Celso García de la Riega

 

Celso García de la Riega
Celso García de la Riega

Celso García De La Riega, nació el 26 de agosto de 1844 en Pontevedra, ciudad en la que falleció el 3 de febrero de 1914. A los 15 años. recién terminado el bachillerato, ocupó una plaza de escribiente en el Consejo provincial y en el Gobierno civil de Pontevedra, al propio tiempo que consiguió, aprovechando la situación revolucionaria de ese año(1859). un puesto de aspirante en el Gobierno de Madrid. En 1873 acompañó, como funcionario, al ministro republicano Soler y Pla en su viaje a Cuba, y poco después de sobrevenir la Restauración solicitó, con éxito, un cargo en La Habana: desempeño primero, bajo el mando de los generales Jovellar y Martínez Campos, el de jefe de negociado de Política Interior y Exterior en el Gobierno General de Cuba, luego Martínez Campos le nombró secretario del Gobierno civil de La Habana y posteriormente interventor en la Administración económica de la capital isleña, proponiéndole para la cruz blanca de segunda clase del Mérito Militar, que le fue concedida.

García de la Riega regresó a España en l 879 y, tras la subida al poder del Partido Liberal (1881), volvió al Ministerio de Ultramar como jefe de negociado, del que pasó al de Gobernación (1891) y Hacienda (1899). diputado liberal a Cortes por Cambados ( 1886), presentando el proyecto de hacer llegar el ten hasta Redondela, y gobernador civil de León (1888-1890), en noviembre del año l900 fue nombrado delegado de Hacienda en Santander. cargo que no llegó u ocupar a causa de su estado delicado de salud. que le obligo a solicitar la jubilación como jefe de Administración civil de primera clase. Desde entonces residió hasta su muerte en Pontevedra.

Fue redactor de la voz del Pueblo, de Pontevedra, y colaboró en Galicia, de Madrid, el Suplemento de la Temporada, de Mondariz, Heraldo Gallego, de Orense, y El Imparcial y La Correspondencia de España, de Madrid. Su gran interés por los temas históricos le llevó a investigar en archivos y demás fondos documentales, alcanzando resonante popularidad por la conmoción que producían sus atrevidas conclusiones. Entre sus obras son dignas de mención La Gallega (Pontevedra 1897). en la que demuestra documentalmente que la nave así llamada. capitana de Colon en el primer viaje de sus descubrimientos se construyó en Galicia. probablemente en los astilleros de Pontevedra. que funcionaban con actividad desde el S. XIII. En Galicia Antigua (Pontevedra. 1904) identifica a Galicia y a una parte de Portugal con el país que Avieno denomina, en su Ora marítima, Oestrymnis Ophiusa. El capitulo referente a esta identificación se publicó en el «Boletín de 1a Sociedad Geográfica de Madrid». correspondiente al tercer trimestre de 1905. En este libro examina y dilucida documentalmente diversas cuestiones históricas de Galicia, rebatiendo las invenciones. Incongruencias y errores que creía encontrar en los textos de otros historiadores. La edición de esta obra, que la Academia de la Historia declaró de relevante mérito, fue costeada por la Diputación de Pontevedra. Está dedicada a Augusto González Besada. y no fue bien acogida por los partidarios de la ascendencia céltica de Galicia, cuya posición impugna García de la Riega. Vicente García de Diego publicó en El Diario de Pontevedra una serie de artículos, bajo el título de Etimologías Gallegas, en los que hace comentarios elogiosos de Galicia Antigua a la vez que pone serios reparos a algunas de sus interpretaciones etimológicas. García de la Riega le replicó con otra serie de artículos en los que defiende sus puntos de vista.

Publicó luego Entremeses literarios (Madrid, 1905), las obras que componen estos entremeses literarios están escritas con mucha gracia y con un vocabulario exquisito de la época; El Amadís de Gaula (Madrid. 1907). donde expone la teoría de que esta novela fue escrita originariamente en gallego y por el canónigo de Santiago Juan de Lobeira, basándose principalmente en la onomástica de la obra; El ARTICULO definido, o, a (Pontevedra. 1908). trabajo en el que sostiene la procedencia griega del ARTICULO definido gallego.

El 20 de diciembre de 1898, y por iniciativa de la Junta de la Sociedad Geográfica de Madrid, que tuvo noticia de los curiosos datos e interesantes documentos hallados en el Archivo de Pontevedra reveladores de la existencia en Pontevedra, antes de mediar el s. xv, de los apellidos Colón y Fonterosa, García de la Riega pronunció una conferencia en el salón de actos de dicha corporación en la que defiende la teoría de que Colón era español y natural de Pontevedra. Esta teoría -la conferencia se publicó en el boletín de aquella sociedad, correspondiente al 4.º trimestre de 1898- fue aceptada y elogiada por varios escritores españoles y extranjeros. García de la Riega continuó las investigaciones sobre el tema y con todos los datos reunidos escribió la obra Colón español. Su origen y patria (Madrid, 1914), que dio lugar a una ruidosa polémica. Al constituirse la Real Academia Gallega (1906), fue elegido socio de número. pero rehusó el nombramiento.

García de la Riega cultivó también la pintura. En la II Exposición Enrique Campo, celebrada en el Museo de Pontevedra figuran las siguientes obras suyas: Torre del puente del Burgo, Bartolomé Viejo, Torres Arzobispales, Fuente de los Tornos, Torreón y Puerta del Verrón, Restauración conjetural, Vista de Pontevedra y Una escena en las cercanías de Pontevedra, óleos, Colegio e iglesia de la Compañía y Puente de la Peregrina, dibujos. El Ayuntamiento de Pontevedra dio su nombre a una calle en 1907. (A. V. R.)

Historia de la tesis

En el prólogo de su obra Colón, Español. D. Celso relata como empezó sus investigaciones sobre el nacimiento de Colón, escribe “ En el año de 1892, mi difunto tío D. Luis de la Riega. Correspondiente de la Academia de la Historia, cultísimo escritor y poeta, publicó un notable libro titulado El Río Lérez, en el que describe las bellezas de la comarca surcada por este río, amenizando la narración con diversos datos históricos y algunas leyendas sobre sucesos y costumbres del país. En sus paginas esta el primer móvil de mis investigaciones acerca de los apellidos Colón y Fonterosa: la mención de una escritura de aforamiento hecho a principios del siglo XVI por el monasterio de Poyo, en las inmediaciones de Pontevedra, á favor de Juan de Colón y su mujer Constanza. En un cartulario, que adquirí en 1879, leí otro aforamiento por el Concejo del mismo pueblo, en 1496, de un terreno al que se designa como uno de sus limites la heredad de Cristobo Colón, en el mismo cartulario aparece otro aforamiento en que consta el nombre de María Fonterosa”.
Sin embargo, es justo decir que en la realidad la tesis de D. Celso se gesto a raíz de unos documentos descubiertos en el Ayuntamiento de Pontevedra, estos documentos encontrados por Carmelo Castiñeiras, a la sazón secretario de la sociedad Arqueológica de Pontevedra y abogado, en ellos D. Carmelo encontró los apellidos de Colón y Fonterosa -que eran los apellidos paterno y materno de Cristóbal Colón- estos documentos los llevo a la tertulia en la que él participaba, era la tertulia de Casto Sampedro –fundador del Museo Arqueológico de Pontevedra- hay que tener en cuenta que Pontevedra era en aquellos tiempos una sociedad con mucha inquietud cultural, en ella había una serie de tertulias en las cuales se discutía de política y cultura, las más nombradas eran las de Concepción Arenal, Jesús Muruáis, Casto Sampedro; otra demostración de la importancia cultural de Pontevedra era la cantidad de periódicos y revistas que se crearon, sobre todo teniendo en cuenta lo pequeña que era la ciudad en número de habitantes. Como iba diciendo fue en esta tertulia donde D. Celso a raíz de estos documentos encontrados retomo el tema de Colón, animado por los tertulianos y por la aparición de nuevos documentos encontrados y aportados por D. Casto Sanpedro continuó en solitario la idea de un Colón pontevedrés y que luego tuvo su principal comienzo con la conferencia dada en la Sociedad Geográfica de Madrid el 20 de Diciembre de 1898 y posterior publicación en 1914 de la tesis “Colón Español”.

¿En qué puntos se baso D. Celso para elaborar esta tesis?

Sin animo de extenderme mucho – no es lugar en una pagina Web para enunciar y relatar toda su tesis, siendo consciente ya de la extensión de esta pagina y sabiendo que el monitor no es el medio más adecuado para leer- les diré los argumentos principales: 1º los documentos encontrados en los cuales aparecen Nicolás Oderigo, Bartolomé Colón Domingo de Colón, el Mozo , Domingo de Colón el Viejo, María de Colón, Blanca de Colón, Cristobo de Colón, Juan y Constanza de Colón, Benjamín Fonterosa, Jacob Fonterosa, Abrahán Fonterosa y su hijo – en total 16 documentos que hablan de alquileres, ventas etc. Más tarde aparecerían otros pero no fueron conocidos por D. Celso-

2º La lengua utilizada por Colón tanto escrita como hablada en la cual aparecen muchas voces gallegas y no portuguesas –en las notas que solía hacer de los libros que leía aparecen escritas palabras gallegas, por ej en el libro Historia de Pio II. Apostilla 858, este libro data de la época en la cual Colón estaba en Portugal 3 años antes de venirse para España, de lo cual no tendría remota idea, Despois, palabra gallega de antes y de ahora. En castellano, después, y en portugués, após. Saliron, palabra gallega de antes y ahora. En castellano, salieron, y en portugués, saíron. Foy, palabra gallega de antes y ahora. En portugués, foe, y en castellano fue. Para no hacer extenso este argumento les pondré otros ejemplos de otros escritos como son: alá, alí, boy, cativo, crime, custo, deter, diseron, diso, deste, emprestó, entende, estes, eses, emprestó, enxerir, facer, faz, forno, forza, galea, leba, moa, onde, perigos, poren, posto que, seades, sede( sed), tonina, trauto, ventar, vento, vian y un largo etc.

3º Los nombres que le iba poniendo a los distintos puntos geográficos conforme los iba descubriendo – El 12 de Octubre de 1492 comienza la imposición de los Topónimos, a la primera isla le pone el nombre de San Salvador, el primer nombre no es genovés lo cual sorprende, pues lo normal es que se acordara de su tierra y debía elegir un patronímico genovés y no uno que donde más abunda es en Galicia y en concreto el lugar donde cree la teoría gallega que nació es el Poio concretamente San Salvador de Poio, San Salvador también se lo puso a un río y a una ensenada, otro topónimo es el de San Miguel que era el nombre de una cofradía de Pontevedra, Santa Maria de la Concepción, y en San Salvador de Poio, parroquia donde se supone nació Colón, Santa María de la Concepción es la co-patrona de dicha feligresía, Punta Lanzada ría de Pontevedra (costa norte), Porto Santo se lo puso a una Bahía y es el nombre de una ensenada en Poio, cabo de la galera que se encuentra en la isla de Onza en la Ría de Pontevedra, Punta Pierna cabo de las Islas Cies en la Ría de Vigo, Puerto del Sol Isla Onza en la Ría de Pontevedra, Punta Moa también en Pontevedra, Isla de la Gracia ermita que se encontraba en la isla de Tambo en medio de la Ría de Pontevedra y en la que los marineros rezaban una última oración antes salir a pescar, hay muchos más topónimos que coinciden con nombres de las Rías Vigo, Pontevedra, Arosa etc. Pero hay otra cuestión que sin referirse a un topónimo tiene un especial significado y es que en el primer viaje Colón el 18 de Diciembre mando descansar y celebrar la festividad de Nuestra Señora de la O, curiosamente es la Patrona de Pontevedra la Virgen de la O. Todos estos datos contemplados por separado a lo mejor no darían ningún significado pero contemplados en conjunto entrañan una tremenda casualidad, teniendo en cuenta que todos aparecen en Pontevedra y en las zonas de alrededores y de otros puntos de Galicia lo cual no deja de ser curioso, por ello fue uno de los puntos de la teoría de Colón gallego.

4º Gonzalo Fernández de Oviedo historiador en el año 1535 en su libro “ Natural historia de las Indias” dijo “… Debeys saber que de palos principió su camino con tres carabelas. De estas tres carabelas, era capitana “ La Gallega”, dedicada a santa María – D. Celso en su libro “ La Gallega” demuestra documentalmente que la nave fue construida en Pontevedra en los astilleros de la moureira. En un contrato de fletamento suscrito en Pontevedra en 1489, se cita una nave llamada “ Santa María, la gallega”, propiedad de Fernando Cerviño. Por otra parte, entre los testigos de este documento aparecen los nombres de dos marineros que, casualmente, aparecen en el listado de la nave Santa María del primer viaje, esas dos personas son Pedro de Foronda y García Ruiz, sabíais que Colón en sus cuatro viajes siempre llevo una nave que llamaba la Gallega

¿Por qué impugnaron la tesis?

Hagamos un poco de historia en 1898 D. Celso dio la conferencia en Madrid en la Sociedad Geográfica, la conferencia tuvo un gran impacto por lo novedosa e innovadora pues hasta ese momento nadie discutía que Colón era genovés, aunque se sospechaba de muchos de esos documentos por falsos, la noticia de la nueva teoría llego hasta muchos países Americanos e incluso algunos cambiaron sus libros de texto diciendo que Colón era Gallego de Pontevedra, tuvo un gran éxito y todo el mundo esperaba la publicación del libro, el libro se publico en 1914 y D. Celso murió un mes después de la publicación a la edad de 70 años, curiosamente fue una vez muerto cuando empezaron a salir las impugnaciones y las descalificaciones del personaje, en vida su teoría fue elogiada y alabada aun habiendo sus dudas, desde la conferencia hasta la publicación del libro hubo cantidad de artículos en diversos periódicos nacionales e internacionales y se debatía el asunto, pero nunca hubo descalificaciones del autor ni mucho menos tacharlo de mentiroso, falsario, inventor de teorías basadas en la manipulación etc. Hay que ser cobarde y ruin para desprestigiar a un personaje después de muerto cuando ya no se puede defender.

D. Celso antes de publicar Colón Español, su origen y patria había publicado en 1904 Galicia Antigua, en ella D. Celso defiende el origen Helénico de Galicia, donde fundan una serie de pueblos como Helenis ( Pontevedra), Noia, Betanzos y Tui, Basándose en el libro de Avieno “ Ora Marítima”, donde efectivamente admite a los “Ophiusa” que son de origen griego; y basándose en la historia general de Plínio, en donde al hablar de los pobladores, concretamente de lo que ahora es Vigo y Pontevedra, nos dice que eran de origen griego. En unas jornadas organizadas por el Ayuntamiento de Poio con motivo del 500 centenario, el historiador D. Hipólito de Sa Bravo, en una conferencia sobre la tesis de Colón gallego dijo que uno de los motivos que desencadenaron la gran polémica fue precisamente el enfrentamiento entre el helenismo pontevedrés y el celtismo coruñés y esto trajo como consecuencia la refutación de aquella tesis por parte de Real Academia Gallega, otro de los motivos de enfrentamiento nace de la idea que D. Celso defiende en el libro del trayecto que recorre la XIX vía marítima romana, aquí el enfrentamiento es con el Cabildo Catedralicio, en concreto con Eladio Oviedo y Arce, que a la postre fue el dirigió la comisión para el estudio de la tesis por parte de la Real Academia gallega de Historia, bueno según Hipólito de Sa estos dos motivos fueron los que desencadenaron la refutación de la tesis de Colón gallego por parte de la Real Academia Gallega, por otra parte fue elegido socio de número de la Real Academia Gallega pero rehusó el nombramiento ( digo yo que si fue elegido fue por algo).

El asunto de su desprestigio nace cuando en 1917 la Real Academia Gallega le encarga a Eladio Oviedo y Arce, canónigo de Santiago, el estudio de la documentación aportada para la tesis de Colón gallego, se crea una comisión de la cual es presidente Oviedo y Arce y se empiezan a estudiar los documentos y para mí comienza lo que será un verdadero disparate, injusto por la falta de rigor de una comisión oficial, juzguen ustedes sino: de los 17 documentos aportados a la teoría, Oviedo y Arce y la comisión analizaron 7 directamente, otros 9 fueron analizados a través de los fotograbados que aparecen en el libro Colón Español ( unos águilas que son capaces de deducir a través de una fotografía de la época si los documentos han sido manipulados o no), 3 dice que son auténticos y los que restan no los vieron, Los tiene la familia de García de la Riega y no se los dejaron ver para su análisis, curiosamente son los que no están manipulados, los que si están se encuentran en el Museo de Pontevedra, pasando de historias truculentas y manipulaciones, creamos por un momento que es cierto que los documentos aludidos habían sido manipulados, la comisión dice que hay tres que son verdaderos en los cuales aparece el apellido Colón y en sus conclusiones dicen que queda probado que el apellido Colón aparece en Pontevedra en el siglo XV y XVI, con lo cual si lo que se pide es una prueba documental esta claro que ya la hay desde el momento que admiten la existencia de dicho apellido, posteriormente aparecieron más documentos con el apellido Colón. A parte de otras consideraciones os diré que de los documentos aportados por D. Celso a la tesis, algunos de ellos le fueron entregados por compañeros de la tertulia de Casto Sampedro ej. el mismo Casto Sampedro, Joaquín Núñez, Telmo Vigo y el Sr Castiñeiras… No es posible que los nombres y apellidos de estos documentos fuesen suplantados por García de la Riega, sabiendo que las personas que los entregaron podían tacharlo de falsario, pudo cuando más, avivarlos o recalcarlos, otro testimonio es el de Prudencio Otero Sánchez que dice en su libro “España Patria de Colón” en una de mis visitas a D. Celso que le hice antes de marcharme para América, en 1907, tuve en mis manos todos los documentos que el compulsara y declaro que no vi la más mínima alteración en ninguno, lo que si se apreciaba era la tinta amarilla y desvaída en algunas partes de los documentos ( no en todos) y que era necesario la ayuda de una lente para leerlos. Por último les hablare de dos descubrimientos ocurridos después de la muerte de D. Celso uno de ellos fue el descubrimiento de una capilla en la Iglesia de Santa María en Pontevedra, que estaba tapiada, en la cual había una inscripción que decía “os do cerco de Juan Neto Juan de Colón feceron esta capela” y la segunda fue el descubrimiento en un crucero enfrente de la casa donde se supone vivió Colón en el que había una inscripción Juan colón año 1490, ese crucero lo fotografiaron con la inscripción y la persona que lo descubrió, curiosamente la inscripción fue raspada al poco tiempo.

Conclusión

1ª Tachan una teoría de falsa analizando unos documentos que no son el único pilar de la teoría
2ª Las técnicas llevadas a cabo para asegurar que los documentos directamente fueron retocados y adulterados fueron mediante análisis químicos llevados a cabo por farmacéuticos de la época (1917) y por encima no analizaron todos, con relación a esto les diré que en 1925 un matrimonio inglés Mansfield de la sociedad geográfica de Londres analizaron los documentos y llegaron a la conclusión de que D. Celso no podía haberlos retocado, más tarde en los años 1960 la catedrática de historia Emilia Gutiérrez Solano ( Enciclopedia Gallega) analiza los documentos y dice. Esta prueba técnica demuestra que no hubo suplantación de nombres; que los que se leen ahora son los mismos nombres que se leían antes del reavivado, y que no tuvo otra finalidad que dar más vigor a las grafías correspondientes a los nombres que interesaban para que salieran más claros en las reproducciones fotográficas. El demostró su honradez y su honestidad al renunciar a los derechos del libro y a su libre reedición, también manifestó que para que los documentos fueran legibles al fotografiarlos avivó las partes menos legibles, pero avivar no es retocar ni manipular.

3ª Se ha tratado injustamente a un personaje que no solo hizo una tesis sobre el origen de Colón, sino, que publico y estudió más apartados de la historia equivocadas o no pero hechas con toda la intención de aportar luz a la historia y sin beneficio ninguno para él ni para sus descendientes, calificativos como los que empleo Oviedo y Arce en el dictamen de la comisión( ridícula invención, arrivista de la ciencia histórica, superchero, impostor, falsificador, vulgar invencionero), hablan por si solos de que había más un análisis subjetivo que objetivo y con ello demuestra que había algo personal, que ya viene de las discrepancias que sostenían sobre el origen de los habitantes de Galicia, que tampoco se entiende en un canónigo, parece que la manipulación la ejerció él, además sabía muy bien que cuando una teoría es tachada de falsa por alterar los documentos para los historiadores de la época y para los posteriores ya es una teoría maldita y defenestrada da igual las defensas que luego hagas de ella, a pesar de la cantidad de seguidores que tuvo la tesis e importantes la mayoría de ellos, ya no hubo nada que hacer. Por eso creo que es hora de rehabilitar el buen nombre de D. Celso García de la Riega y ponerlo en el justo lugar que le corresponde en la historia y sobre todo en la de Pontevedra, creo que con las técnicas que hay ahora sería fácil decidir la verdad sobre los documentos y así demostrar si fueron alterados por el o por la mismísima comisión encabezada por el Señor Oviedo y Arce.

Convendréis conmigo que en la teoría del Colón Gallego hay muchas casualidades que ya de por si hacen sospechar en la idea de un colón nacido en Poio ( Pontevedra) y muchas más que no he puesto por no extenderme, ya os dije que la Web no es el medio más idóneo para leer.

Ya no me queda más que despedirme y darles las gracias por ser capaces de haber leído este artículo.

Guillermo García de la Riega

 

Libros publicados:

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Dibujos, García de la Riega

Don Celso es más conocido por su obra de «Colón Gallego» que por otros estudios y obras que pueden ayudar a conocer un poco mejor al personaje y darse cuenta de su capacidad intelectual.
Hoy voy a dar a conocer algunos de  sus dibujos realizados a principios del siglo XX, es posible que ciudadanos de Pontevedra los conozcan, pero es muy posible que no las identifiquen con el personaje. Mi idea es rehabilitar al personaje independientemente que en algunos aspectos de su obra pueda tener razón o no, esto queda a criterio de cada uno, pero me parece interesante que los ciudadanos conozcan realmente la capacidad intelectual del personaje.
Los dibujos que voy a incluir son dibujos realizados por D. Celso para la Sociedad Arqueológica de Pontevedra,  fundada a finales del siglo XIX por D. Casto Sampedro Folgar. Estos dibujos fueron realizados con motivo de una exposición de la muralla de Pontevedra. Aunque D. Celso en algunos de ellos haya dado una interpretación libre de la muralla no dejan de ser un testimonio de com podía ser Pontevedra en la edad media hasta que desapareció la muralla.

Fonte dos Tornos. Aguatinta sobre papel
Fonte dos Tornos. Aguatinta sobre papel

 

torre-da-ponte. Aguatinta sobre papel
Torre-da-ponte. Aguatinta sobre papel

 

Porta e torre-de-trabancas. Aguatinta sobre papel
Porta e torre-de-trabancas. Aguatinta sobre papel

 

porta-e-torre-da-galera. Aguatinta sobre papel
Porta-e-torre-da-galera. Aguatinta sobre papel

 

Torre-dos-Abades. Aguatinta sobre papel
Torre-dos-Abades. Aguatinta sobre papel

 

Torres arzobispais. Oleo sobre lienzo
Torres arzobispais. Oleo sobre lienzo

 

San-Bartolomé o vello. Oleo sobre tela
San-Bartolomé o vello. Oleo sobre tela

 

 

Cristóbal Colón, Castelao, Valle-Inclán, y el invento del cine en color

Dibujo de Castelao“(Ojo) Nota para Don Prudencio. Aquí deben venir las palabras donde Fernando Colón cita las diferentes ciudades de las cuales se supuso natural a su padre Don Cristóbal. Yo no tengo aquí el libro. Calzada hace esa cita. Ahí puedes verla y transcribirla….” El don Prudencio a quien se refiere el texto anterior era Prudencio Otero Sánchez, y el autor de la nota, Valle-Inclán. Estaba incluida en el prólogo que don Ramón escribió para la obra de don Prudencio, titulada “España, Patria de Colón” y publicada en 1922. Finalmente, el prólogo no llegó a formar parte de la edición. Hemos conocido algunas versiones que tratan de explicar los motivos, aunque ninguna de ellas cita la fuente. Las más extendidas afirman que Valle-Inclán se retrasó en la entrega. Otras sostienen que, en realidad el texto llegó justo a tiempo al despacho del editor, pero precisamente por culpa de la nota reproducida, éste consideró que el prólogo estaba inacabado y, no teniendo tiempo de localizar a Prudencio Otero para completar los datos solicitados por el prologuista, optó por eliminar el trabajo entero. Y fue una pena y una mala decisión, pues se perdió una oportunidad única de aunar en un proyecto a los dos más grandes iconos de la intelectualidad gallega de todos los tiempos: Valle-Inclán y Castelao. Éste último envió un dibujo que sí llegó a tiempo, y que nos ayuda a ilustrar el presente artículo. Ambos, Castelao y Valle-Inclán, eran fervientes seguidores de las tesis del Colón Pontevedrés, iniciadas en 1898 por don Celso García de la Riega.

 

 

El prólogo de Valle-Inclán permaneció inédito hasta que fue rescatado y reproducido años después por Rafael Landín y finalmente, en 2002, los herederos del autor lo incluyeron en la primera edición de su “Obra Completa”. Y así conocimos algunos de los motivos que empujaban a Valle a sostener a Galicia como patria de Colón:

Lo indudable, es el alma gallega que lleva en su almario, el Almirante: era solapado y tenaz: Amigo del dinero, y cruel en el mando: Receloso y envidioso. ¡Y tan desconfiado, que dondequiera sospecha traiciones! Su iluminismo práctico, parece de entre Miño y Sil. El Almirante Don Cristóbal Colón es el alcaloide del espíritu gallego…”

Parece débil razón para defender una teoría, pero lo cierto es que Valle-Inclán, que se declara “lego en estos achaques de erudición”, tenía en realidad, como Castelao, un amplio conocimiento de la tesis del Colón gallego y sus argumentos, como demuestra su cita a Rafael Calzada, autor de “La patria de Colón” publicada dos años antes de ver la luz la obra de Prudencio Otero. Y es que, por aquellos tiempos, el Colón gallego gozó de un admirable soporte intelectual que debemos recuperar, y en ello estamos. No fueron Castelao y Valle-Inclán los únicos defensores de la tesis. Eduardo Pondal, autor de la letra del himno gallego, dedicó al Colón Pontevedrés buena parte de su poema “Os Eoas”, un trabajo desgraciadamente poco divulgado. Pondal defendía la idea de que Galicia debía tener una obra épica como Portugal tenía “Os Lusíadas” de Camões, y se puso él mismo a escribirla. A continuación, un fragmento de “Os Eoas”, de Pondal. El que habla es Colón:

«Ti es a miña patria (Galicia). A bora Liguria non me dou, como dicen, nacemento; Fora certo esto, túa e miña injuria, e grande erroer e grave nocumento, que n´é de Breogán a raza espuria p´ra non honrar o noso forte intenro: Oh, que dicha, s´a boa Galicia amada fora, por ser meu berce, celebrada!”

Y hablando de Portugal, tenemos allí a varios potentes literatos también apoyando la teoría. Teófilo Braga, escritor y político, presidente de la nación, pronunció un discurso muy famoso en su día en el que dijo:

Los portugueses experimentan inmensa alegría de que Galicia, hermana gemela de Portugal, fuera la patria del descubridor del nuevo mundo, compañero de los navegantes y descubridores lusitanos.”

Y tenemos en Pessoa a otro intelectual muy cercano, que por su parte escribió lo que sigue:

Faz um a casa onde outro pon a pedra. O gallego Colón, de Pontevedra, Seguiu-nos para onde nós não fomos. Não vimos da nossa arbore esses pomos. Um imperio ganhou para Castella Para si gloria merecida-aquella De um grande longe aos mares conquistado. Mas não ganhou o tel-o começado.”

Wenceslao Fernández Flórez, autor de “El bosque animado”, formó parte como miembro de honor del primer comité pro-patria Colón. Vicente Blasco Ibáñez dedicó al Colón Gallego uno de los capítulos de su obra “Los Argonautas”. También Emilia Pardo Bazán fue una firme defensora de la teoría, como lo fueron Ramón Cabanillas o Suárez Picallo, uno de los principales impulsores del primer Estatuto de Autonomía de Galicia.

 

La fuerza del Colón gallego era tal que dio lugar a más de cincuenta libros dedicados en exclusiva al tema, aunque muchos de ellos ni siquiera llegaron a distribuirse en Galicia. Publicados en lugares tan remotos como Buenos Aires, La Habana, México o Manila, en ocasiones con tiradas de apenas unos centenares de ejemplares, han sido siempre desconocidos por el público. Los autores de éste artículo hemos tenido la inmensa fortuna de acceder a la mayor parte de todo ese material, que debidamente recopilado, aparecerá próximamente en un libro ya en preparación. Cientos de artículos periodísticos, obras de teatro, poemas, han sido inspirados por el Colón Gallego. Y el asunto sirvió de excusa también para la primera película en color presentada en España, y una de las primeras del mundo, obra del fotógrafo Enrique Barreiro. Durante los primeros años del siglo pasado, algunos estudios, principalmente en París, experimentaban con técnicas de coloreado de películas, con resultados generalmente poco satisfactorios. En Pontevedra, Enrique Barreiro, que fundaría junto a su hermano Ramón la productora cinematográfica “Folk”, creó una de las primeras técnicas de coloreado, patentada con el nombre de “Cinecromo”. El resultado fue espectacular. Según Luis M. Quiroga Valcarce, que se ocupó de investigar la historia de la productora “Folk”, la película, titulada “Pontevedra, cuna de Colón” fue estrenada en 1927 en el Teatro Principal de Pontevedra. Así lo refirió la prensa al día siguiente, tal como nos cuenta el citado Quiroga Valcarce:

Con ser la materia de la película interesante y atrayente de suyo, no fue esto lo que motivó la expectación y la admiración del público; sino el hecho de que la película es una resolución cabal del problema de la impresión cinematográfica en los colores naturales. (…) Porque con ser sorprendente la fidelidad con que en la película se reproducen los colores de los vestidos y las diversas tonalidades de los edificios por ejemplo, esto no llama tanto la atención ni sorprende tanto como el color perfecto de la carne humana en unos chicos desnudos que se presentan al público, como el color del mar en los distintos pasajes de la cinta, como el de unos eucaliptos que dan plena sensación de realidad y sobre todo como el del cielo y en él los detalles de las nubes tan reales (…)”

Desgraciadamente, aquella copia en color desapareció, o bien el coloreado y las malas condiciones de conservación no resistieron el paso del tiempo. Hoy podemos ver una copia en blanco y negro aquí: http://www.cgai.org/index.php?seccion=prestamo_video.php&id_seccion=5&id_pelicula=1014&pagina= Aunque tampoco la digitalización es de buena calidad, garantizamos a quienes se molesten en verla una idea cabal de cómo estaba formulada la tesis del Colón Gallego en su origen y, desde luego, unas deliciosas imágenes de una Pontevedra de hace ya casi cien años. Como vemos, fueron muchos los que se posicionaron a favor de la tesis del Colón Gallego. Y, curiosamente, el Colón Gallego sirvió durante décadas difíciles como nexo de unión entre republicanos y monárquicos, entre demócratas y franquistas, entre exiliados y exiliadores. Entre centralistas, independentistas, galleguistas, carlistas, liberales, socialistas, comunistas, a derecha e izquierda, Colón era precisamente el único tema en el que todos estaban de acuerdo. Y aunque la visión de Castelao difería mucho de la de Valle-Inclán o Pondal, lo que se discutía era si Colón fue un asesino imperialista nacido en Poio o un héroe nacional nacido en Poio. Pero siempre nacido en Poio. Lamentamos que todo aquel bagaje cultural se haya ido perdiendo con el tiempo, desapareciendo de la memoria popular e institucional gallega. Parece que hoy nos cuesta decir lo que decían sin ningún esfuerzo, con toda naturalidad y firmeza, Castelao y Valle-Inclán: Simplemente, Colón Pontevedrés.

RODRIGO COTA

Cuando Pontevedra inventó el cine en color

 

Enrique Barreiro se anticipó al tecnicolor con una novedosa técnica que estrenó en 1927 en el Teatro Principal

enrique barreiro
Enrique Barreiro – primera película en color

A principios de los años veinte todos los grandes estudios compiten por un aparato que logre la ilusión del cine en color. El pontevedrés Enrique Barreiro desarrolla en esa época el Cinecromo, una técnica pionera de coloreado que estrena en 1927 con la película «Pontevedra, cuna de Colón». La noticia dio la vuelta al mundo (el asombrado público jamás había visto imágenes «con tal colorido natural», como recogen las crónicas de la época) y vuelve ahora a la actualidad: el filme restaurado será una de las joyas de la Casa de Colón que abre sus puertas en el municipio de Poio y con la que se reivindica la teoría del Colón gallego.

 

SUSANA REGUEIRA – PONTEVEDRA La vida es una calle de una sola dirección: somos lo que hemos sido pero, sobre todo, somos lo que soñamos ser. Lo sabía el viejo Ramón Barreiro Barcala en aquel 1910 en el que abre un flamante estudio de fotografía en plena plaza de A Ferrería, en el mismo local que había ocupado el mítico fotógrafo Francisco Zagala, un hermoso caserón desde el que olvidar el éxito en México de sólo unos años antes, su sueño americano truncado por la revolución tras un periplo por Estados Unidos, México, Cuba…
Pero eso era lo que había sido. Ahora era un fotógrafo recién retornado y casi sin competencia en la ciudad, con una larga experiencia y padre de cuatro hijos (Juan Enrique, Carmen, Ramón y Laureano) que había tenido de su matrimonio con la vallisoletana Feliciana Vázquez.
En los siguientes años, Ramón Barreiro firma con Joaquín Pintos (su único rival en el incipiente mercado de principios del siglo XX) varios de los mejores testimonios gráficos de la historia de la ciudad, mientras transmite a sus hijos el amor por la fotografía y el instinto pionero que lo había hecho salir de A Estrada décadas atrás.
Los mejores reflejos de este carácter serán Ramón y, especialmente, Enrique, que desde muy joven no para de desarrollar ingenios: alrededor de 1918 le interesa la difusión, cómo aplicar la fotografía a los medios de comunicación masivos y se emplea en el desarrollo del fotograbado.
Después eclosionará su interés por el cine y, muy especialmente, por las imágenes en color: al arrancar la década de los veinte desarrolla dos patentes; es todo un especialista en percepción que decide inventar un camino particular hacia el futuro cine en color.
Apoyado por el empresariado local, el cineasta se interesa por la teoría del Colón gallego y decide dedicarle el que será su primera película con la nueva técnica, el Cinecromo.
Partiendo de las teorías de expertos como Celso de García de la Riega o Enrique Zas, va desgranando los argumentos que apuntalan la teoría, a la cabeza la más que singular ¿coincidencia? de que el almirante Cristóbal Colón bautice los nuevos lugares americanos a los que va llegando en su viaje con nombres de la ría de Pontevedra.
Ilustran el documental las primeras vistas de Pontevedra que el público podría contemplar en color; también imágenes «con increíble colorido natural» del monasterio de Poio, de la iglesia de San Bartolomé, la que se considera casa natal del almirante Cristóbal Colón, de la ría de Vigo, los antiguos puentes de A Barca…
La mansión del magnate Casimiro Gómez (de los pocos, excepción hecha de los cines, que contaba con proyector en la provincia) fue escenario del pase previo de la película.
Enrique Barreiro se esperaba el aplauso del público. Dos años antes había realizado las primeras pruebas de su invento y hasta la prensa de Madrid se había hecho eco.
Historiadores como Carlos Aurelio López y Xosé Enrique Acuña han recopilado en sus investigaciones decenas de testimonios como el del cronista de El Pueblo Gallego: «Fuimos al teatro un poco predispuestos en contra del invento… Pero al ver la pantalla nos sentimos tan optimistas como entusiasmados. El color azul del cielo, el verde aplomado del mar, los diferentes verdes de nuestra campiña, el colorido natural de los rostros… Que no pudimos menos que considerar que el invento es un hecho y un triunfo rotundo».
Y como esperaba el cineasta, el estreno de «Pontevedra, cuna de Colón» tuvo aún más éxito. Fue el 2 de mayo de 1927 y en la platea del Teatro Principal no cabía un sólo espectador más para asombrarse. Las crónicas de la época hablan de Enrique Barreiro como una futura «gloria más para Galicia».
Tal fue la repercusión del Cinecromo, que el invento dio el salto a América, en buena medida gracias a la colonia mexicana. El hijo del pionero del cine, el arquitecto pontevedrés Enrique Barreiro, explica que «el salto de la película a América se produce efectivamente por el interés que suscita entre los gallegos la teoría del Colón pontevedrés pero, muy especialmente, porque era una película en color, un hecho insólito en la época».
Enrique Barreiro, apoyado siempre por su hermano Ramón, acababa de anticiparse en años al tecnicolor y la copia original del filme será ahora una de las joyas de la Casa de Colón que abre sus puertas en Portosanto.
Curiosamente, su hijo ha sido el encargado del proyecto de recuperación de ese edificio, como si los Barreiro hubiesen sabido (o soñado) desde hace un siglo lo que esa casa debía ser.

 

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APUNTES DEL DIARIO DE NAVEGACION

Observaciones escritas en el diario del 1º viaje, el del descubrimiento, de Cristóbal Colón.

Los seguidores de todos los acontecimientos relacionados con Cristóbal Colón y la magna tarea del descubrimiento de un nuevo mundo, estamos convencidos que fue un adelantado a su tiempo, por acontecimientos, conocimientos y capacidad intelectual, características que encumbran al gran marino.

Entre lo anecdótico leyendo el diario del 1º viaje, donde se hayan todos los acontecimientos que se produjeron durante dicho viaje, dos anotaciones en días distintos sobre dos fenómenos naturales que acontecieron durante el trayecto, llaman poderosamente nuestra atención.

El primer suceso ya iniciado el primer viaje ocurre en Las Islas Canarias:

Diario de Colon en el 1º viajeDía: Agosto de 1492 – Vieron salir gran fuego de la sierra de la isla de Tenerife, que es muy alta en gran manera.

En la Biografía del Almirante, escrita por su hijo, hace D. Fernando Colón el siguiente comentario del mismo acontecimiento:

Recogió al hombre que lo guiaba (El del carabelón) y paso aquella noche cerca de Tenerife, en cuya montaña se veian salir grandísimas llamas, de lo que maravillándose su gente les dio a entender el fundamento y la causa de tal fuego, comprobando todo con el ejemplo del monte Etna de Sicilia y otros muchos montes donde se veía lo mismo.

En el libro de A. Fernández Fernández (Colaboración a la solución del problema coloniano) explica que El conocimiento de Colón sobre volcanes y el hecho de explicar mas o menos exactamente el fenómeno, a su maravillada gente, demuestra una vez mas, sus conocimientos generales” “Aunque esta observación no constituye un descubrimiento científico, si es una contribución al progreso de la ciencia geológica”. Como recuerda también Humboldt al nombrar este volcán recordaremos que a Cristóbal Colon deben los geólogos las noticias de la fecha exacta de la erupción del Pico de Tenerife.

Este extracto, que esta tomado del libro antes citado, muestra no solamente el conocimiento que Cristóbal Colón poseía de ésta materia, muestra además otros dos aspectos muy significativos del descubridor: Uno la didáctica, cómo explica detalladamente, según refiere D. Fernando Colón, a su gente el fenómeno que están presenciando maravillados. El Almirante con estas disertaciones proporciona a la tripulación un conocimiento de carácter científico inusual en su tiempo, con ello consigue además generar cierto sosiego ante la intranquilidad generada en la tripulación por las posibles consecuencias que la erupción pudiera acarrear.

La segunda lectura que se aprecia es, que al nombrar el volcán Etna, está afirmando conocerlo, por lo que entendemos navegó por las aguas del estrecho de Mesina, presenciando el mismo fenómeno en la susodicha isla de Sicilia. El que surcara el Mar Mediterráneo no es ningún descubrimiento, el mismo Colon lo menciona al hablar de la colaboración que tuvo con el Rey Reynel de la Provenza, el solo apunte al nombrar el volcán italiano, que entra en erupción casi de forma constante, ratifica una vez mas, que él estuvo allí.

El siguiente fenómeno que anotó en el diario de a bordo, se trata de un maremoto. Desgraciadamente en estos últimos años hemos presenciado dos acontecimientos catastróficos de consecuencias desastrosas, fruto de la fuerza de la naturaleza, concretamente el poder de destrucción que puede generar el mar, concretamente nos referimos a los maremotos (Tsunami en japonés). Cristóbal Colón describe el paso de un maremoto en la ruta que seguía hacia las Antillas en el diario de a bordo:

Diario de a bordo, día 23 de Septiembre de 1492.
Navegó al Norueste, y a las veces a la cuarta de Norte, y a las veces a su camino, que era el Oueste, y andaría hasta 22 leguas; Vieron una Tórtola y un Alcatraz, y otro pajarito de rio, y otras aves blancas; las yerbas eran muchas, y hallaron cangrejos en ellas, y como la mar estuviese mansa y llana murmuraban la gente diciendo: que pues por allí no había mar grande que nunca ventaría para volver a España; pero después alzose mucho la mar y sin viento, que los asombraba, por lo cual dice aquí el Almirante; así que muy necesario me fue la mar alta, que no pareció, salvo el tiempo de los judíos cuando salieron de Egipto contra Moisés que los sacaba del cautiverio.

Alzóse mucho la mar y sin viento, previamente dice que la mar estaba mansa y llana. Esta descripción tan exacta no corresponde a otra cosa que no sea un maremoto.

Cristóbal Colón describe claramente que pasó un maremoto en el Atlántico, además es el primer personaje de la historia que menciona tal fenómeno en dicho Océano.

En este párrafo no parece haya ilustración por parte del Almirante, por la forma en la que narra el hecho, él es uno más de los sorprendidos por la aparición de la ola gigante, que a modo de muro se les acercaría inexorable pasando las tres naves por encima como papel en el agua. Muy posiblemente fuese la primera y única experiencia de un fenómeno como éste, y es muy descriptiva la forma en que lo hace, la mar estaba mansa y llana, justo como se comporta antes de la llegada de la ola. Aludiendo a la huida de Moisés y los suyos de Egipto, no hace mas que hallar en la Biblia un hecho singularmente comparable, que hoy está justificado científicamente que fue un maremoto en la costa del Mar Mediterráneo, anticipando Colón una explicación científica de aquel fenómeno en cinco siglos, solo alguien de prodigiosa inteligencia podría hacer algo así.

No es extraño que un maremoto se presente en el Océano Atlántico, y mas en la ruta que siguieron las tres naves de Colón, ya que se encuentra dentro del área de influencia ignea, y por lo tanto susceptible de terremotos submarinos.

Esta imagen de la gran ola, es sobrepasada por un barco, de igual forma debió ocurrirle a las Carabelas.

Acto Hispanidad en Pontevedra

Hoy se cumplen 520 años del descubrimiento del Nuevo Mundo, o continente americano, por el Almirante pontevedrés Cristóbal Colón,  el acontecimiento más grande y trascendental que registran los anales de la historia.

En la noche del jueves 11, al viernes 12 de octubre de 1492, vieron tierra frente a ellos cuando navegaban con buen viento y gran velocidad; 12 millas por hora. Esta vez no se trata de una voz de alerta en falso, como en otras ocasiones. Esto ocurrió dos horas después de medianoche y a pocas leguas de la costa. Los tres patrones ordenaron al instante que se arriasen las velas y mantuvieran las carabelas al pairo hasta la mañana, en el diario de a bordo, Colón dice:

 

“Jueves 11 de octubre….Después del sol puesto, navegó a su primer camino, al Oeste; andarían doce millas cada hora y hasta dos horas después de media noche andarían noventa millas, que son veintidós leguas y media. Y porque la carabela Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra e hizo las señas que el Almirante había mandado. Esta tierra vio primero un marinero que se decía Rodrigo de Triana; puesto que el Almirante, a las diez de la noche, estando en el castillo de popa, vio lumbre, aunque fue cosa tan cerrada que no quiso afirmar que fuese tierra; pero llamó a Pero Gutiérrez, repostero de estrados del Rey, y díjole que parecía lumbre, que mirase él, y así lo hizo y viola”

 

El nauta gallego, para honrar a su tierra, fue bautizando a los territorios descubiertos con más de 125 nombres que conforman la geografía de Galicia, principalmente las costas pontevedresas.

 El diario de a bordo de Colón, trasmitido por fray Bartolomé de las Casas, quien asegura transcribir de los autógrafos originales del descubridor, comienza con los bautizos geográficos el 12 de octubre de 1492 imponiendo a la primera tierra descubierta, con el muy gallego nombre de San Salvador, en conmemoración a la parroquia que lo vio nacer San Salvador de Poio, el diario dice así:

 

“El Almirante llamó a los dos capitanes y a los demás que saltaron en tierra, y a Rodrigo de Escobedo, escribano de toda el armada, y a Rodrigo Sánchez de Segovia, y dijo que le diesen por fe y testimonio cómo él por ante todos tomaba, como de hecho tomó, posesión de la dicha isla por el Rey y por la Reina sus señores……poniéndole por nombre San Salvador”

 

El segundo bautizo geográfico que Colón implanta, le da el nombre de Santa María de la Concepción, que es la copatrona de la parroquia de San Salvador de Poio, lo expresa en su diario:

 

“Lunes 15 de octubre…..Y como de esta isla vi otra mayor al Oeste, cargué las velas por andar todo aquel día hasta la noche, porque aún no pudiera haber andado al cabo del Oeste, a la cual puse nombre la isla de Santa María de la Concepción…”

 

Sucesivamente en el diario de abordo se encuentran varios nombres que corresponden con la geografía de la zona de Pontevedra, el 28 de octubre, a un rio y un puerto volvió a denominar con el nombre de San Salvador y al día siguiente, a una de las  montañas “altas y hermosas” bautizo como “Peña de los Enamorados”, topónimo que se localiza en las inmediaciones del castillo de Sobroso, el día 24 de noviembre, bautizo un puerto, un rio y una montaña, con el  gallego nombre de “Moa”, el 27 de noviembre denomino a un cabo como “punta Maisi” expresión genuinamente galaica:

 

“Sábado 27 de noviembre…. Volviéronse a los navíos y alzaron velas a mediodía, para ir a un cabo hermoso…que llamo Punta Maisi….que quedaba al Este, que habría hasta él ocho leguas…”

 

Ese mismo día, descubrió una bahía a la que llamo “Porto Santo”, la similitud del “Porto Santo” descubierto en las Antillas, y el de Poio es asombroso, posteriormente a tres accidentes geográficos los denomino con el mismo nombre que a tres salientes de las islas Cies: Punta Perna, Punta Lanzada y Punta Aguda.

 

“viernes 14 de noviembre….Salió de aquel Puerto de la Concepción con terral, y luego desde a poco calmó, y así lo experimentó cada día de los que por allí estuvo. Después vino viento Levante; navegó con él al Nornordeste, llegó a la isla de la Tortuga, vio una punta de ella que llamó la Punta Perna, que estaba al Lesnordeste de la cabeza de la isla, y habría doce millas; y de allí descubrió otra punta que llamó la Punta Lanzada, en la misma derrota del Nordeste, que habría dieciséis millas. Y así, desde la cabeza de la Tortuga hasta la Punta Aguda habría cuarenta y cuatro millas, que son once leguas al Lesnordeste…”

 

Colón conocía detalladamente la geografía de las costas pontevedresas, el 21 de diciembre descubrió una bahía bautizándola con el nombre de “Mar de Santo Tomé”, la configuración de este mar, con el “Santo Tomé del Mar”  de Cambados, son tan iguales que se puede superponer la una sobre la otra.

 

“Viernes 21 de Diciembre.- Hoy fue con la barca de los navíos a ver aquel puerto; el cual vio ser tal que afirmó que ninguno se le iguala de cuantos haya visto, y excusase diciendo que ha loado los pasados tanto que no sabe como lo encarecer…. Púsole nombre el «Puerto de la Mar de Santo Tomé»

 

Estos son algunos de los nombres que utilizo Colón, para bautizar las tierras descubiertas, recordando su añorada Galicia. A partir de 1493, y los restantes viajes, la toponimia gallega sigue presidiendo las denominaciones del Nuevo Mundo: Cabo Serpe, Punta Ferro, Punta Seca, Rio Miño, Isla de las Ratas, Punta Galea, Punta Muros, Punta do Corvo, rio Xallas, Rio Bao, Isla Gallega y así hasta más de 125.

 

Como buen nauta pontevedrés, en su primer viaje, la única celebración que festejo Cristóbal Colón, fue el día 18 de diciembre de 1492, para conmemorar el día de Nuestra Señora de la “O” que es la patrona de Pontevedra, fiesta que hasta el día de hoy se sigue celebrando en Pontevedra, el día de Santa María de la “O” es el día tradicional  de los marineros de Pontevedra, así lo conto Colón en su diario de a bordo:

 

«Martes, 18 de diciembre….Luego en amaneciendo mandó ataviar la nao y la carabela de armas y banderas por la fiesta que era este día de Santa María de la O, o conmemoración de la Anunciación. Tiráronse muchos tiros de lombardas»

 

En los documentos de puño y letra de Colón queda  constancia como este insigne gallego, a pesar de que por circunstancia políticas o de estado, estuvo obligado a no revelar su origen,  nunca olvido su tierra natal,  su gallegidad resalta en su escritura,  sus cartas dirigidas a sus hijos, a sus hermanos y amigos, sus  libros, memorándums, cuadernos de navegación e instrucciones, sus gastos, sus deudas, todas están escritas en Castellano con términos y palabras galaico portuguesas y  muchas palabras de uso exclusivo del idioma gallego, Cuando no encontraba el término adecuado en castellano, empleaba uno gallego, en la carta que le escribió a la Luis Santangel anunciando el descubrimiento, escribe “agoraen vez de ahora:

 

“…pueden ver Sus Altezas que yo les daré oro quanto ouieren menester con muy poquita ayuda que sus altezas me darán agora…”

 

Escribe longura en vez de longitud:

 

“….; las cuales prouincias no pueden tener en longura menos de L (50) o de LX (60) leguas,…”

 

Escribe non en vez de no, en dos ocasiones y trayan en vez de traigan:

 

“…dellas todas he tomado posesión por Sus Altezas con pregón y uandera rreal estendida, y non me fue contradicho….”

 

“…después de hauer el corazón seguro de nos, venían que non cadaua grande ni pequeño, y todos trayan algu de comer y de beuer que dauan con un amor marauilloso….”

 

Escribe recebir en vez de recibir:

 

“…como otras cosas muchas, sin recebir por ello cosa alguna, mas son así temerosos sin remedio…”

 

Cristóbal Colón escribía perfectamente en gallego. Algunas de las frases que empleaba en esta lengua eran «Cativo como estaba«(pequeño como era), «A longo da costa«(a lo largo de la costa), «Anduvo a la relinga» (como en la actualidad siguen empleando los marineros gallegos para referirse al viento contrario), «Non sinte fame ny sede» (no siente hambre ni sed), faser(hacer), falar(hablar), dixéreme (me digo) y una larga lista de palabras y frases.

 

Colón prefería para navegar naves armadas en Pontevedra, prueba de ello es la carabela Santa María  “la gallega”, construida en los astilleros de la Moureira, de la que fue capitán en su aventura del descubrimiento, para su segundo y cuarto viaje también pide a los monarcas embarcaciones armadas en Galicia, el 4 de agosto de 1493 los reyes católicos le escriben una carta:

 

“….En los navíos que decís son menester para ir los caballos, además de los acá llevasteis mandado, si en las dos naos no pueden ir, que la de Galicia….”

 

Siempre reconoció Colón, el apoyo de otros gallegos, como es el caso de fray Diego de Deza, del cual escribe en una carta a su hijo Diego el 21 de diciembre de 1504:

“…..fue causa de que sus Altezas hobiesen las Indias y que yo quedase en Castilla, que ya estaba yo de camino para afuera…”

 

En otra carta también dirigida a su hijo Diego el 18 de marzo de 1505, relata la amistad que tenía con Diego de  Deza, desde la niñez:

 

“Si el señor obispo de Palencia (Diego de Deza) es venido o viene, dile cuánto me ha placido de su prosperidad, y que si yo voy allá, que he de posar con Su Merced, aunque él non quera, y que habemos de volver al primero amor fraterno, y que non lo puderá negar, porque mi servicio le fará que sea ansi….”

 

El ilustre pontevedrés consiguió un acuerdo con los monarcas, donde recibiría el Almirantazgo perpetuo, el Virreinato y la Gobernación de todas las tierras que descubriese.

Para terminar queremos desde la “ASOCIACIÓN CRISTÓBAL COLÓN GALEGO” dar a conocer que el descubridor del Nuevo Mundo Cristóbal Colón nació en Pontevedra, queremos divulgar la nacionalidad gallega del Almirante, buscando la rectificación y el reconocimiento histórico.

 

Prestemos mayor atención a nuestras glorias gallegas, de las cuales, Colón es uno de los personajes más importantes de la historia, un gallego que cambio para siempre la percepción del mundo, hagamos nuestras las palabras del señor Letelier, ex rector de la universidad de Santiago de Chile:

 

“…No hemos de renunciar jamás al parentesco que nos une al Cid Campeador y don Alfonso el Sabio, a Cervantes y Quevedo, a Murillo y Rivera, y muchos menos al que nos une al más grande de los españoles, al hijo inmortal de Pontevedra a Cristóbal Colón…”

Manuel Doval

¿Donde reposan los restos de Colón?

LOS RESTOS DE COLÓN

Así como el origen de Cristóbal Colón, no ha sido todavía perfilado. Así como cada día que transcurre, la hipótesis de que el descubridor era de Pontevedra es menos descabellada y tiene, de momento, tantos visos de verosimilitud como la tesis genovesa; también sigue existiendo gran polémica acerca del sitio exacto donde reposan los restos de Cristóbal Colón. Todo ello conforme nos acercamos al V Centenario del Descubrimiento, cobra actualidad.

restos-de-colon

En la «Guía Colombiana», editada con ocasión del IV centenario del descubrimiento, su autor, Manuel Jarreto Panlagua, recoge las palabras que Colón dirige a su hijo:

«Poco, hijo mío, me han valido veinte anos de servicios, pues he servido con tanta fe que hoy no tengo en Castilla una teja; si quiero comer o dormir, no tengo salvo el mesón o taberna, y las más de las veces, ¡hijo mío!, falta para el escote.»

 

El autor de la mencionada obra en homenaje al inmortal marina, se lamenta de ingratitudes y suplantaciones de esta guisa: «Y como si el infierna agrupara contra él desgracias, Vespucio da su nombre a las regiones descubiertas; los que ignoran su miseria le llaman avaro; Cortés y Pizarra eclipsan su gloria; se le cree plagiario; se dice que había tenido noticia de la existencia del Nuevo Mundo por un libro de la biblioteca de Inocencio VIII; se atribuye el primer viaje a daneses, a noruegos, a normandos, a germánicos…
Colón todo lo oye, todo lo sabe; todo lo sufre; nadie le visita; vive en la miseria; la gota lo rinde; el sepulcro lo llama y dicta su testamento…» Muere en brazos de su hijo Diego, en Valladolid, el 20 de mayo de 1506.

 

LOS DISTINTOS ENTERRAMIENTOS

Está claro que al primer enterramiento de Cristóbal Colón fue en el convento de San Francisco, de la ciudad del Pisuerga.
En fecha ignorada, sus restos fueran trasladados a la Cartuja de Santa María de las Cuevas, extramuros de la ciudad efe Sevilla. Tiempo después, respondiendo a los deseos expresados por él, fue— ron depositadas en la iglesia catedral de Santo Dominga, hecho que se hizo valer por haber aparecido en unas reparaciones verificadas en el templo por Fray Roque Coccia en 1877, una urna de plomo que contenía unos restos mortales que el creyó pertenecían a Colón.
Percatada de tan trascendente tema el Gobierno español, el entonces ministerio de Fomento encargó al historiador Colmeiro el estudio del asunto, pero el informe redactado no resolvió la cuestión de si los despojos correspondían al famoso marino.
Fue en 1945, con ocasión de unas declaraciones del historiador americano Álvarez Pedroso al «Diario de la Marina», en la que se insistía que los restos de Colón estaban en la catedral de Santo Domingo, dio motivo a que Antonio Ballesteros Serete, catedrático de la Universidad Central de Madrid, presentará un extenso informe, ampliando la documentación dada a la luz par Colmeiro, que fue hecho suyo por la Real Academia de la Histeria en sesión plenaria de diciembre de 1946, en el que se rebaten la mayoría de los argumentos de Álvarez Pedroso, haciéndose constar que las aludidos restos fueran trasladados de Valladolid a la Cartuja de las Cuevas, en 1509, partiendo desde ésta a la isla de Santo Domingo, en 1536, suponiéndose que el cabildo catedral se resistió a recibir sus restos, llevándose éstos a la catedral de La Habana en 1795, y después de la guerra con los EE.UU. (1898), fueron trasladados a España.

 

LA VERSION DOMINICANA

La versión anteriormente expuesta tiene su réplica. Remontémonos al año 1795, fecha en la que firma el Tratado de Basilea, por la que España cede a Francia la isla de Santo Domingo. Un militar, Gabriel de Aristizábal, sería el encargado de evacuar, con todos los buques disponibles en la zona de las Antillas en mayor número posible de españoles; pero también tiene otro firme propósito, llevarse a la Catedral de La Habana los restos de Cristóbal Colon.

 

No eran muchos los datos, ni rigurosamente fiables, Habría que fiarse de lo que afirmaba la tradición, y ésta aseguraba que «las reliquias de Cristóbal Colón habían sido depositadas en el presbiterio de la catedral, del lado del Evangelio, el lugar don de solía colocarse el dosel arzobispal». El militar dio estos datos al arzobispo que procedió a la exhumación que tendría lugar el 20 de noviembre de 1795.

 

A partir de aquí comienza la polémica. ¿Fueron o no los restos de Cristóbal Calón los que se exhumaron?. Lo que diversos historiadores han deducido del acta que levantó el escribano, es que no se puede afirmar que los restos sean de Cristóbal Colón.
Desde 1887, o 1898, esta cuestión enfrenta a dos ciudades; Sevilla, que tiene unos restos, traídos en 1858 de La Habana, llevados allí desde Santo Domingo, donde fueron precipitadamente exhuma dos en 1795. Y en la Catedral de Santo Domingo hay otros restos, que se dicen fueron encontrados durante unas obras de readaptación del presbiterio el 10 de septiembre de 1877.
Muy recientemente, una innovadora y original tesis ha revolucionado a los seguidores de las dos históricas existentes hasta el momento: la dominicana y la sevillana. José de la Pena Cámara exdirector del Archivo General de Indias, expone que los restos de Colón se encontrarían repartidos entre las catedrales de Santo Domingo y Sevilla. No obstante la contestación a esta hipótesis por parte de los historiadores de Santo Domingo no se hizo esperar. Carlos Esteban Deive, antropólogo, diplomático dominicano, respondió a De la Peña, en un artículo en la revista «Sevilla’92», en el n-2 de fecha, febrero 1985, en la siguiente forma: «La hipótesis del historiador De la Peña nos perece una solución Salomónica y, por ser una mera especulación, sin asidero documental que la apoye, en modo alguno resulta convincente».

 

Es indudable que la ciencia histórica tiene cada vez más medie para la investigación, tampoco se puede olvidar que la posibilidad de los testimonios directos, no existe. Pero no obstante nuestros expertos no deben, ni pueden renunciar a «Cristóbal Colón» como un enigma, quizá el más grande de la Historia de España. ¿Donde nació? ¿Donde descansan sus restos? La investigación debe proseguir. Tenemos un reto científico e histórico en ello.

 

Por: Roberto Taboada Rivadulla (1986)

Nota: El 1 de agosto de 2006 el equipo de investigación dirigido por José Antonio Lorente, médico forense y director del Laboratorio de Identificación Genética de la Universidad de Granada, que estudia los huesos atribuidos al almirante que están en la catedral de Sevilla desde 1898, confirmó que «sí son los de Cristóbal Colón». Esta afirmación está basada en el estudio del ADN comparado con el de su hermano menor Diego y con los de su hijo Hernando. Según los estudios de ADN, se determina que Cristóbal Colón era varón, de entre 50 y 70 años, sin marcas de patología, sin osteoporosis y con alguna caries. Mediterráneo, medianamente robusto y de talla mediana. Todavía se espera que las autoridades de la República Dominicana permitan el estudio de los restos atribuidos al Almirante que están en ese país, lo cual permitiría completar la historia en torno a esta cuestión. Pero este estudio ya no es determinante para identificar los restos del descubridor. Se estima que pueda haber restos en otros lugares, ya que los que hay en la capital andaluza no llegan al 15% de la totalidad del esqueleto, por lo que podría resultar que los que están en Santo Domingo también correspondan al descubridor de América. Todavía se cree que parte de los restos están en Sevilla y otra parte en Santo Domindo.

Bartolomé Colón, la verdadera identidad

BARTOLOMÉ COLÓN

BartolomeColon[1]Todas las teorías que proponen una identidad a Cristóbal Colón esquivan con mayor o menor elegancia la exigencia de hacer lo mismo con sus hermanos, Bartolomé Colón y Diego Colón. Basta decir «Colón era tal persona» para que tengamos que dar por sentado que esa tal persona tenía dos hermanos, ya que Colón los tenía. No se considera necesaria prueba alguna a ese respecto, ya que es la figura del Almirante la que es motivo de estudio. A Bartolomé Colón y Diego Colón debemos suponerlos o imaginarlos.

Pero sucede que no, que quien quiera demostrar quién era Colón, inexcusablemente debe ligarlo a sus hermanos. Cualquier candidato a Colón que no presente dos hermanos que respondan a los perfiles, bien distintos uno del otro,  de Bartolomé Colón y Diego Colón, debe ser descartado por no reunir una de las mínimas condiciones exigibles.

Hasta hoy, la tesis gallega formulada en 1898 por Don Celso García de la Riega fallaba en ese punto. Ni los mejores investigadores de la tesis, como Prudencio Otero, Constantino Horta, Rafael Calzada o Enrique Zas, por citar a algunos de ellos, ni Philippot, quien propuso a Pedro Madruga como Cristóbal Colón, daban un respuesta satisfactoria, al menos en cuanto a la verdadera identidad de Bartolomé Colón. Philippot asegura que Colón-Madruga es hijo de las relaciones adulterinas mantenidas entre Fernán Yáñez de Sotomayor y una vecina de Porto Santo, Constanza Gonçalvez Colón, punto en el que coincidimos. En cuanto a Bartolomé y Diego, sostiene que ambos son hijos de esa misma mujer y su legítimo esposo, con quien contraería matrimonio algunos años después, llamado Juan Gonçalves de Ribeiro. Si bien en lo referido al hermano menor, Diego, no hemos de poner objeciones por el momento, no parece que Bartolomé Colón responda a la figura de un hijo de humilde familia. Veamos por qué:

Uno de los principales motivos que nos llevan a aceptar a Colón como Pedro Álvarez de Sotomayor, aparte de abrumadoras pruebas, es el perfil del descubridor. Por sus conocimientos, por sus aptitudes, por sus relaciones, por la educación recibida y por mil motivos más, Colón era sin duda un miembro de la nobleza, y en esa dirección apuntan desde hace décadas todas las teorías alternativas a la genovesa. Pero ocurre que, si bien de su hermano Diego no podemos decir lo mismo, del otro, Bartolomé Colón, sí, pues presenta un perfil en muchos aspectos similar al de Cristóbal Colón. Bartolomé, por poner un ejemplo, negociaba con reyes de Inglaterra o Francia. Los reyes europeos no negociaban nada con simples plebeyos hijos de nadie. Por esos motivos y muchos más cuya explicación sería muy larga para este espacio, debemos descartar que Bartolomé Colón, siempre en el contexto de la tesis gallega, sea el que propone Philippot.

No encontrando en Galicia a ningún otro hermano de Pedro Madruga que pudiese responder a la identidad de Bartolomé Colón, trasladé la cuestión a António Pedro de Sottomayor, investigador portugués de quien conozco sus cualidades y que viene trabajando en la tesis gallega desde hace algunos años con resultados sorprendentes.

Y sorprendente fue su respuesta: Pedro Álvarez de Sotomayor tenía un hermano residiendo en Portugal, hijo ilegítimo también de Fernán Yáñez. El sujeto respondía al nombre de João Gonçalves de Sotomayor. Ese apellido Gonçalves encajaría con el de la misma madre que ropone Philippot para Pedro Madruga, Constanza Gonçalves Colón, por lo que serían hermanos por parte de padre y madre. El personaje, referenciado en diferentes genealogías y documentos, fue escudero del Duque Fernando de Bragança (o Braganza en España). Ocupando tal cargo es lógico suponer como señala António Pedro de Sottomayor, que tuviese alguna participación en los hechos más destacables que protagonizó el reino de Portugal en su época:

«Ao ser escudeiro do Duque de Bragança (penso que o terá sido depois da batalha de Alfarrobeira em 1449), por certo participou nos acontecimentos em que se viram envolvidos os titulares da Casa: a expedição de 1458 a Alcacer-Ceguer; a de 1463 a Tânger; a regência do reino durante a campanha de Arzila em 1471; e a guarda de D. Juana «a Beltraneja» durante a guerra de sucessão peninsular em 1476.»

Coincidimos con el investigador, pero fuera como fuese, el hermano de Pedro Madruga, como el propio Madruga y como tantos otros, desaparece entre los convulsos acontecimientos que se vivieron en Portugal tras la subida al trono de João II y las subsiguientes conjuras contra la Corona organizadas por los más destacados miembros de la nobleza. En 1483, el Duque de Braganza es ejecutado en Évora acusado de alta traición. Probablemente, siguiendo el ejemplo de otros nobles leales a Fernando de Braganza, João Gonçalves de Sotomayor se unió a Diego, Duque de Viseu, quien asumió el liderazgo de la conjura. Pero Viseu es asesinado personalmente por el rey de Portugal. Los restantes nobles son apresados o escapan, quizás el más destacado de entre ellos, el Conde de Penamacor, Lopo de Albuquerque, quien tras una estancia en Londres se refugia en Sevilla, en principio bajo un nombre falso, como pudo haber hecho el mismo Bartolomé Colón.

Sucede que la familia Sotomayor tenía grandes lazos con todos los conjurados. Un hermano de Pedro Madruga, como acabamos de ver, era escudero de Fernando de Braganza. El único hijo de Diego de Viseu era fruto de su relación con una Sotomayor; el Conde de Penamacor era por su parte pariente de los Sotomayor. En esas condiciones, lo óptimo para el hermano de Pedro Madruga era desaparecer. Se sabe que Bartolomé Colón permaneció en Londres en las mismas fechas en que el Conde de Penamacor se ocultó allí, así como que ambos recalan en Sevilla. Se da la circunstancia añadida de que uno de los mayores hombres de confianza de Cristóbal Colón fue su secretario Diego Méndez de Segura, quien era hijo adoptivo del Conde de Penamacor.

Lo cierto es que el hermano de Pedro Madruga ya no da desde entonces señales de vida en Portugal, como lo prueba el hecho de que el matrimonio de su hija Guiomar fuese concertado por los hermanos de Guiomar hacia 1485, lo que demuestra que su padre se encontraba ya ausente, sin que por otra parte se haya encontrado prueba alguna de su muerte, lo que nos permite suponerlo vivo y entre el grupo de los escapados.

Por todo lo antedicho y otros datos más engorrosos o transversales que harían demasiado pesado este texto aproximativo, podemos atrevernos a proponer a João Gonçalves de Sotomayor como verdadera identidad de Bartlomé Colón. Cuenta con la primera de las condiciones necesarias: haber existido, algo que sólo podemos suponer en el caso del Bartolomé Colón propuesto por Philippot, cuya existencia no se encuentra documentada. Reúne a su vez otra condición inexcusable para quienes creemos en la tesis Colón-Madruga: ser hermano de Pedro Madruga y por tanto hermano de Cristóbal Colón; y por si eso fuera poco, cuenta con un perfil coincidente con el de Bartolomé Colón, por su experiencia de mando, por su pasada actividad militar, por su formación y educación y por su condición de miembro de la nobleza gallega ligada al Reino de Portugal, ninguna característica que siquiera podamos suponerle al Bartolomé de Philippot, una figura esta última simplemente conjetural cuya existencia ni se ha probado ni se probará.

Quedamos, lógicamente, a la espera de nuevos datos que nos permitan reforzar o descartar esta propuesta, pero con lo que tenemos hasta el momento, y tras haber efectuado todas las comprobaciones posibles sobre el personaje, creemos poseer elementos suficientes como para sostener que nuestro candidato es Bartolomé Colón.

http://correctoresdesabor.blogspot.com.es/2011/07/la-verdadera-identidad-de-bartolome.html

Cristóbal Colón ¿Natural de Pontevedra?

 

Ha pasado más de un siglo desde que tuvo lugar la gran polémica que se suscitó con motivo de la aparición, de un libro de García de la Riega en el que bajo el título de «Colón, Español», desarrollaba una revolucionarla tesis, según la cual, Colón habría nacido en Pontevedra. Días después de la aparición de este libro fallecía su autor, y algunas semanas más tarde la tesis era impugnada por Serrano Sanz en la Revista, de Archivos, Bibliotecas y Museos, por considerar que los documentos en los que se apoyaba habían sido falseados.

Fácil es imaginar la sorpresa y el desconcierto que la publicación de esta impugnación hubo de producir en Pontevedra, cuando en los dieciséis años transcurridos desde que G. de la Riega había dado a conocer por primera vez los expresados documentos en la Sociedad Geográfica» de Madrid, nadie había dicho nunca nada que afectara a la autenticidad de los mismos. Y, precisamente cuando llegó la noticia, una comisión que, bajo el nombre «Pro—patria de Colón», había sido designada por aclamación popular, estaba gestionando el que alguna entidad oficial declarara solemnemente que Colón, había nacido en Pontevedra.

Documento Pontevedres
Documento Pontevedrés encontrado por Don Castro Sampedro a principio de siglo, en el archivo del Concello de Pontevedra. Aparecen los nombres de «Domingos de Colon» y «Benjamin Fontereosa».

Al tener esta comisión conocimiento de dicha acusación de falsedad, se apresuró a personarse en el domicilio del extinto escritor, donde en presencia de su hijo pudo comprobar el hecho denunciado y, consecuencia de ello, se acordó la disolución de la misma.

Todo parecía haber terminado, cuando tres años después, el diputado provincial Prudencio Otero Sánchez, apoyado por la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de Pontevedra, reconstituyó la comisión «Pro—patria de Colón», que él mismo pasó a presidir, yreanudó las anteriores gestiones pidiendo, ahora, a la Real Academía de la Historia que enviara una comisión que estudiase sobre el terreno las pruebas que decía, existían, pese a la alteración de algunos documentos, de que Colón había tenido su cuna en Pontevedra, reconocía como antes lo había reconocido la comisión Pontevedresa que ahora presidía, que algunos documentos habían sido recalcados; pero juraba por su honor constarle que los nombres que ahora se leían antes del recalcado y que, en todo caso había otros documentos de cuya autenticidad no dudaba nadie, que probaban el hecho fundamental de que en la época del descubrimiento vivían en Pontevedra unas gentes que llevaban el mismo apellido que el descubridor del Nuevo Mundo. Aparte de esta alegación fundamental, aducía otras razones que sería prolijo exponer aquí.

En un principio, la R.A.H. accedió a su petición, llegando a comunicar los nombres de los académicos designados al efecto. Pero más tarde hubo dificultades y, tras un aplazamiento en que ya se vislumbraba el propósito de desistir de enviar la prometida comisión, la Academia comunicó al presidente de la Diputación que daba por terminada su intervención en aquel asunto.

Coincidió este fracaso con la aparición, casi simultánea de dos nuevos informes contrarios a la tesis ponteyedrea. Uno de ellos consistente en una comunicación que hizo la R.A.H. el censor de la misma, Ángel Altolaguirre y Duvale –que había de presidir la comisión antes cita–, en la que, a la vez que refutaba la tesis de G. de la Riega, hacía una detallada exposición de la prueba documental en que se apoya la tesis tradicional genovesa, de la que se declaraba decidido partidario. El otro informe, suscrito por Oviedo Arce, recogía el sentir de la Academia Gallega en el sentido de que era preciso silenciar la campaña en favor de la tesis de García de la Riega porque, estando basada «decía» en documentos falsificados por dicho escritor, según había denunciado Serrano Sanz, y él mismo probaba, era un desprestigio para la intelectualidad gallega la difusión de semejante tesis.

Pese a estos informes, durante los diez o doce años siguientes, la tesis pontevedresa siguió abriéndose paso, principalmente entre las colonias gallegas de América cuando, inesperadamente, en octubre de 1928 la Real Academia de la Historia hizo pública una resolución por la que, haciendo suyo el ya casi olvidado informe de Oviedo Arce, se pronunciaba en contra de la autenticidad de los tan discutidos documentos.

La publicación de esta resolución cerró ya el paso definitivamente, a cualquier otro intento encaminado a conseguir que un organismo de rango académico se ocupara de esta cuestión, que quedaba, así, prácticamente enterrada.

Es de notar, ahora, que conformé fue declinando el prestigio de la tesis de García de la Riega hasta ser anulada como consecuencia de los ataques de que fue objeto, y que tanto habían de beneficiar a la tesis tradicional genovesa, tampoco ésta salió muy bien librada de los duros golpes que, tanto la Riega como sus seguidores, le habían asestado en la parte destructiva de sus alegaciones por la necesidad, en que se encontraban de negar la veracidad del estado histórico hasta entonces constituido, antes de pretender instaurar una nueva teoría sobre el lugar de nacimiento del descubridor del Nuevo Mundo. Tan es así,  que en modo alguno puede decirse que esta parte destructiva de la tesis pontevedresa haya caído en el descrédito en que cayó la parte constructiva de la misma. Antes, al contrario, esta parte de la obra de G. de la Riega está vigente, siendo frecuentemente aprovechada por quienes pretenden dar otra solución al enigma referente a la patria de Colón. Respecto a este punto, son ya muchos los que han perdido el respeto «digámoslo así» a la tesis genovesa.

Fue así como en 1927 surgieron nuevas teorías sobre el «verdadero» origen de Cristóbal Colón; una de ellas la portuguesa, defendida por Patrocinio Ribeiro; otra, la catalana, defendida por Luis de Ulloa; otra, la mallorquina, defendida en 1964 por Renato Llamas de Niubó, según la cual Colón había nacido en Felanitz; otras son la extremeña, la ibicenca, etc. etc. En todas ellas se repudia la tesis de G. de la Riega, pero se acepta, en una u otra forma, la parte destructiva de la misma.

Aparte de todas estas teorías, se han publicado algunos trabajos en los que, sin atribuir a Colón una patria determinada, se resisten a admitir la idea tan generalizada de que éste haya nacido en Génova. Entre otros, podemos citar a Beltrán y Rózpide que, en dos famosos fascículos probó como Cristóforo Colombo y Cristóbal Colón no pudieron ser la misma persona.

En 1964, Merry de Val, embajador de España en Estados Unidos, molesto por la «omisión» que reiteradamente se venía haciendo de España en las  fiestas conmemorativas del Descubrimiento, advertía en sendas cartas que dirigió a ilustres personalidades del mundo americanista que, «pese a las Innumerables investigaciones dedicadas a resolver la muy discutida cuestión de lugar y fecha del nacimiento de Cristóbal Colón, nunca se ha podido resolver  este misterio; e igual que Génova  diversas poblaciones españolas afirman ser él lugar de su nacimiento.

Finalmente, un trabajo del profesor Roméu de Armas en el que, tras exponer algunas .objeciones al reconocimiento de la extranjería de Cristóbal Colón, dice textualmente: «El proceso histórico sobre la patria del descubridor del Nuevo Mundo sigue abierto;  acaso más abierto que nunca».

Ante opiniones tan autorizadas sobre la inconsciencia de la tesis tradicional genovesa sobre la patria de Colón, algunos intelectuales gallegos han vuelto sobre esta cuestión, pese al informe de la R.A.H., y sin que esto suponga desacato a la autoridad, ya que su informe sólo objeta algunos documentos utilizados por G. de la Riega y no se entra en él fondo de la cuestión, lo que deja libre un ancho campo para seguir defendiendo, de una u otra forma, la tan maltrecha tesis pontevedresa.

Entre los trabajos publicados en este sentido se pueden citar los siguientes: Luciano Rey Sánchez; el Ingeniero vigués Antonio Fernández Fernández; el capitán de la marina mercante, José Mosqueira Manso; Francisco Romero Lema; Emilia Rodríguez-Solano Pastrana, que ha demostrado científicamente la autenticidad de los documentos de Pontevedra; etc. etc.

Aparte de otros trabajos análogos llevados, al libro, es muy frecuente la aparición de artículos en los periódicos que, con el más leve motivo se ocupan de este tema, manteniendo constantemente viva la creencia de que Colón nació en Pontevedra.

En hora, pues, de que la desacreditada tesis sobré la cuna pontevedresa de Colón, que pesa tanto como una l osa en la conciencia de todos los gallegos, sea nuevamente -revisada- con la seriedad debida. Debe imponerse la tarea coherente de la investigación, del saneamiento de pruebas documentales, etc., y llegar definitivamente, concluyentemente al conocimiento de la realidad histórica. Los ayuntamientos de Poyo y Pontevedra, así como la Diputación Provincial deberían conceder, desde ahora, el apoyo decidido sobre este asunto, del que parece que todos tienen mucho que decir menos nosotros.

(Por Roberto Taboada Rivadulla, Agosto de 1986)

Pavia e o Colón Galego

Hernando Colón garantiu preto no branco na “Historia del Almirante” que o pai, na sua juventude, aprendeu as letras e estudou num lugar chamado Pavia. Não há pois quem pretenda discorrer sobre as origens do “descobridor” que se arrogue passar ao lado desta questão assaz particular.

E se a Pavia italiana – com o seu Studio Generale fundado em 1361 – sempre foi a escolha óbvia sendo a Lombardia região vizinha da Ligúria, também logo houve quem estranhasse a frequência de tão elevado lugar a imberbe cardador de lãs. E mais se pesquisando, se não achou registo que ali colocasse o futuro navegador.

Aventou-se então que o biógrafo – em parágrafos anteriores sempre avesso a afirmar o que não sabia – sucumbira ali à compreensiva tentação de valorizar a sabedoria paterna, usando de inverdade! E se assim não aconteceu, crédito se lhe dê que, melhor ou pior filtrada, tal informação lhe terá chegado por palavras do próprio pai, nalgum momento calmoso da última viagem de Cristobal às Illas e Tierra Firme de Castilla.

Dado em finais do século XIX o mote contestante por Celso Garcia de La Riega, surgiram adiante catalães identificando o minúsculo povoado de Pavia na região de Segarra, e portugueses a vila alentejana de Pavia, sem que em ambos os casos se entenda como se poderia então ter educado um menor de forma a poder vir a “entender os cosmógrafos”, sem a existência local de estudos-gerais, ou mosteiros que lhos ministrassem!

Muito recentemente, Fernando Branco – o português que mais se aproximou de uma identificação credível para um Colón exclusivamente lusitano -, lembrou o rio beirão de Pavia que atravessa o que em tempos foram as terras centrais do ducado de Viseu, título criado para o Infante D. Henrique – o das “descobertas” -, e integrado na coroa com a elevação de D. Manuel a rei de Portugal. Naquela região pôde igualmente identificar um mosteiro mendicante, com fundação de 1410: São Francisco de Orgens. Sendo o almirante devoto franciscano, facilmente se deduz ser esta referência à região do rio Pavia, um dos pontos de maior crédito na tese do engenheiro português.

Esgotando-se em tal Pavia as hipóteses esgrimidas até esta parte, estranha-se que a “mãe” de todos os enunciados não-genovistas, nunca tenha “baixado a terreiro”, reivindicando premissas semelhantes para a educação de um Colón nascido galego! Porque enquanto foi ilustre nativo de Pontevedra sem face conhecida, sempre se supôs instruído entre os beneditinos de São Xoán de Poio; e quando Philippot lhe deu o rosto de Pedro Madruga, se considerou sem mais demandas que a criação se dera entre os dominicanos de Tui, por influência da tutoria de frei Esteban de Soutelo.

Santo Domingo de Tui

E de facto, São Domingos de Tui foi o convento onde este professou e se fez mestre em Sagrada Teologia antes de 1424, ano em que Aureliano Pardo Villar o documenta, ainda ali residindo e ensinando. No entanto, em 1430 já é outro o convento de sua morada, onde é prior, e anos depois, em 1449 por ser eleito Provincial de España, é obrigado a visitações sistemáticas e a uma maior permanência em Castilla, perto da corte. Destituído por bula papal de Fevereiro de 1454, acusado pelo bispo Barrientos no âmbito da reforma da província, só então regressa ao ponto de origem da sua carreira, vivendo em Tui os anos que lhe restaram.

Não se sabendo pois onde se encontrava aquele tutor de Pedro Madruga no início do ano de 1441, impossível se torna atestar o que Alfonso Philippot e Suso Vila garantem: Pedro de Sotomaior “ingressa en el convento de Santo Domingo de Tui, donde cursa sus primeiros estúdios”.

Asseguram por outro lado os fundos documentais da colecção diplomática de São Domingos de Ribadavia, que frei Esteban de Soutelo ali exerceu o cargo de prior em 1430, eleito provavelmente para o triénio 1430-32, uma vez que em 1433 é já frei García de Cusanza o responsável máximo pelo mosteiro.

Prova a listagem da sucessão de priores no convento de Pontevedra afecto à mesma ordem – também publicada por Pardo Villar -, ser corrente que uma vez findo o tempo para que foram eleitos, permanecessem no mesmo convento assumindo novas ou resgatando antigas funções, chegando por vezes a ser reeleitos alguns anos mais tarde. Foi disso caso paradigmático em Pontevedra, frei Pedro de Salnés, prior entre 1432 e 1437, entre 1440 e 1441, em 1445, e num último período entre 1448 e 1451.

Santo Domingo de Ribadavia

Viabilizam estes factos supra mencionados a hipótese de frei Esteban de Soutelo ter continuado a leccionar no convento de Ribadavia, assistindo mesmo ao incêndio que poucos anos mais tarde afectaria parte das instalações. Essa possibilidade autoriza a eventualidade de ainda ali residir quando, por manda testamentária de Fernan Yañez de Soutomaior (Novembro de 1440), tomou a seu cargo a educação para clérigo do jovem Pedro, bastardo que a história conhecerá pela alcunha de “Madruga”.

Acontece que nesses tempos medievos, a vila nascida na margem do rio Avia se conhecia pelo nome latino de Ripa Avie. Cabe ao padre Samuel Eiján tal afirmação, constante nas páginas da sua “Historia de Ribadavia”, e mais atesta que o nome porque actualmente se designa, só foi oficialmente adoptado em sessão camarária de 8 de Dezembro de 1860! Foneticamente soaria então como “Ripavia”, provavelmente com acentuação esdrúxula que lhe adviria pela aglutinação do “a”.

Decerto se não reunirão consensos avaliando semelhanças e igualdades. Nem tampouco se admitirá discutir, se a um velho almirante septuagenário coube pronúncia velada, ou a um jovem grumete ouvido menos atento em terras do Novo Mundo. Porém, a ninguém será indiferente que Ribadavia não tem por que não ser a Pavia onde o Colón galego, no entender do padre Las Casas “estudió los primeiros rudimentos de las letras, mayormente la gramática, y quedó bien experto en la lengua latina”.

 

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Colón Gallego. Breve resumen de la tesis.

http://correctoresdesabor.blogspot.com.es/2009/10/colon-gallego-breve-resumen-de-la-tesis.html

Hemos recibido algunos correos a lo largo de los últimos meses en las que se nos piden datos o se nos plantean ciertas dudas sobre el Colón Gallego. La última que ha llegado viene firmada por Agustín Lara, veracruzano, compositor e intérprete de canción melódica, difunto, de edad imposible de determinar (en la dimensión en la que vive, dice, no existe el concepto tiempo. Todo lo miden en galones), astuto y tremendamente persuasivo.

Dice Agustín que escribimos sobre el Colón Gallego, y particularmente sobre elColón-Madruga, como si el lector tuviese que estar previamente iniciado, y tiene razón. Exige explicaciones sobre los siguientes puntos:
– ¿Cómo sabemos que Colón no es genovés?
– ¿De dónde sacamos que Colón es gallego?
– ¿Por qué creemos tener más razón que quienes sostienen que Colón es catalán, francés, mallorquín, portugués o de cualquier otro lugar?
– ¿Quién fue Pedro Madruga y por qué afirmamos que Colón es Pedro Madruga?

También nos plantea Lara otra pregunta a la que no sabemos responder. Desconocemos, querido Agustín, si las cabras comen papel de aluminio, aunque creemos que no. En cuanto a las otras cuestiones, hemos decidido elaborar un resumen para que tú y aquellas personas que tengan interés en la teoría del Colón Gallego puedan en adelante saber de qué hablamos cuando escribimos sobre el asunto. Allá vamos.

Hace muchos años, a finales del S. XIX, un historiador pontevedrés llamadoCelso García de la Riega leyó un libro escrito por un pariente suyo en el que se daba cuenta de un documento que mencionaba a una persona apellidada Colón. El documento databa del S. XV. García de la Riega se preguntó si ese Colón podría tener alguna relación con el descubridor de América y con ayuda de varios investigadores, se puso a la búsqueda de más documentos que le permitieran conocer si existían más personas que en tiempos próximos a Colón llevaran ese apellido en Pontevedra. Para su sorpresa encontró unos cuantos.

El siguiente paso fue el de estudiar a fondo los textos y la documentación que existía sobre Colón. Necesitaba saber todo lo que se sabía entonces sobre Colón y se puso a trabajar. Entonces todo comenzó a chirriar. Los documentos que se referían a Cristóbal Colón como un humilde genovés apellidado Colombo eran confusos, inconclusos y contradictorios entre sí; hacían al descubridor residiendo en Génova en una época en la que hay constancia de que ya se encontraba en Portugal; existían varias ciudades italianas que se disputaban la cuna de Colón, cada una con su propio Colombo, formando un batiburrillo de Colombos italianos y descubridores de América todos y cada uno de ellos; ninguno de los candidatos italianos tenía relación alguna con actividades marítimas, siendo alguno cardador de lana, el otro vinatero, otro quesero, un hostelero, un tabernero…

Colón no hablaba ni escribía en italiano ni en ninguna de las lenguas o dialectos que se hablaban por aquellos tiempos en Italia. Cuando escribía una carta dirigida a un italiano lo hacía en un castellano plagado de giros gallegos. Incluso en sus cartas a sus hermanos, supuestamente italianos como él, utilizaba invariablemente ese castellano sospechosamente gallego. Se da el curioso caso de una carta enviada a Italia en la que sugiere al destinatario un intérprete para que le traduzca . Y aún por encima, Colón se apellidaba Colón y no Colombo. A pesar de que su apellido se escribía de infinitas formas (algo muy común en la época, por la costumbre de adaptar y traducir nombres y apellidos), lo importante era establecer cuál de aquellos era el correcto. Y García de la Riega descubrió que Colón era el nombre utilizado en las capitulaciones de Sante Fe, Colón el apellido con el que se dirigía a sus hijos y hermanos, Colón en su “Libro de las Profecías”, Colón en las cédulas reales y todos los documentos oficiales redactados por él o dirigidos a él. Colón le llamaban los Reyes Católicos, hasta el Papa, (y no es una frase hecha). Nunca, jamás, en una sola ocasión, Colombo, ni de ninguna otra manera. En los documentos oficiales en los que el apellido había de escribirse de la única manera correcta, esa era siempre la misma: Colón.

Hay a la regla una excepción, como siempre: en una carta dirigida al navegante por João I de Portugal, el Rey le llama de dos maneras diferentes: Colón en una y Collon en otra. Las dos formas que se utilizaban para nombrar a los Colón de Galicia.

No había entonces un único motivo que llevara a García de la Riega a creer que Cristóbal fuera realmente genovés. ¿De dónde salía entonces que Colón era italiano? Encontró el historiador la respuesta o más bien las diferentes respuestas, que en líneas generales pasamos a exponer:

Por un lado, el descubridor se cuidó mucho de no revelar su verdadero origen. Su propio hijo Hernando, en la biografía que escribió sobre su padre, deja muy claro que todo lo referente a su pasado debía permanecer en la oscuridad por expreso deseo del mismo Colón.

Por otro, el deseo y la conveniencia o necesidad de sus herederos de cumplir esa norma. Y en tercer lugar un fenómeno bautizado por La Riega como el “Dogma Petrificado”, que puede ser descrito de la siguiente manera: alguien hace una afirmación basada en una suposición errónea, otro la escucha y la repite y otro y otro más. El tiempo va pasando, los autores repiten el error consciente o inconscientemente hasta que la afirmación errónea se convierte en dogma. El dogma se va asentando hasta petrificarse y convertirse en una falsa verdad universalmente aceptada.

Contra un dogma petrificado solamente puede contraponerse una prueba incuestionable que demuestre una realidad alternativa, y eso es lo que hizo García de la Riega. Es necesario resaltar que todos los que en adelante han propuesto una teoría diferente a la del Colón italiano empiezan por repetir los argumentos de don Celso, aunque casi nadie se molesta en citarlo. Hay incluso quien se atreve, hoy, en pleno año 2009, a afirmar que acaba de descubrir que Cristóbal Colón no es italiano, y basa su jactanciosa pretensión en repetir como un loro aquello que señaló nuestro historiador hace más de cien años largos.

Seguimos. Una vez adquirida la certeza de que aquellos Colombos italianos no tenían absolutamente nada que ver con el descubridor de América, García de la Riega acometió una siguiente etapa. Ya que Colón no era italiano, ¿de dónde era? El apellido no existía (insistimos, en su forma correcta), en ningún otro lugar del mundo. Solamente en Galicia, y expresamente en un lugar de Poio (Pontevedra), llamado Porto Santo. Allí vivían en el S. XV varios miembros de una pequeña familia que mantenía una residencia estable a lo largo de varias generaciones. No era en absoluto descabellado entonces pensar que a esa familia perteneciera Cristóbal Colón. Era una familia de navegantes. Aquello explicaría esas palabras y expresiones gallegas con las que el descubridor trufaba su castellano. Y a todo ello se sumaba un anterior trabajo realizado por el propio García de la Riega en el que demostraba (y eso es hoy comúnmente aceptado) que la nao “Santa María” se llamaba originalmente “La Gallega” y había sido construida en los astilleros de Pontevedra. Siguiendo con sus investigaciones, don Celso encontró otro sorprendente hecho que reforzaría su convicción: algunos de los nombres utilizados por Colón para bautizar lugares descubiertos por él en América coincidían con lugares relacionados con los Colón de Galicia y con las costas de las Rías Baixas gallegas.

Con todo ello, Celso García de la Riega acudió a Madrid. Y allí pronunció, en sede de la Sociedad Geográfica, una conferencia en la que expuso sus conclusiones. Estamos en diciembre de 1898.

Años después, en 1914, publicó su libro titulado “Colón Español”.

Los trabajos de don Celso causaron gran impacto y controversia en todo el mundo. Y pronto surgieron los detractores, algunos de los cuales se embarcaron en un combate contra el Colón Gallego en el que emplearon una saña desmedida. Afirmaron que algunos de los documentos aportados desde Pontevedra habían sufrido retoques o adulteraciones e invalidaron toda la tesis. Nada importó que los supuestos retoques no afectaban en ningún caso al apellido Colón, ni que no todos los documentos los sufrían, pues hubo varios que fueron declarados totalmente válidos por los mismos que atacaban a La Riega (por cierto, recién fallecido). Nada importó la toponimia, ni el lenguaje gallego de Colón, ni la constatación de que la existencia del apellido en Pontevedra quedara sobradamente acreditada con los documentos que se salvaron de la criba. Colón no podía ser gallego porque ALGUNOS de los papeles de don Celso presentaban dudas. Y ya que no tenían elementos para desacreditar la investigación de La Riega, optaron por desacreditar al propio La Riega. Pero por suerte para nosotros, no sólo habían sido incapaces de anular todos los documentos, sino que la teoría tenía otros pilares, como el de la toponimia, que no había manera de tumbar.

La teoría del Colón Gallego de Celso García de la Riega provocó una consecuencia inesperada, que fue el surgimiento de decenas de tesis alternativas basadas en la premisa de que, no siendo Colón italiano y puesta en duda la tesis gallega, el descubridor podría ser de cualquier otro lugar. Y así fueron naciendo las más disparatadas teorías que hasta hoy siguen apareciendo por doquier y que, simplemente, están basadas en casi nada, cuando no en nada de nada. No obstante, creemos (entre otras cosas porque lo hemos sufrido), que el trabajo consiste en que cada uno trate de probar su tesis, no en desacreditar las ajenas, principalmente por un motivo: demostrando al Colón Gallego, las otras alternativas se caen por sí solas.

Y, contra lo que hoy se cree, tras la muerte de don Celso, el Colón Gallego vivió sus mayores años de esplendor. Decenas de autores recogieron el testigo y ampliaron las investigaciones. Poco a poco se iban acrecentando las listas de vocablos exclusivamente propios de la lengua gallega utilizados por Colón, así como las de la toponimia. La lista de nombres impuestos por Colón aumentaba en progresión geométrica, y aun hoy sigue dando sus frutos. Porto Santo (Poio), en honor a su lugar de nacimiento, San Juan (Poio), San Salvador (Poio), Lanzada…, hasta alcanzar una lista de cien nombres, todos ellos situados en un radio de 40 ó 50 kilómetros alrededor de Pontevedra. También estaban reflejados los nombres de todas las cofradías de navegantes de Pontevedra, de sus iglesias. Algunos de esos cien nombres pertenecen además a lugares de las costas gallegas que ni siquiera eran conocidos popularmente, pues son propios de accidentes solamente conocidos por los marineros y que fueron llegando gracias al estudio de antiguos derroteros marítimos. ¿Cómo alguien que no conocía las costas gallegas podía utilizar cien de sus nombres para bautizar otros tantos lugares en América?. Se da la circunstancia además de que esos nombres figuran en los diarios de a bordo del propio Colón, transcritos por Bartolomé de las Casas, en las relaciones de otros viajes redactadas por el propio descubridor que bautizaba esos lugares, en cartas también redactadas de puño y letra por Colón, y por tanto, constituyen prueba de valor absoluto.

Se supo también, por textos y documentos de la época que dos naves más, utilizadas por Colón en su segundo y en su cuarto viaje, se llamaban también “La Gallega”, nombre impuesto igualmente a una isla. Los argumentos eran cada vez mas sólidos y libros publicados en lugares tan dispares como La Habana, Manila, Buenos Aires, Madrid o México exponían con mayor o menor fortuna la teoría del Colón Gallego, contribuyendo a su difusión.

Pero era indispensable avanzar en dos frentes: por un lado, buscar más documentos y nuevas pruebas que despejaran cualquier atisbo de duda y que pudieran soportan los más estrictos análisis. No por que los documentos declarados válidos de entre los aportados por don Celso no sirvieran ya de demostración, sino para acallar de una vez las impertinentes voces que seguían armando ruido sobre los documentos parcialmente invalidados. De eso se encargó don Prudencio Otero, quien presentó en su día una nueva relación de papeles que no generaron ni la menor sombra de duda y fueron aceptados por los expertos más exigentes.

Por otro lado, se hacía necesario dar un nuevo paso. La teoría, tal como estaba formulada en origen, presentaba ciertas lagunas, carencias y errores, algo que sucede con todas las teorías. Todas necesitan evolucionar y la propia Teoría de la Evolución evoluciona cada día. Por otra parte, el propio García de la Riega reconocía en su libro que su precaria salud le impedía avanzar más.

De ese trabajo se encargaron varios autores, pero el más determinante de todos fue el insigne historiador don Enrique Zas, una eminencia en su época. Limpió, por decirlo de alguna manera, la tesis del Colón Gallego y la consolidó con rigor y eficacia, aportando nuevos elementos demostrativos y, sobre todo, mucho sentido común. Revisó la genealogía propuesta por La Riega, eliminando de la ecuación a los judíos Fonterrosa, nombró por primera vez a Cristóbal de Sotomayor relacionándolo directamente con Colón (aunque cometió el error de suponerlo hijo de García Sarmiento de Sotomayor, y no de Pedro Madruga), presentó los planos del sorprendente parecido entre las bahías de Cambados (Galicia) y Acul (actual Haití), ambos lugares llamados Santo Tomé. Y, sobre todo ello, dotó al Colón Gallego de una coherencia argumental aplastante. En mi opinión, Enrique Zas, Prudencio Otero y el propio García de la Riega conformaron los tres pilares básicos en los que se apoya el Colón Gallego. Ningún otro autor ha alcanzado, ni de lejos, a ninguno de éstos.

El asunto fue tomando forma y políticos, artistas, literatos, en todo el mundo, se sumaron con entusiasmo al Colón Gallego, que comenzó a tener tal fuerza que llegó a preocupar en Italia hasta el punto de que el propio Mussolini tomó cartas en el asunto contratando a un historiador, Ángel Altolaguirre, para intentar contrarrestar el impulso de la teoría.

Hacia los años 50 del S. XX, sin motivo conocido, el dogma petrificado del Colombo italiano fue recuperando posiciones en detrimento del Colón Gallego. Ello no se debió en absoluto a motivos académicos o históricos, ni a nuevos elementos que afianzaran al Colón genovés. Simplemente, la falta de apoyo institucional y la desidia intelectual hicieron que poco a poco aquella inercia se fuera perdiendo, hasta caer casi en el olvido.

Y durante el período subsiguiente, principalmente fuera de España, comenzó a surgir una corriente de investigación que, más que aclarar la nacionalidad de Colón, buscaba conocer al personaje, sobre el que seguía existiendo un profundo desconocimiento. Se trataba de responder a una serie de preguntas que hasta entonces nadie se había planteado: ¿quién era en realidad Colón?, ¿por qué su obsesión por ocultar su origen?, ¿cuál era su pasado y por qué esa necesidad enfermiza de esconderlo?, ¿quiénes eran sus amigos y sus enemigos? Para resolver estas y otras cuestiones se hacía necesario partir de cero e investigar al personaje desde ópticas diferentes. La idea era conocer al Colón oculto, al de antes del descubrimiento, a ese que había decidido esconder su pasado.

Así fue surgiendo un perfil de Cristóbal Colón hasta entonces desconocido. Y fueron saliendo a la luz sorprendentes obviedades en las que nadie había reparado. ¿Cómo era posible que antes de descubrir América, Colón tuviera acceso casi ilimitado a los palacios de los reyes más poderosos de la tierra?, ¿por qué se carteaba con el Rey de Portugal?, ¿por qué era amigo de cardenales, condes, duques y marqueses? Solamente cabía una respuesta: Colón era a su vez un noble, pues de otra manera ese acceso al poder le hubiera estado vetado. Nadie que no fuera noble en el siglo XV se sentaba a comer a la mesa de un conde. Los nobles solamente se codeaban con nobles. Y éste no era más que el primero de los datos obtenidos para el nuevo perfil deseado, pues pronto fueron llegando en cascada otros muchos. Su conocimiento del latín y de las Sagradas Escrituras y otros textos religiosos y teológicos sólo se podían haber conseguido con una sólida formación religiosa, que solamente se podía obtener en un monasterio; tenía que haber cambiado su identidad anterior, pues sabemos que nadie llamado Cristóbal Colón respondía a ese perfil, por lo que es obligado pensar que anteriormente había utilizado otro nombre. Además se supo, por declaraciones del propio Colón, que había tenido un pasado como hombre de armas (condición que poseían casi todos los miembros de la nobleza). Y a todo ello había que sumar su experiencia naval.

A esa persona era a la que había que buscar y ninguna persona que no reuniese todas y cada una de esas condiciones podía ser el descubridor de América.

Con esos datos se caía para siempre el Colón de extracción humilde, y con él la mayoría de los candidatos, y ello planteaba un serio problema a la tesis gallega, como a las demás, pues los Colón de Poio eran marinos, alguno de ellos con una posición económica acomodada, pero en ningún caso nobles.

La criba era obligada, y muchos, no encontrando a nadie que respondiera a ese perfil, comenzaron a tirar por el camino más corto, la invención de personajes. El rey Fernando de Aragón podría haber tenido un nieto secreto, y ese nieto sería Colón.

-Demuestre usted que ese nieto existió.
-No. Demuestre usted lo contrario.

Podría ser Colón un hijo secreto del Papa.

-Demuestre usted que el Papa tuvo ese hijo.
-No, demuestre usted que no lo tuvo.

Podría ser un hijo secreto de un infante portugués.

-Demuestre usted que el infante tuvo un hijo.
-No quiero. Demuestre usted que ese hijo no existió.

Así, decenas de personajes que (estamos hartos de decirlo) no reunían ni la elemental condición de haber existido, pasaron a engrosar la lista de candidatos. Personajes ficticios. El motivo de esa profusión de Colones imaginarios era claro: nadie encontraba a un personaje real que reuniera las condiciones exigidas.

Así llegamos al último tercio del S. XX. Dos investigadores, el Sr. Xosé Lois Vila Fariña, cronista oficial de Vilanova (Pontevedra) y Philippot llegan a una arriesgada e innovadora conclusión: Colón era en realidad Pedro Álvarez de Sotomayor, conde de Camiña (Portugal), conocido como Pedro Madruga. El trabajo de Vila Fariña pasa casi desapercibido, mientras el de Philippot alcanza cierta difusión. En su obra “La identidad de Cristóbal Colón”, afirma que Colón era Pedro Madruga basándose en una serie de datos que pasaremos a exponer tras detenernos unos minutos a contar quién era ese señor.

El conde de Camiña (Caminha en portugués) era hijo bastardo del Señor de Sotomayor, Fernán Yáñez de Sotomayor. Fue el más famoso y poderoso miembro de la nobleza gallega de su tiempo, mantuvo un enfrentamiento directo con los Reyes Católicos al apoyar a Juana la Beltraneja en sus aspiraciones a la corona de Castilla y se alió con Portugal en la Guerra de Sucesión. Está perfectamente demostrada su educación eclesiástica (fue canónigo en Tui y aspiró al arzobispado de Santiago), su experiencia militar, su experiencia naval. Era amigo personal de dos reyes portugueses, Afonso V, quien lo hizo conde y JoãoI y estaba emparentado con todos los nobles castellanos y portugueses que apoyaron a Colón.

En realidad, la familia Sotomayor estaba revoloteando alrededor del Colón Gallego desde el origen de la teoría, pues ya García de la Riega demostrara la vecindad de un miembro de los Sotomayor con los Colón de Pontevedra, yEnrique Zas había ya marcado el paso al sugerir una relación directa entre Cristóbal de Sotomayor (hijo de Pedro Madruga) y Colón. Pedro Madruga había sido criado por su madre, Constanza Colón, hasta que, en su testamento, Fernán Yáñez, el padre, dispone integrarlo como miembro de la familia, con lo que adopta el apellido Sotomayor y se desprende del Colón, que retomaría años después.

Resultó que Pedro Madruga encajaba perfectamente en el nuevo perfil del descubridor y, además, toda su vida coincidía cronológicamente con los pocos datos conocidos sobre la etapa oscura de Colón. Pedro Madruga se da por desaparecido en el mismo lugar y en la misma fecha en que Colón tiene su primera entrevista con los Reyes Católicos y la enigmática firma del Almirante de Indias, compuesta por una serie de siglas, coincide exactamente con las letras que conforman el árbol genealógico de Pedro Madruga. Y los motivos por los que, tanto Colón como los Reyes habían decidido ocultar su anterior identidad estaban claros. Los reyes no podían nombrar Almirante y virrey a su mayor enemigo, pero por otro lado, sólo él, Pedro Madruga, estaba en condiciones de ofrecerles el descubrimiento, pues contaba con planos e información procedentes de Portugal, el verdadero país de los descubrimientos (con intervención de destacados gallegos) en aquellas fechas.

Hasta ahí, en líneas generales, se había llegado cuando yo decidí, convencido de todos (o casi) los argumentos expuestos por las decenas de investigadores, en su mayoría olvidados, desde García de la Riega hasta nuestros días, emprender mi propia investigación. No encontrando nada nuevo en las bibliografías y la documentación que se vienen manejando sobre el asunto, decidí recurrir a fuentes alternativas. Encontré, por ejemplo, que Alessandro Geraldini, amigo personal de Colón, afirma que el decubridor había estado en Galicia. Encontré el texto de Francesillo de Zúñiga en el que se afirma que Diego de Sotomayor (otro hijo de Pedro Madruga) “parece hijo bastardo de Colón”. Encontré documentos en los que se demuestra la estrecha relación entre Diego Colón y el antes mencionado Cristóbal de Sotomayor. Encontré que aquellos monasterios tan frecuentados y queridos por Colón, como el de Las Cuevas o el de Guadalupe, estaban bajo la influencia directa de la familia Sotomayor. En realidad, por donde busqué, encontré siempre una relación directa entre Colón y Pedro Madruga. Publiqué mis conclusiones en la obra “Colón, Pontevedra, Caminha”.

Y la cosa no para ahí. En estos momentos, varias investigaciones se encuentran en curso, y otras pendientes. Destacaría el trabajo de Fernando Alonso Conchouso (quien nos facilita la imagen de arriba) sobre la relación entre pedro Madruga y el corsario Coullon, citado como pariente por Hernando Colón, o el descubrimiento de una serie de documentos en los archivos pontevedreses aún sin investigar conocidos como “Lista Arbolí” en honor a su descubridor, el Sr. Arbolí Cervera-Mercadillo.

Y pronto saldrán a la luz nuevas y sorprendentes conclusiones fruto de una minuciosa investigación que lleva a cabo en Portugal un descendiente del propio Pedro Madruga y cuyo avance estaríamos encantados de publicar si no fuera porque los datos pertenecen a quien los encuentra y debe ser el propio investigador (créanme, es un genio meticuloso al que pronto conocerán) quien administre la información obtenida.
Y con eso esperamos, amigo Agustín Lara, haber saciado tu curiosidad. Un abrazo.