Arquivo de Indias (en Sevilla), a Portugal e recompilar libros e estudos. El mesmo chega a compor unha particular homenaxe á figura do Almirante coa publicación durante os anos 60 dun pequeno libro de poesía titulado «Retrouso a Colón», publicado co apoio de Álvarez Blázquez. A colección poderíase dividir en dous apartados: o fondo antigo, composto en gran parte por libros publicados por mor da conmemoración do cuarto centenario do Descubrimento, en 1892, e outro fondo con referencias máis modernas. A Massó fascínalle o enigma de Colón, un personaxe que pasa á Historia como o descubridor de América, pero tamén envolvido nun halo de néboa e de misterio que el mesmo alimenta.
A teoría genovesa
A teoría máis estendida achega do lugar do seu nacemento é a genovesa, que apunta que Colón forma parte dunha familia de laneros e comerciantes da cidade italiana que teñen moita relación con Portugal e co comercio atlántico. Existe mesmo un documento escrito no que afirma «sendo eu nado en Xénova», pero o certo é que non se trata dun orixinal e iso esperta non poucas dúbidas. Son moitos tamén os que sinalaron que para ser genovés Colón apenas sabía falar italiano, que o escribe con numerosos erros e que nos seus textos pódense atopar numerosos lusismos, que tendo en conta a época poderían equipararse a galeguismos. O propio Colón alimenta dúbidas respecto diso noutra das súas enigmáticas frases: «Non son o primeiro almirante da miña familia», algo que entraría en contradición con ese núcleo familiar de carácter comerciante.
Nun sentido estrito quizais o lugar de procedencia de Colón non sexa máis que un tema menor posto que o feito de que fose genovés, galego, portugués ou mallorquino non afectou o resto do devir histórico, pero o certo é que a figura do almirante «forma parte dun nódulo histórico, é unha porta que abre outras moitas portas», explica Noé Massó. A partir del un pode penetrarse en aspectos como a navegación, a cartografía, a tecnoloxía naval, a historia do século XV, as relacións entre Galicia, Portugal e Castela, os descubrimentos portugueses, a colonización do Novo Mundo, ou mesmo no estudo das linguas. E aínda que en principio non sexa relevante o lugar de orixe do mariño, se realmente fose galego permitiría conectar a Galicia cun dos feitos nucleares da Historia.
O cuarto centenario
O ano 1892 constitúe unha data crave nos estudos colombinos. A celebración do cuarto centenario do Descubrimento alenta un novo interese pola figura do almirante presuntamente genovés. Galicia non é allea a ese interese, algo doutra banda con certa lóxica se se ten en conta que a nave coas noticias do Novo Mundo arribou ao porto de Baiona. Algúns estudiosos da época formulan a hipótese dun Colón galego baseándose, entre outros indicios, en que cara a 1450 ese apelido estaba plenamente asentado en Pontevedra ou en inscricións como as antes referidas. Esas teorías son rexeitadas de maneira categórica pola Real Academia de Historia, un rexeitamento contundente que o único que logra é estimular máis aínda aos que defenden esas teorías. A verdade é que non hai ningún cabo a terra firme que as avale, pero tampouco os hai no resto de hipótese. En realidade, tan válidas poden ser unhas como as outras. A tese non decaeu. Os investigadores que relacionan a Colón con Galicia seguiron rastrexando indicios: Rastrexaron a súa lingua, a súa genealogía, as súas relacións con Portugal, examinaron a súa caligrafía, interpretaron a súa firma, emparellaron a toponimia dos descubrimentos con lugares das Rías Baixas, como o primeiro lugar ao que chegou aquel 12 de outubro de 1492, ao que chamou San Salvador, sendo San Salvador de Poio onde o mozo Colón iniciaría os seus estudos. Tamén lembran que a frota estaba capitaneada pola nave «Santa María», construída na Moureira de Pontevedra, e que orixinalmente se chamaba «La Gallega».
A tese galega tradicional defende unha teoría máis ben humilde: o almirante formaba parte da familia Colón, comerciantes estranxeiros asentados en Pontevedra a principios do século XV e viviu a súa infancia entre Poio e Pontevedra. Hai outra quizais máis rechamante e ambiciosa, defendida por autores como Alfonso Philippot ou Rodrigo Cota. Philippot é historiador, capitán da Mariña Mercante, de pai italiano e nai galega e un gran genealogista. A súa avoa era unha fervente defensora da teoría genovesa, pero el, tras moitas lecturas e estudos, chega a unha conclusión sorprendente e que en caso de vivir aínda a súa avoa seguramente lle valeu ser desherdado: Colón non só era galego, senón que ademais en realidade era Pedro Álvarez de Soutomaior, coñecido popularmente como Pedro Madruga.
Esta hipótese serviría para explicar a desaparición do nobre galego despois do enfrontamento cos Reis Católicos [el apoiaba a Juana «A Beltraneja» para ocupar o trono en lugar da Isabel] e aínda que a hipótese ten tinguiduras novelescos o certo é que se apoia en datos históricos que a fan tan plausibles como no resto das teorías sobre a procedencia de Colón. O almirante e o nobre galego estaban casados cunha muller portuguesa, as persoas que apoiaron a Colón en Sevilla no seu empeño de realizar a travesía eran membros da familia Sotomayor e mesmo na segunda viaxe do almirante a América vai con el Cristobal de Sotomayor, un fillo de Pedro Madruga.
Colón de Sotomayor
Alfonso Philippot comezou a publicar as súas investigacións hai máis de 30 anos. O 12 de outubro de 1977 publicaba en FARO un artigo titulado «Cristóbal Colón de Sotomayor», que era un adianto do libro que estaba a preparar. Desde entón publicou obras como «A identidade de Cristóbal Colón» e «Colón galego, o almirante das mil caras». Sostén que o cambio de identidade Pedro Madruga/Cristóbal Colón produciuse en 1479, data na que o nobre galego foi obrigado a exiliarse a Portugal polo seu apoio a Juana A Beltraneja e ano no que, segundo os historiadores portugueses, Colón chegaría a Lisboa.A hipotésis de Philippot é que Pedro Madruga adoptaría o apelido da súa nai, Constança de Colón, e o nome co que era coñecidos na súa infancia, que era Cristóbal. O 20 de xaneiro de 1486 os Reis Católicos celebraron unha audiencia con Cristóbal Colón en Salamanca e na que o almirante lles expuxo o seu proxecto dunha nova ruta cara ás Indias. Philippot cre que en realidade era Pedro Madruga quen presentou esa proposta para tentar a cambio recuperar as súas propiedades.
Son todos estes datos concluíntes e irrebatibles? Non. Pero quizais o resto das teses tampouco o sexan. «Hai vimbios para facer un cesto. Son todos discutibles, pero se vos italianos podar facelo, nós tamén», sinala Noé Massó.
Un enigma sen resposta
A biblioteca colombina doada pola familia Massó xa está no museo budetense e os seus fondos poden ser consultados. Pero vaia por diante unha advertencia: Que ninguén espere atopar nos seus máis de 600 volumes a resposta a se Colón era galego, genovés ou de calquera outra parte de Europa. Ese é probablemente un enigma puro que nunca terá resposta e a consulta desta biblioteca o que provocará son máis preguntas e interrogantes. Enrique Massó chegou a estar persuadido durante a década de 1960 que Cristóbal Colón era galego, pero na actualidade, tal como apunta o seu fillo Noé, xa «non se define».
Boletín de la Real Academia de la Historia – Tomo 9, Año 1886
De las últimas investigaciones del abate Casanova resulta que no nació en Génova Cristóbal Colón, como generalmente se creido, sino en Calvi, ciudad fuerte de la isla de Córcega; y de ahí que, según dice el Temps de Paris, hayan empezado activamente en aquella ciudad los preparativos de las fiestas para celebrar el cuarto centenario del descubrimiento de las Américas. Y como consecuencia del resultado de las investigaciones indicadas, los Estados -Unidos, no sólo se proponen tomar parte especial en esta solemnidad, sino que se asegura, según se lee en algunos periódicos, que por un decreto del Presidente serán declarados ciudadanos de la república americana los habitantes de aquella isla.
Este importante descubrimiento del abate Casanova, que viene á confirmar el que en la primera mitad del presente siglo hizo M. Guibega, prefecto de Córcega, demuestra que no es Italia —241→ sino España, la que puede envanecerse de ser patria del que la dió un Nuevo Mundo. Y la razón es sencillísima. Cuando nació Colón, bien se coloque la fecha de este nacimiento en el año 1430, como quieren algunos, ó en el 1435 ó 36 como asegura uno de sus contemporáneos é íntimos amigos, la isla de Córcega formaba parte de la corona de Aragón. Sabido es que fué cedida en 1297 al rey D. Jaime II por el pontífice Bonifacio VIII; y aun cuando fuera cierto que los genoveses se apoderasen de aquella isla en 1481, cosa que hasta entonces, según dicen algunos historiadores, no habían podido conseguir á pesar de sus reiteradas tentativas, y aun cuando lo fuera, como dicen otros, que en el 1440 la hubiera conquistado por su propia cuenta la familia de los genoveses Campo Fregosa, siempre sería el resultado el que, habiendo estado hasta entonces instalados en ella los aragoneses, á quienes de derecho pertenecía, era aragonés Cristóbal Colón cuando nació; con tanto mayor motivo, cuanto que según refiere Zurita en el lib. VIII, cap. 28 de sus Anales, D. Pedro IV de Aragón en 1348, agradecido á la fidelidad y constancia que en los acontecimientos de aquella época manifestaron algunas compañías de corsos, que estuvieron en la defensa de Sácer (Cerdeña), todo el tiempo que los barones de Oria la tuvieron cercada, mandó que de allí adelante todos los corsos que estuviesen y morasen en cualquier ciudad y pueblo de Cerdeña fuesen tratados como catalanes y aragoneses.
No es necesario referir la multitud de hechos con que los reyes de Aragón manifestaron en aquellos siglos el ejercicio de la soberanía que tenían en Córcega, tales como el nombramiento de los —242→ gobernadores que habían de regir la isla, según Zurita, lib. VI, cap. 56; lo que el mismo refiere en el lib. V, cap. 60, acerca del legado que mandó el Papa en el año 1303 á los prelados, condes y barones de Cerdeña y Córcega, para que reconociesen y obedeciesen por rey al de Aragón, y lo que asimismo dice en el lib. X, cap. 78, de que «en el año 1404, Vicentelo de Istria, sobrino del Conde Arrigo de la Roca, que era muy poderoso en Córcega, imitando á su tío que fué muy fiel á la corona de Aragón, juntando las gentes que eran de su parcialidad con mano armada y con diversos medios, hizo de manera que la mayor parte de la isla se pusiese en la obediencia del rey, habiéndose enviado para que se defendiese aquella parte de Vicentelo y se fuese ganando lo restante algunas galeras y gente con las que pasó este á la isla, yendo por capitán García de Latras, que se puso en el castillo de Cinerca, etc.» Tampoco hay gran necesidad de recordar lo que dice otro de nuestros historiadores acerca de la armada que juntó D. Alfonso V para pasar personalmente con ella á los reinos de Sicilia y Cerdeña, y asegurarlos en su obediencia; y que después de haber acabado de sujetar al segundo de ellos, juntamente con el estado de tierras del juzgado de Arboréa, pasó á Córcega para asistir á los condes de Istria sus vasallos, y rindió á Calvi (patria de Colón) y la principal fuerza de la isla en la ciudad de Bonifacio. Ni hay tampoco para qué detenerse en sacar las consecuencias que podrían deducirse (atendidas las circunstancias de que frecuentemente corrían la misma suerte esta isla y la de Cerdeña, y de haber venido á pasar la de Córcega á poder de Génova) de lo que el mismo Zurita refiere en los capítulos 15 y 36 del libro XX de sus Anales, y Mariana en los 5, 11 y 18 del libro XX de su Historia de España. Y no hay para qué ocuparse de ello, por la razón de que, aun cuando fuera cierto que de hecho hubieran dejado de poseer aquella isla los aragoneses en 1481 y aun en 1440, continuaron considérandose soberanos de derecho, y lo fueron efectivamente, por lo menos hasta el tiempo de Felipe II, puesto que el mismo Zurita refiere en el lib. XIII, cap. 8, —243→ fué entonces cuando se aseguró á Génova en el señorío de la isla, aunque debajo de la protección y amparo de aquel rey. Y tanto es así, que, en el juramento que con arreglo á los fueros de Aragón prestó el mismo rey en La Seo de Zaragoza el año 1563, comprometiéndose, en cumplimiento del estatuto y ordenación hecha por el rey D. Jaime, á conservar unidos perpetuamente y bajo un solo cetro los reinos y condados que componían la corona de Aragón, dijo entre otras cosas á este propósito: «Ita quod quicumque sit Rex Aragonum idem etiam sit Rex Regnorum Valentiae, Maioricarum, Sardiniae et Corsicae, ac Comes Barcinonae Rossilionis et Ceritaniae» ( Murillo, trat. 2, cap. 8).
Por consiguiente, con idéntica razón, con el mismo derecho que sostiene Francia que fué francés Napoleón I por haber nacido en un territorio que solo desde pocos meses antes pertenecía á aquella nación, con el mismo, y aun con mayor si cabe, puede sostener España que fué español, como nacido dentro de los estados de Aragón el descubridor del Nuevo Mundo.
El que en el documento de 22 de Febrero de 1498 en que fundó Colón su mayorazgo, dijera de «la cual ciudad de Génova he salido y en la cual he nacido,» y el que contestando el tribunal de San Jorge en 8 de Diciembre de 1502 á una carta suya, le llamase «amatissimus concivis» y á Génova «originaria patria de vestra claritudine,» que son las principales razones con que hasta ahora había aquella ciudad combatido á las muchas que le disputaban este honor (Cogoleto, Bugiasco, Finale, Quinto, Nervi sobre la Rivera, Savona, Pavestrella, Arbizoli cerca de Savona, Cosseria entre Millesimo y Carease, Val de Oneglia, Castel de Cucaro entre Alejandría y Casales, Placencia y Pradello en el Placentino), no son motivos suficientes á destruir lo que de las investigaciones del abate Casanova, según parece, resulta; —244→ pues independientemente de que por haberse criado, según dicen algunos, en Génova, sería tenido por sus contemporáneos como natural de aquella ciudad, y de que en la época en que se escribieron tales documentos se habían apoderado los genoveses, según parece, de Córcega, por lo que considerarían como conciudadanos suyos los nacidos en aquella isla, es de creer que no se opondría á este concepto, porque su vanidad quedaría más lisonjeada con aparecer hijo de una ciudad tan ilustre y esclarecida, y que tan importante papel representó en los acontecimientos de aquellos siglos, que con serlo de una isla de poca valía, que no tenía existencia independiente, sino que por el contrario, iba pasando de unas manos á otras de los que tan frecuentemente se la disputaban.
Nochebuena de 1492. La expedición de Cristóbal Colón espera en la Española pasar su último día en esas nuevas tierras. Todo está preparado para zarpar al día siguiente. Sin embargo, en mitad de la noche unos gritos dan la voz de alarma. La nao Santa María ha encallado. No hay víctimas pero los intentos por reflotarla son en vano. Colón aprovecha el imprevisto para construir un fuerte en la isla con los restos del navío. Un total de 39 marineros comandados por Diego de Arana se convierten en el primer destacamento español en el ‘Nuevo Mundo’. La fortificación es levantada bajo el nombre de Navidad en honor a la fecha del comienzo de su edificación.
Los marineros se pertrechan y aprovisionan con gran cantidad de víveres. Son conscientes de que deberán resistir un año la vuelta de una nueva flota desde el otro lado del Atlántico. En ese tiempo sólo tienen un objetivo: almacenar todo el oro posible. Los nativos les han prometido muchas riquezas y la mayoría de colonos se quedan en la isla voluntariamente. Colón parte hacia España el 4 de enero de 1493. Nunca más vería con vida a sus 39 compañeros.
Cuando el almirante genovés descubre América lo primero que hace es entablar relaciones con las tribus nativas. En la Española -actual Haití- hace tratos con los indios taínos, un grupo de indígenas pacíficos y receptivos a los recién llegados. Su líder Guacanagarí ve en los hombres blancos y barbudos unos buenos aliados contra su enemigo isleño: los indios caribes. Estos otros nativos pueblan el interior de la isla, practican el canibalismo y dirigidos por un caudillo llamado Caonabo mantienen una postura bastante hostil y beligerante. Para ganarse el trato de los españoles en su lucha interna, Guacanagarí ofrece algunas joyas y la promesa de abundante oro. Los colonos se frotan las manos y sueñan con volver a España cargados de riquezas.
Tras el suceso de la Santa María, los propios taínos ayudan a los españoles a rescatar el máximo material posible de la nao. Incluso aceptan la presencia del pequeño contingente en el fuerte Navidad. Este modesto enclave apenas cuenta con una empalizada, una torre y unas casas. Antes de su partida, Colón deja al mando de la guarnición a Diego de Arana, alguacil mayor de justicia. Sus lugartenientes son Pedro Gutiérrez y Rodrigo Escobedo. Sus órdenes están claras: mantener la alianza con los taínos y conseguir oro.
El regreso
Tras sorprender al mundo entero con su increíble hallazgo, Colón emprende su segundo viaje a América. Tras navegar por las Antillas pone rumbo al pequeño asentamiento donde espera con ansiedad conocer los avances de los colonos. Sin embargo, cuando se aproxima al lugar el 27 de noviembre de 1493 no ve luces ni percibe ruidos en el fuerte. La alarma aumenta al encontrar dos cadáveres flotando en la costa en tal estado de descomposición que es imposible identificarlos. Al caer la noche, los españoles no se atreven a bajar de los barcos. A la mañana siguiente realizan varios disparos con lombarda sin obtener respuesta alguna. Sus mayores temores se confirman cuando aparecen dos nuevos cuerpos. A diferencia de los anteriores, estos cadáveres tienen barba, señal inequívoca de su procedencia hispana.
Por fin, los colonos descienden dispuestos a averiguar lo ocurrido. Se encuentran con el fuerte calcinado, pero no hallan cadáveres. ¿Dónde están? Tampoco hay oro ni ningún otro metal precioso almacenado. La respuesta la ofrecen los indios taínos. Su líder se entrevista con Colón. Guacanagarí recibe al genovés postrado en una camilla por una supuesta herida en una pierna. El líder indígena explica que sus enemigos caribes atacaron a los españoles y que ellos intentaron ayudarles sin éxito. Las palabras no convencen a los exploradores. El propio médico de la expedición, Diego Álvarez de Chanca, examina la pierna del líder tribal sin encontrar ninguna herida exterior. Pese a las sospechas de traición y a la presión de sus hombres para vengarse, Colón acepta las explicaciones y decide fundar la Isabela, la primar ciudad en el nuevo continente. Eso sí, elige la otra punta de la isla, en la actual República Dominicana.
Pero ¿qué pasó realmente en el fuerte Navidad? Al poco de marcharse Colón la tensión entre los españoles y los indios aumentó. Los colonos actuaban como verdaderos señores del lugar, sin respetar las costumbres autóctonas y con una actitud más tiránica cuanto más se retrasaba el oro prometido. Además, la relación entre los propios españoles tampoco era la adecuada, lo que provocó la formación de dos grupos. Por un lado Pedro Gutiérrez y Rodrigo Escobedo junto a otros nueve hombres abandonaron la fortificación y se adentraron en la isla, donde fueron una presa fácil para los indios caribes. Después, esta tribu beligerante o los propios taínos cansados de tanto desprecio atacaron a los diezmados e indisciplinados habitantes de Navidad.
Castelao quiso contribuir a la causa gallega con un dibujo, el cual fue publicado en el libro del Doctor Rodríguez «COLON ESPAÑOL, HIJO DE PONTEVEDRA»
Meu irmán: Ahí lle vai o dibuxo, asiña decatarase do que quer dicir, a estela das carabelas… a dor de Galicia… etc. Eu poño o meu comentario o descubrimento d’américa e espero nos fagan xusticia, pois a misma dor en contra nós que os Reises Católicos ¿non si?. No arquivo parroquial de San Bartolomé aparecen tres partidas co nome de Colón, en Sta. María o arquivo non está completo e falta o documento de fundación da capilla onde está a inscripción. Saudos agarimosos dun irmán. Castelao
ALBA DE GLORIA
Por Alfonso Daniel Manuel Castelao
Miñas donas e meus señores :
Se no abrente deste día poidéramos voar sobor da nosa Terra e percorrela en todas direiccións, asistiríamos á marabilla dunha mañán única. Dende as planuras de Lugo, inzadas de bidueiros, até as rías de Pontevedra, oureladas de piñeiraes; dende as serras nutricias do Miño á gorxa montañosa do Sil, até a ponte de Ourense, onde se peitean as augas de entrambos ríos; ou dende os cabos da costa brava da Cruña, onde o mar tece encaixes de Camariñas, até o curuto do monte de Santa Tegra, que vence coa súa sombra os montes de Portugal, por todas partes xurde unha alborada de Groria. O día de festa comeza en Sant-Iago. A torre do relox tanxe o seu grave sino de bronce para anunciar un novo día, e de seguida comeza unha muiñeira de campás, repinicada nas torres do Obradoiro, que se comunica a tódolos campanarios da cibdade. Pero, hoxe as campás de Compostela anuncian algo máis que unha festa litúrxica no interior da catedral, con dinidades mitradas e ornamentos marabillosos, de brocados e ouros, con chirimías e botafumeiro, capaz de dar envexa á mesma basílica de Roma. Hoxe as campás de Compostela anuncian unha festa étnica, filla, tal vez, dun culto panteista, anterior ao cristianismo, que ten por altar a terra-nai, alzada simbólicamente no Pico Sagro; por cobertura o fanal inmenso do universo; e por lámpara votiva, o sol ardente de xullo, o sol que madura o pan e o viño eucarísticos. Por eso a muiñeira de campás, iniciada en Compostela, vai rolando por toda Galiza, de val en val e de coto en coto, dende os campanarios pimpantes da veiramar até as homildes espadañas da montana. E o badaleo rítmico das campás- de tódalas campás de Galiza, en leda algarabía – semella o troupeleo dos cabalos astrales, que veñen pola vouta celeste, turrando do carro de Apolo, que trai luz e calor ao mundo das sombras. Hoxe é o Día de Galiza, e así comeza .
Así da comezo a solemnidade deste día; a Festa Maor de Galiza, a Festa de tódolos galegos. Pero, ninguén pode sentila, coma nós, os emigrados, porque en tal día como este reviven as nosas lembranzas acuguladas, e coa moita distancia agrándase o prodixio da patria. Hoxe a nosa imaxinación anda por alá, en festa de saudades, escoitando as cantigas montañesas e mariñeiras que van para Compostela, vendo o noso país embandeirado de azul e branco, con músicas, gaitas pandeiros, aturuxos e foguetes …
E, despois de evocar o repique matutino das campás – mal ou ben, ao xeito de Otero Pedrayo – eu podía evocar igoalmente, tódolos lances xubilosos deste día, hora a hora, minuto a minuto. Pero, cómo se tornan tristes as alegrías evocadas lonxe da patria ! Cómo doen as ledicias arrincadas do recordo da nosa mocedade ! E, cómo para min é certo o que dixo o mellor poeta da nosa estirpe :
Sen ti perpétuamente estou pasando
Nas maores alegrías, maor tristeza
Non; é moito mellor evocar algo irreal, algo puramente imaxinario, algo que co seu simbolismo, nos deixe ver o pasado para proveito do futuro, como unha boa esperencia. Podemos imaxinar, por exemplo, unha Santa Compaña de inmortaes galegos, en interminable procesión. Alí veremos as nobres dinidades e os fortes caracteres que dou Galiza no decorrer da súa Hestoria. Verémolos camiñar en silenzo, coa faciana en sombras e o mirar caído na terra dos seus pecados ou dos seus amores, agachando ideias tan vellas que hoxe nin tan siquera seríamos capaces de comprender, e sentimentos tan perennes que son os mesmos que agora bulen no noso corazón. Algúns verémolos revestidos con ricos panos e faiscantes armadura; pero, os máis deles van descalzos e nús, cos osos prateados polo fulgor astral.
Ao frente de todos vai Prisciliano, o heresiarca decapitado, levando a súa propia caveira nunha arqueta de marfín e afincándose nun longo caxato, que remata coa fouce dos druídas, a modo de báculo episcopal. Siguen a Prisciliano moitos adeptos, varóns e mulleres. Detrás veñen dous magnates, que cicáis sexan : Teodosio, o grande Emperador de Roma, e San Dámaso, o Santo Pontífice da cristiandade, seguidos ambos por unha hoste de soldados i ecresiásticos. Ollamos dispóis unha ringleira de mortos escrarecidos, que portan os atributos da súa dinidane ou da súa profesión .
Alí distinguimos á virxe Eteria, a escritora pelengrina, con túnica de branco liño e camiñando con arfado compás. Ao hestoriador Paulo Orosio, discípulo de San Agostiño, que marcha pensatibre, cun rolo de pergameos na man. Ao bispo e cronista dos tempos suevos, a Idacio, que alumea o camiño cunha lámpara de bronce. A San Pedro de Mezonzo, o autor da Salve Regina Mater – o cántico e a oración máis fermosa da Eirexa -, cunha fragante azucena nos beixos. Ao fundador San Rosendo que sostén litúrxicamente a custodia do noso escudo tradicional. E moitos, e moitos máis, que é dificultoso recoñecer. Logo vemos ao primeiro Arzobispo de Compostela, o gran Xelmírez revestido de pontifical, con aurifulxente cortexo de mitrados e coengos. Após do prelado ven Alonso VII, o Emperador, con cetro na destra, espada na sinistra e coroa de ouro e pedrarías nas sens.
Siguen ao Emperador: o Conde de Traba, seu aio, e demáis bultos da soberba feudal de Galiza. Ollamos dispois os monxes letrados, en longa fileira, con velas acesas e libros abertos. Ven detrás o mestre Mateo, o Santo dos Croques, co Apocalipsis debaixo do brazo, encabezando unha grea de architectos e imaxineiros, que portan as ferramentas das súas artes. De seguida aparece unha moitedume de xograres e trobadores, en mistura de tipos e atavíos.
Algúns semellan ter sido monxes; outros calzan esporas de ouro, en sinal de que foron cabaleiros; pero os máis deles van esfarrapados, con vellas cítaras, laúdes e zanfoñas ao lombo. Alí recoñecemos a Bernardo de Bonaval, a Airas Nunes, a Eanes do Cotón, a Pero da Ponte, a Pero Meogo, a Xoan de Guillade, a Meendiño, a Xohán Airas, a Martín Codax, Paio Gómez Charino, a Macías, o namorado, a Rodríguez del Padrón, e moitos máis, todos con lume no peito. Non tardan en aparecer as dúas belidas e infortunadas irmáns, Inés e Xohana de Castro, a que reinou en Portugal dispois de morta e a que foi raiña de Castela nunha soia noite morna de vran, como dúas rosas rosas murchas levando en bandexas de prata as coroas do seu efímero reinado.
Veñen de seguida os moitos varóns altaneiros de Galiza, os señores feudales, que non souperon vivir en paz, nin consigo mesmos, todos eles montados en bestas negras, dende Andrade, o Bó, seguido por un porco montés- símbolo totémico da súa casa -, até o valente Pedro Madruga, que leva o puñal da traición espetado nas costas. Como grupo singular destácase o Mariscal Pardo de Cela, xunto cos seus compañeiros de marteiro, inxustamente decapitado, que sosteñen con entrambas mans as propias cabezas, aínda frescas, que deitan sangue e piden xusticia. Tamén ollamos unha boa representación do feudalismo eclesiástico, e nel distinguimos aos tres arzobispos Fonseca, pai , fillo e neto, seguidos por unha mula cangada coas obras de Erasmo. E, detrás de tanto señorío feudal ven a pé o seu mellor cronista, Vasco da Ponte. De seguida recoñecemos a imponente tropa dos Irmandiños, que arrastran cadeas, con bisarmas e fouces mangadas en paus, levando por abandeirado a Rui Xordo, que sostén en outo un facho de palla acesa e fumeante. Eiquí comeza a decaer a categoría do fúnebre cortexo, coma decaeu Galiza ao trocarse en povo vencido e subordinado. Pero sigue dando individualidades, como Sarmiento de Gamboa e os Nodales, que camiñan xuntos, portando astrolabios, atlas e cunchas estranas; o filósofo escéptico, Francisco Sánchez, con muceta de doutor; os Virreis de Nápoles e das Indias, Conde de Lemos e Conde de Monterrei, que serviron lealmente a quén non merecía ser servido por ningún galego; os tres grandes embaixadores filipescos, Zúñiga, de Castro e Gondomar, que inútilmente derrocharon talento, sabiduría e artes diplomáticas; os escultores Moure e Ferreiro, xunto cos architectos Andrade e Casas e Nóvoa, que ceibaron de cadeas a nosa orixinalidade oprimida; o P. Sarmiento e o P. Feixóo, que remediaron o retraso cultural de Hespaña coa súa poderosa erudición e o seu xenio enciclopédico. Ven axiña Nicomedes Pastor Díaz, coa súa lira de nacra, abrindo a renascencia literaria de Galiza e seguido polos poetas Añón, Rosalía, Curros, Pondal, Ferreiro, Lamas, Amado Carballo, Manoel Antonio e tantos outros, todos con estrelas sobor das súas frentes; os hestoriadores Vicetto, Murguía e López Ferreiro, os patriotas Faraldo e Brañas, a pensadora Concepción Arenal, a escritora Pardo Bazán, e por fin o gran Don Ramón, ainda non ven descarnado …
Acabo de citar uns cantos bultos da Santa Compaña de inmortaes galegos, uns cantos nada máis, porque, nos dous mil anos da nosa hestoria, os bultos cóntanse por milleiros.
Di Oliveira Martins que na Hestoria non hai máis que mortos e que a crítica hestórica non é un debate, senón unha sentencia. Pero todos sabemos que os mortos da Hestoria reviven e mandan sobor dos vivos – moitas veces desgraciadamente -, como todos sabemos que a mellor sentencia é a que se da dispois deun debate. Por eso eu gosto de poñer a debate a nosa Hestoria, non a nosa Tradición, porque si ben é certo que se pode compor unha granda Hestoria de Galiza con soio recoller as crónicas dos seus grandes homes, tamén é certo que ningún deles, nin todos eles xuntos, foron capaces de ergueren a intransferible autonomía moral de Galiza, á categoría de feito indiscutible e garantizado. Afortunadamente, Galiza conta, para a súa eternidade, con algo máis que unha Hestoria fanada, conta cunha Tradición de vaor imponderable, que eso é o que importa para gañar o futuro. Cando a Santa Compaña de inmortaes galegos, que acaba de pasar por diante da nosa imaxinación, se perde na espesura dunha froresta lonxana, con esa mesma imaxinación veremos xurdir do Humus da terra-nai, da terra da nosa Terra, saturada de cinzas humáns, unha infinda moitedume de luciñas e vagalumes, que son os seres innominados que ninguén recorda xa, e que todos xuntos forman o substractum insobornable da patria galega. Esas ánimas sen nome son as que crearon o idioma en que eu vos estou falando, a nosa cultura, as nosas artes, os nosos usos e costumes, i en fin, o feito diferencial de Galiza. Elas son as que, en longas centurias de traballo, humanizaron o noso territorio patrio, infundíndolle a tódalas cousas que na paisaxe se amostran o seu propio esprito, co que pode dialogar o noso corazón antigo e panteista. Elas son as que gardan e custodian, no seo da terra-nai, os legados múltiples da nosa tradición, os xermes incorruptibles da nosa futura hestoria, as fontes enxebres e purísimas do noso xenio racial. Esa moitedume de luciñas representa o povo, que nunca nos traicionou, a enerxía coleitiva, que nunca perece, i, en fin, a espranza celta, que nunca se cansa. Esa infinda moitedume de luciñas e vagalumes representa o que nós fomos, o que nós somos e o que nós seremos sempre, sempre, sempre.
Velahí o que eu quería decir neste Día de Galiza, en loubor da nosa Tradición, por riba da nosa Hestoria a tódolos galegos que residen nesta terra, que para nós é a segunda patria. E nada máis amigos e irmáns.
Que a fogueira do esprito siga quentando as vosas vidas e que a fogueira do lume nunca deixe de quentar os vosos fogares .
El Almirante navega a la deriva en un mar de papeles, permisos y vistas administrativas…pero así funciona la cosa en este terruño que él descubrió (o encontró).
Tras ser rechazada por varios países y luego de más de 12 años dando tumbos y curtiéndose de óxido borincano, la colosal estatua de Cristóbal Colón se comenzaría a erigir a mediados del 2012 si prosperan las intenciones del municipio de Arecibo y de un grupo privado interesado en colocarla en un predio de 100 cuerdas en el barrio Islote.
Allí sería la atracción principal del Columbus Theme Park, que según Sari Méndez, quien está a cargo del esfuerzo de la permisología y es el enlace con el artista y su grupo de trabajo, estaría listo para mediados o fines del 2013.
«Toda la documentación requerida que la Oficina Gerencia de Permisos (OGPE) pide está sometida y se está llevando paso por paso, y una vez se supera una etapa se pasa a la otra. La última documentación que se entregó fue la ambiental la pasada semana, cuando me reuní con ellos».
Méndez, quien trabaja para Panamerican Grain Inc., empresa de José González Freyre que es propietaria del terreno que será sede del parque, dice que espera que el proceso de permisología esté finalizado en los próximos meses para -según espera- poder poner la primera piedra de la estructura que mediría sobre 10 pies más que la Estatua de la Libertad de Nueva York que mide 305 pies de altura incluyendo la base.
El alcalde arecibeño, Lemuel Soto, ha endosado el proyecto públicamente, aunque ayer no respondió llamadas de este diario.
Según González Freyre, para establecer el parque habría que cambiar la clasificación a ‘turística’ de una franja de terreno por la PR-681 que va desde La Boca, en Barceloneta, hasta la zona del faro de Arecibo, algo que alega que beneficiaría a toda la zona.
Agregó que las piezas, cuyo proceso de ensamblaje se detuvo hace año y medio, continúan en los almacenes de otras empresa suya, Holland Group Port Investment, en Mayagüez, a donde fueron llevadas con la idea de que, para los Juegos Centroamericanos y del Caribe del 2010 se instalase allí la pieza de bronce de más de 1,000 toneladas diseñada por el artista ruso Zurab Tseretelli.
Tanto Freyre como Méndez se mantienen en comunicación frecuente con Tseretelli y su equipo de trabajo explicándole el proceso. De hecho, dijeron que la semana pasada hablaron en dos ocasiones.
Tseretelli sigue siendo el propietario de la enorme escultura que arribó a Puerto Rico en 1998 para instalarse en Cataño, pero luego se ha propuesto para Mayagüez, Guayanilla, San Juan y hasta para el islote de Desecheo.
«Lo extraño es que es un proyecto que no tiene opositores y aún así es lento. Todo lo que hemos sabido hasta ahora es que el barrio y la región la desean. Están todos entusiasmados con esto. Pero aquí todo es burocracia», indicó González Freyre.
PONTEVEDRA. «Todavía no puedo adelantar muchos detalles», dice el escritor, «pero lo que sí te puedo confirmar es que ya casi tengo las maletas hechas para viajar a Chicago en unos días».
Debido a un importante proyecto cinematográfico para Hollywood que le propusieron hace unos meses, Rodrigo Cota pasará estas Navidades fuera de Pontevedra para poder trabajar con un equipo de guionistas en la creación de una historia épica basada en la Edad Media en España.
«Se trata de un proyecto en el que llevan trabajando desde hace mucho tiempo», aseguró Cota. «El quipo, dirigido por un prestigioso guionista inglés del que todavía no puedo desvelar el nombre -destacó- contactó conmigo hace casi un año tras conocer varios de mis trabajos anteriores porque está intersado en que aporte a la historia mi experiencia como escritor, como investigador, y que me convierta en el asesor de los temas históricos y de ambientación que se van a incluir en la película».
El 5 de diciembre de 1492, 52 días después del avistamiento de la costa de Bahamas, Cristóbal Colón llegó a la isla Hispaniola (actual República Dominicana y Haiti) y se convirtió en el primer europeo en poner un pie sobre las Antillas mayores.
Colón llamó a la isla con el nombre de Hispana, que en latín significa “España” y después como la isla Española. Anteriormente, el territorio tenía una variedad de nombres, todos de origen indígena taíno.
Bartolomé de las Casas acortó el nombre y la denominó Española, territorio que tiene una extensión de 76 480 kilómetros cuadrados y una costa de 3059 kilómetros. Actualmente, su población es de casi 19 millones de habitantes.
Colón bautizó la isla como «La Hispaniola» por qué el término «España» todavía no estaba en uso, posiblemente, no lo hubiera escuchado en su vida ya que España surge con la adhesión de Navarra en 1512-1515.
En los años veinte de principio de siglo XX, fueron muchos los que intentaron que no cayera en el olvido las aportaciones de Don Celso García de la Riega, pero se encontraron con todo tipo de impedimentos infranqueables y que en esta web recogemos para hacer justicia, uno de esos impedimentos en pro de la verdad, fué la propia Academía de la Historia.
Encontramos en un artículo del diario ABC de fecha 28 de agosto de 1926, una sátira burlesca sobre este asunto de las manos del gallego Wenceslao Fernández-Flórez, y que nos dá una idea de lo complicado que lo tuvieron los colonianos de prinicipio de siglo.
EL SUEÑO DE UN ACADÉMICO DE LA HISTORIA
El señor académico de la Historia se ha quedado dormido en su gabinete de trabajo. Estudiaba en el Alrededor del Mundo las costumbres en el paleolítico cuando la fatiga cerró piadosamente los ojos del ilusttre personaje. El ilustre personaje produjo un ronquido de tono agudo; lo corrigió, lo perfeccionó, fue bajándolo en ensayos sucesivos, hasta hallar ese tono grave y digno que corresponde al roncar de un académico de la Historia, y ya parecía definitivamente cautivo de su monótono arte al dibujarse delante de él, en la estancia, la silueta de, un hombre de cierta edad, con gorra de terciopelo y amplia chaqueta de cuello de armiño. El hombre dio unos pasos, exagerando ese andar que las novelas achacan a los viejos marinos, y se detuvo para alzar un poco la gorra, de lasque sé escapaba una corta melena.
El aparecido.—:B.uenas tardes, señor. Creo que me conocerá usted sin otras presentaciones.
El académico.—Sí. Le he visto a usted en varias estampas. ¿No es usted una marca de fábrica? Esa traza la he encontrado dibujada en una botella de anís o en una caja de almidón.,. No estoy seguro,
El aparecido.—Pero, eso aparte.-. En fin, yo soy Cristóbal Colón,
El académico—¡ Cristóbal Colón !
El aparecido.—Sí; soy Colón. Aquí traigo el huevo- »
Bl académico.—No, no es preciso… Ahora caigo en que… Siéntese. ¿Y qué le trae a usted por esta casa?.
Colón.—He sabido que se ocupaban de mí e.n estos días, . . . »
El A.—En efecto; nos ha dado algo que hacer cierto incidente…; hasta hemos tenido que escribir unas cartas..; yo también he escrito una carta… Nunca creí que el cargo de académico de la Historia diese tanto trabajo… ¿Viene usted a darme gracias?.
C. (dando vueltas a la gorra).—Precisamente a dar gracias, no. Yo. quería aclarar.,. El A.—¡Un momento ¿Ha dicho usted «aclarar»? ¿Aclarar qué? Es muy peligroso eso, amigo mío, muy peligroso. Temo no haber comprendido bien sus intenciones.
C.—Me refiero a algo que me atañe personalmente.
El A.—¡Como personalmente! ¡Esa es buena! Personalmente nada le atañe a usted. Parece mentira que no comprenda lo que es tan sencillo. «Usted, en vida, habrá hecho todo lo que haya tenido por conveniente; pero ahora ha pasado usted a ser propiedad de la Academia de la Historia. Nosotros le administramos, le definimos, le acaparamos. A usted y a todos los personajes fallecidos. Somos sus procuradores. Más aún: somos su padre y su madre.
C.—Pero de mí se ha dicho…
El A.—No le importe a usted lo que se diga. Aquí no hay nadie que pueda hablar o escribir acerca de usted más que nosotros,
C.—SÍ usted me permite.,. Lo que yo deseo es confesarle a usted que, verdaderamente, yo he nacido en Galicia,
El A. (incoporándose)>—¡Es usted un impostor!
C.—Se lo aseguro. Tómese la molestia de examinar las pruebas que le ofrecen. Ahora no tengo motivo alguno para ocultar mí origen. Soy gallego.
El A.—¡Gallego! ¿Está usted loco? Comprenda que éste es un golpe demasiado rudo. Usted no puede ser gallego sin que lo» decretemos nosotros. Usted es un hito en la Historia; la Historia es nuestra pupila. De usted se dijo siempre que era genovés,-. Luego, que no se sabia de dónde,.. Ahora, que nació en Pontevedra… Es demasiado. Le suplico que no se mezcle en nuestros asuntos.
C.—Disculpe usted que insista…
El A.—No puedo consentir… Voy a ser franco. La Historia,… bueno, la Historia sirve para no sé cuántas cosas, pero su mayor utilidad consiste en dar lugar a la Academia de la Historia. Sin Historia, no podía existir esta Academia; y sin esta Academia, yo creo—aquí, entre nosotros— que la Historia valdría un comino. Yo soy académico por mis amistades, por mis cargos políticos, por mi situación social…; y estoy muy contento. Es un título prestigioso. Pero yo no he venido aquí para trabajar a destajo. ¿Comprende usted? Yo no estoy en edad ni en condiciones de trabajar, i Voy ahora a perder mi tiempo y mi dinero en investigaciones? No. Pero tampoco he de consentir que los demás los pobres diablos que no son académicos, den a entender a la gente que aún hay muchas cosas por hacer. ¿Qué es lo que hay por hacer? ¡Tonterías! La Historia está completa hasta el presente. Mis padres y mis abuelos creyeron toda su vida que usted era genovés, y les fue tan ricamente. Lo mejor es no remover este asunto. ¿De acuerdo?
C.—Siento, mucho…
El A.—.¡Caballero; el que diga que Cristóbal Colón nació en Pontevedra nos infiere una ofensa personal! ¿Aún insiste usted?.
C.—Aún insisto.
El A– En ese caso…
El académico abre rápidamente un cajón de su despacho, coge un revólver y dispara un tiro contra Colón. Don Cristóbal cae. El académico esconde el cadáver en un armario, murmurando:
—Era preciso. El infame quería desprestigiarnos ante el extranjero.
W. FERNANDEZ-FLOREZ
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